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Cábala

La Cabalá de los hebreos

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Por Paul-Louis-Bernard Drach.

Después de expulsar a nuestro pseudo-cabalista de la posición que invadió, expondré lo que realmente es la Cabalá judía. Someto mis pruebas sin temor a la valoración de cualquier hombre de buena fe y buen poder judicial. Se verá que, según la doctrina fundamental de la Cabalá, el universo es una creación ex nihilo del poder infinito de Dios.

De hecho, toda ciencia debe tener un propósito práctico. Ahora bien, ¿qué es eso de la Cabalá? El Zohar, Código Principal de la Cabalá, Parte 2, col. 362, y después de él todos los cabalistas, responden que su objetivo es enseñar cómo se deben dirigir las intenciones orando a Dios; a qué esplendor y a qué atributo de Dios se debe recurrir principalmente en tal o cual necesidad; qué ángeles pueden ser invocados para obtener tu intercesión en determinadas circunstancias; ¿Con qué medios se protege uno contra la maldad de los espíritus malignos que llenan el aire? Precisamente para indicar con precisión estas intenciones, estas oraciones y estas fórmulas, el rabino Isaiah Hurwitz, uno de los cabalistas más eruditos del siglo XVII, compuso un voluminoso comentario cabalístico sobre las oraciones habituales de la sinagoga, bajo el título La puerta a Cielo. La consecuencia sigue de forma natural. La Cabalá enseña un Dios personal a quien debemos orar, mientras que los panteístas se hacen dioses. Dicen con un filósofo egipcio coronado: Meus est fluvius Meus, et ego feci memetipsum. (Ezequiel XXIX, 3).

Los promotores del panteísmo imaginaron llamar en su ayuda a la Cabalá porque a menudo se habla de emanación. Abusando de esta expresión, engañaron a un gran número de personas que no pudieron verificar los documentos del juicio. ¡Ey! Pues bien, es precisamente esta doctrina de la emanación la que confiere a la Cabalá el carácter eminentemente cristiano que ningún hombre de buena fe puede negarse a reconocer en ella. Nada es más fácil que mostrarlo.

La Cabalá distingue todo lo que existe en cuatro mundos, subordinados entre sí. 1° El mundo atzilútico (emanativo). 2° El mundo briático (creativo). 3° El mundo Yetzirático (formativo). 4° El mundo asiático (facticio, factivus). Los tres últimos, partiendo del mundo creativo, son, como ya lo anuncia su nombre, creaciones ex nihilo del poder divino, y de ningún modo emanaciones de la Esencia de Dios. Los textos que reporto más adelante son formales al respecto.

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fuente:

La Cabale des Hébreux de Paul-Louis-Bernard Drach.

https://www.esoblogs.net/6864/la-cabale-des-hebreux/

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Texto adaptado, revisado y enviado por Ícaro Arón Soares.

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