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Sitra Ajra

Jesucristo es un mito solar – Jesucristo nunca existió

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Ante el completo silencio histórico respecto de Jesucristo, así como sus evidentes vínculos con el mito de los dioses solares, Dupuis escribió lo siguiente: “Un dios nacido de una virgen, en el solsticio de invierno, que resucita en Pascua, en el equinoccio de primavera, después de haber descendido a los infiernos; un dios que lleva tras de sí a doce apóstoles, correspondientes a las doce constelaciones; que coloca al hombre bajo el imperio de la luz, no puede ser más que un dios solar, copiado de tantos otros dioses heliosísticos en los que abundan las religiones orientales. En el cielo de la esfera armilar de los Magos y Caldeos se veía a un niño colocado entre los brazos de una virgen celestial, a quien Eratóstenes presenta como Isis, madre de Horus. Su nacimiento fue el 25 de diciembre. Ella era la virgen de las constelaciones del zodíaco. Gracias a los rayos del sol, la virgen puede ser madre sin dejar de ser virgen... Se vio a una joven “Seclanidas de Darzana”, que en árabe es “Adrenadefa”, y significa virgen pura, casta, inmaculada y hermosa. ... Ella está sentada y da de mamar a un hijo que algunos llaman Jesús y nosotros llamamos Cristo.

Ya hemos visto que Jesús repite todos los misterios de los dioses solares y redentores, por lo que Heródoto, Plutarco, Lactancio y Firmicus pudieron afirmar que este dios redentor es el sol. Entonces Jesús es simplemente otro dios del sol.

Aún hoy, gran parte del rito cristiano es de origen solar. En la Biblia encontramos estas palabras: “Dios ha levantado su tienda al sol”, y también “Sobre vosotros los que teméis mi nombre, saldrá el sol de justicia y vuestra vida estará en sus rayos”.

Juan dice que “la palabra es la ley, la luz y la vida, la luz que ilumina los ojos de todos los mortales, la luz del mundo”. Y todavía llama a Jesús el “cordero”, el “Agnus Dei qui tollit peccata mundi”. Con esto, el Apocalipsis convirtió a Jesús en el “cordero pascual”, y la Iglesia lo adoró en forma de cordero hasta el año 680. Cristo era el Aries zodiacal, procedente de Agnus, con significado de fuego, el sol condensado.

Orígenes justificó el culto al sol, considerando su luz sensible y también su aspecto espiritual.

Tertuliano reconoció que el dogma de la resurrección tiene su origen en la religión persa de Mitra. Para San Crisóstomo, Jesús era el sol de la justicia; para Sinesio, el sol intelectual. Fírmico Materno describió a Jesús descendiendo a los infiernos, espléndido como el sol.

Domingo, día del Señor. el día de descanso, proviene de Dominus, el dios sol. El Señor.

Según Teodoro y Cirilo, para los maniqueos Cristo era el sol. Los saturnilianos creían que el alma tenía sustancia solar, abandonando el cuerpo y regresando al sol, de donde procedía, después de la muerte.

El antiguo rito del bautismo determinaba que el catecúmeno volviera su rostro, en primer lugar, hacia Occidente, para alejar de sí a Satanás, símbolo de las tinieblas.

Asimismo, las celebraciones del Sábado Santo recuerdan el mito de la lucha del sol contra las tinieblas, en Semana Santa. Las oraciones de este oficio son copias de himnos védicos. La palabra aleluya, que era el grito de alegría de los persas, adoradores del sol, cuando celebraban su regreso en Pascua, significa: alto y brillante.

Fueron necesarios muchos siglos para que la iglesia pudiera enajenar algo de lo que recordaba de que su culto era a un dios solar. Sin embargo, la historia escrita es inflexible y demuestra que todos los dioses redentores o solares eran tan adorados como el mitológico Jesucristo. Y aunque hubo largos períodos en los que se impusieron a hierro y fuego, no dejaron de caer, siendo hoy nada más que el polvo del pasado religioso del hombre.

Lo que es seguro es que Jesucristo es mitológico en origen, naturaleza y significado. Su aparición se produjo para responder a la tendencia religiosa y mística de la mayoría, que aún hoy teme las realidades de la vida y, por tanto, busca orientarse, algo fuera de la esfera humana, con la esperanza de
de esta manera podrás superarte a ti mismo y a los obstáculos que se presentan a diario.

El cristianismo es producto de las tendencias naturales de una época; aprovechados inteligentemente por los líderes cristianos. El judío pobre y oprimido, al no tener a quién recurrir, comenzó a esperar de Dios lo que sus semejantes le negaban. El sacerdote, aprovechando el deplorable estado de ánimo de una población hambrienta y, sobre todo, desesperada, resucitó a uno de los dioses antiguos, para devolver la esperanza al pueblo judío. Y así surgió otro mito solar, otro dios con todos los atributos divinos, igual que los que lo precedieron. El nuevo dios solar en cuestión es Jesucristo.

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