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Thelema

La fórmula del infierno

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“¿No sabéis, hermanos, (porque hablo con los que conocen la ley), que la ley se enseñorea del hombre mientras vive? "

Romanos VII, 1

La palabra inglesa “Hell” podría traducirse literalmente como Hell. Aparece en el Libro de la Ley individualmente al final del cuadragésimo – primer verso de la primera parte (AL I,41) – que corresponde en el manuscrito de la mano de la Bestia a la séptima línea de la undécima hoja. Nuestra perspectiva es que la palabra Infierno representa un acróstico de los Grados descritos en el versículo inmediatamente anterior (AL I,40). Estos Grados son Tres en número, a saber:

1. El Ermitaño (“el Ermitaño”);
2. El Amante (“el Amante”);
3. El hombre de la Tierra (“el hombre de la Tierra”).

Inmediatamente podemos decir que estamos ante un modelo ontológico cuyos extremos están representados por el Punto Primordial (el Ermitaño es Iod, el Punto) desde el que se llega a la manifestación misma (el hombre de la Tierra). La intermediación entre estos dos polos opuestos puede darse tanto en el sentido de solidificación progresiva como en el sentido opuesto de sublimación. Es esta doble posibilidad de movimiento la que en el presente modelo se expresa mediante el signo de hermanamiento de los Amantes. Por eso puedes escribir INFIERNO o HEL, sin dañar el significado profundo de la palabra. Se escribirá HELL cuando se haga referencia al doble movimiento del agente intermediario y HEL cuando se prefiera resaltar una cierta polarización. Hay todavía otra observación que debemos hacer a este respecto, tras la cual abandonaremos estas consideraciones introductorias. Nos centraremos, a lo largo de este trabajo, única y exclusivamente en el tránsito de lo inmanifestado a lo manifiesto, movimiento comúnmente denominado descenso o caída (Kathodos). Dos razones nos llevaron a optar por este enfoque: (1) porque este es el movimiento natural dentro de la perspectiva humana formal o, al menos, el movimiento más comúnmente observable dentro de esa perspectiva; (2) correspondiendo al orden dado en AL I, 39-41. Esta última afirmación se explica en parte por la Tríada básica del Libro de la Ley, que creemos conocida por todo aquel que lea estas líneas.

Transcribimos a continuación, para beneficio de quienes no conocen el texto de la Ley, los versículos relevantes para el presente estudio, precedidos de una traducción libre:

AL I, 39: La palabra de la Ley es TELEMA (1).
AL I, 40: Quien nos llame thelemitas, no hará mal, si mira con mucha atención la palabra. Porque dentro hay Tres Grados, el Ermitaño, el Amante y el hombre de la Tierra. Haz lo que quieras será todo de la Ley.
AL I, 41: La palabra de Pecado es Restricción. ¡El hombre! ¡No rechaces a tu esposa, si ella quiere! ¡Oh amante, si lo quieres, vete! No hay vínculo que pueda unir a los divididos excepto el amor: todo lo demás es una maldición. ¡Maldito seas! ¡Maldito sea esto por los eones! Infierno.

(AL I, 39: “La palabra de la Ley es THELEMA (1) ".
AL I, 40: “Quien nos llama thelemitas no hará ningún mal, si mira de cerca la palabra. Porque hay allí Tres Grados: el Ermitaño, el Amante y el hombre de la Tierra. Haz lo que quieras será la totalidad de la Ley”.
AL I, 41: “La palabra de Pecado es Restricción. ¡Oh hombre! ¡No rechaces a tu esposa, si ella quiere! ¡Oh amante, si quieres, vete! No hay vínculo que pueda unir a los divididos excepto el amor: todo lo demás es una maldición. ¡Maldito! ¡Malditos sean los eones! Infierno.")

La palabra griega qelhma – generalmente transliterado como ThELEMA – se compone de los siguientes caracteres:

1 theta –  T ;
2 Épsilon – he ;
3 lambdas – l;
4Eta – e ;
5 meses – m ;
6 Alfa – a .

Debemos señalar, en primer lugar, que las letras griegas Epsilon y Eta, aunque distintas desde el punto de vista morfológico, en realidad representan diferentes entonaciones de un mismo fonema, corta y larga respectivamente. Se podría establecer aquí un paralelo con las letras hebreas Heh y Heth (o Cheth), que son, en cierto modo, análogas a ellas. Sería inmensamente apropiado – para los propósitos manifiestos del presente trabajo – mencionar que las letras Epsilon y Eta, cuando capituladas, exhiben una marcada similitud con los caracteres latinos 'E' y 'H', respectivamente. Estas observaciones, aunque leves, nos permiten no sólo discernir la presencia de HEL ya en AL I, 39 transliterado en forma de elh, además de hacer otras consideraciones aún más intrigantes. Si observamos el orden de progresión de los elementos constituyentes de HEL dentro de la palabra Th(ELE)MA [o Th(ELH)MA], veremos su distribución en una mitad inferior a ella, básica, (Th) y en otro que es, por el contrario, superior a él (MA). Respecto a la ortografía de este último, no podemos evitar registrar algunas de sus posibles consecuencias. La letra griega Alpha –terminal o capitular– se asocia tradicionalmente al elemento aéreo, por lo que participa tanto en la 'H' latina como en la hebrea Heh, lo que también nos permite transliterar Th(ELE)ME [ o Th(ELH )ME], sin que exista violación alguna del simbolismo implícito (2). La partícula ME [o mejor dicho, MH] merecería, en sí misma, un estudio aparte debido a su extraordinaria recurrencia en la estructura de la Ley. Nos contentaremos aquí simplemente con registrar su importancia sin poder, sin embargo, prescindir de ella. ... la debida atención, lo que nos desviaría mucho del curso actual de nuestras deliberaciones. Bastará, por tanto, retener de este párrafo la idea de una existencia –diríamos– embrionaria de la palabra HEL dentro de la palabra de la Ley, que creemos ha quedado suficientemente demostrada.

La palabra HEL, como se ve, se escribe efectivamente (“deletreada”) en el versículo AL I, 40 a través de las letras mayúsculas de los títulos de Grado. La fusión de estos elementos en una palabra cohesiva sólo se producirá, sin embargo, al final del verso cuarenta y uno, en forma de INFIERNO. Estas dos hipóstasis están precedidas, como ya hemos visto, por la figuración de la palabra HEL en forma oculta en AL I, 39. Si notamos el orden de sus elementos constitutivos tal como aparecen en los versículos antes mencionados, obtendremos la siguiente distribución:

1. AL I, 39: ELH (elh);
2. AL I, 40: HLE;
3. AL I, 41: HEL.

Si la inversión total de los elementos – como se ve en la transición de AL I, 39 a AL I, 40 – puede interpretarse fácilmente como una confirmación de la naturaleza reflexiva del principio intermedio, los cambios en la posición relativa de dos de estos Los elementos del pasaje de AL I, 40 a AL I, 41 merecen una atención más detallada. Esto es, en realidad, una expresión de la transición verificada entre los estados de existencia informal (AL I, 40) a su contraparte formal (AL I, 41) – dentro del cual se incluye la existencia humana. Una situación enteramente similar ocurre en el campo específico de la Alquimia – en términos de las posiciones relativas de los tres principios. Desde un punto de vista puramente filosófico, Mercurio debe necesariamente preceder a la sustancia salina que corresponde al máximo grado posible de cristalización. Por otro lado, si asumimos una perspectiva más hermética, la Sal debería ocupar la posición de intermediaria entre el Azufre y el Mercurio –ya que puede considerarse como el resultado de la interacción de este último. Una vez resueltas las dificultades que esta transición podría presentar a la comprensión, queda un último aspecto a considerar respecto a este patrón de descenso de la palabra HEL a través de los versos:

1. AL I, 39: Th(ELH)MA;
2. AL I, 40: HLE;
3. AL I, 41: HEL.

Si insistimos un poco más en la metáfora utilizada previamente por nosotros en el presente trabajo y que busca equiparar simbólicamente la existencia de HEL dentro de Th(ELH)MA (AL I, 39) a la de un embrión dentro del útero, naturalmente De ello se deduce que el parto debe ser representado en AL I, 40 y su aparición como forma individualizada en AL I, 41. Aún dentro de esta particular línea de comparación, podríamos asimilar el marco que rodea la palabra HEL en AL I, 39 a la fuerza uterina. [Th(eta) – T] así como líquido amniótico [MH o MA – mh ou ma] que es inhalado activamente por el embrión a partir de una determinada etapa de su existencia (3). La inversión de los elementos de la palabra HEL entre AL I, 39 y AL I, 40 encontraría un paralelo biológico, por tanto, en la rotación que sufre el feto en las etapas terminales del embarazo humano. Esta rotación de 180 grados a lo largo del eje longitudinal tiene la función inmediata de asegurar el ajuste del extremo cefálico al canal de paso. Hemos hablado hasta ahora, evidentemente, de una gestación humana modelo, pero también podríamos –sin ver en ella ninguna pérdida del determinante simbólico y, por el contrario, una demostración completa de su carácter extremadamente fluido y dinámico– vincular la conformación del útero humano a su remoto antecesor filogenético, representado por el óvulo –ya sea en su figuración más inmediata o incluso en su designación tradicional como “Huevo del Mundo”. Desde este último punto de vista, las partículas que rodean la palabra HEL en AL I, 39 pueden interpretarse como una figuración de los dos hemisferios resultantes de la eclosión del “Huevo del Mundo”. Éste, a su vez, no es más que una figuración simbólica del Logos, es decir, esa Palabra que expresa las posibilidades inherentes a un determinado ciclo de manifestación. Este, sin embargo, es un tema que merece ser abordado de manera más extensa y quizás lo hagamos en otra oportunidad.

Notas:

(1) En griego en el original.

(2) Consúltese a este respecto el capítulo LIII de Gargantúa así como, más inmediatamente, el versículo AL II, 60.

(3) El líquido amniótico actúa así como una fuente suplementaria de oxígeno cuando se forma junto al tronco vascular placentario.

por Frater Sinn

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