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Aspectos estúpidos-sociales en común en esta Era
El florecimiento del satanismo en los últimos años ha traído consigo una enorme ola de desinformación. No es extraño notar que los satanistas actuales buscan cada vez más ser “diferentes” de las masas y mostrar cuán “fuertes” son. A partir de entonces, una serie de mantras fueron dichos religiosamente por los satanistas actuales, tales como:
“Satanás es un símbolo, yo no lo adoro”
“Lucifer es el 'portador de la luz', no tiene nada que ver con el mal”
“Los demonios de goecia son partes del inconsciente”
“El satanismo es una filosofía de vida”
O el más común, “siempre he sido así, me descubrí en el satanismo”.
Tales argumentos, ampliamente utilizados en los años 90 en Brasil, sólo muestran que no tienen la capacidad creativa para generar nuevas razones para seguir una religión-filosofía, o simplemente asumir lo que son. El satanismo ha mostrado un aspecto progresista desde la época de Crowley: Crowley escribió textos que se refieren a la libertad y el poder de las mujeres. LaVey, a su vez, defendió a los travestis (ver The Devil Speaks) y todas las formas de expresión sexual. Una de las grandes recetas de Crowley fue la libertad y hoy muchos de los llamados satanistas no la entienden. Quieren destruir el cristianismo pero todavía quieren el conservadurismo. Quieren ser una “élite” debido a su “conocimiento oculto”, adquirido en gran medida a través de sitios como Morte Súbita Inc. y otros blogs, autores y personas anónimas que buscan atención, pero temen la práctica.
El deseo de ser oscuro, crear perfiles en las redes sociales llenos de Baphomet, sigilos de goecia y nombres de demonios (algunos incluso dicen “frater”) es posible, tal vez en busca de aceptación en “grupos” donde enseñan “maestros satanistas”. La estupidez, entonces, contaminando como un virus, se propaga y mantiene cautivas a personas que repiten “salve Lucifer” y que limitan su conocimiento a lo que la vida les depara; lo contrario que hace su propio ídolo, que no espera a que llegue el conocimiento, sino que va tras él. . . Siendo el conocimiento uno de los aspectos más importantes para definir a un verdadero satanista, debe ser lo suficientemente amplio como para cubrir varias áreas. El satanismo es una religión que lucha profundamente contra la ignorancia, y la repetición incesante del mismo tema, de la misma manera, desde el mismo ángulo, es una contradicción practicada por varios “satánicos”.
Es interesante notar que todo esto es contrario al satanismo mismo. LaVey fue un ejemplo de clase y discreción. Aunque era teatral y atraía público a su Iglesia, fomentaba la práctica de la magia baja o magia psicológica. La Baja Magia era formalmente una magia hecha para llegar a la psicología de las personas y luego hacer que llevaran a cabo sus deseos. Es interesante notar que la magia baja Es una práctica esencial en el satanismo, siendo la discreción su principal herramienta.
Por supuesto, sería ignorante por mi parte concluir que todos los practicantes modernos actúan de esta manera. Pero, a mi pesar, la infame “élite” satánica es otra masa de maniobras tan ignorantes como los evangélicos. Y también tiene sus pastores. A veces también me pregunto sobre la posibilidad de que los pastores satánicos puedan enriquecerse a costa de esta multitud – y honestamente, me inclino a creer que esto es una posibilidad peligrosamente real.
La magia satánica de Facebook
Como se mencionó anteriormente, la magia satánica se debilitó hasta el punto de convertirse en simples simpatías. Sí, dije simpatías.
Existen recetas tan toscas de “magia satánica” que difieren poco de las revistas wiccanas. Los practicantes actuales parecen limitar su magia a sigilos, pajas (llamadas magia sexual) y excusas para los fracasos habituales de su magia. La magia satánica es tan extraña que mezclan aspectos de la Umbanda con el satanismo. O el famoso “qu/k/imbanda”.
La quimbanda, una verdadera práctica de la mano izquierda, es peligrosa y tiene un potencial real. Sin embargo, sus practicantes actuales mezclan todo lo que pueden y forman una especie de “banda del caos” donde lo que viene es ganancia. De exu Baal, exu Satanás, y no me sorprendería encontrar un “exu Cthulhu” apareciendo en las carreteras. Esto me asusta de dos maneras:
a) falta de respeto a la tradición Quimbanda, a las entidades mismas y también al satanismo, que destruye ambas tradiciones.
b) un número creciente de charlatanes que predican esto en las redes sociales.
Cualquier practicante de magia puede mezclar sus prácticas y crear otras nuevas. Es absolutamente común, siempre se ha hecho. Sin embargo, se debe respetar la tradición cuando se enseña y el contenido debe transmitirse en la forma más pura posible. Cuando mezclas prácticas, terminas descartando algunas en favor de otras, y eso es bueno para ti. Pero para enseñar a los demás, la honestidad nos trae la opción de respetar la tradición y sus espíritus. Tener sentido común para separar lo que es tradición de lo que es invención personal es el paso más digno para honrar un linaje mágico.
La charlatanería crece cada día. Mezclan todo lo que pueden, crean vídeos para mostrar lo fuertes, grandes y poderosos que son sus templos. Crean oraciones, rosarios invertidos, imágenes gigantes de Baphomet/Beelzebub, prometen mundos cuando no pueden permitirse el lujo de sus propias vidas.
El satanismo requiere responsabilidad para los responsables.
En la práctica, esto significa que ningún satanista querrá mostrar al mundo lo fuerte y poderoso que es, porque es consciente de que no es todo eso, por mucho que lo espere. Por muy grandes que sean sus resultados mágicos, todo satanista tiene problemas como cualquier persona, lo que difiere es la forma de resolver estos problemas. El satanismo tiene una actitud emprendedora, que no deja lugar al lamento. La verdadera magia satánica, la alquimia negra, se hace cuando transformas tu forma de pensar. Si lograste matar a un enemigo, tener sexo con una chica, conseguir una propiedad, no eres todopoderoso, simplemente usaste bien tu magia.
Y si eres idiota, tus resultados no importan. La magia nunca salvó a nadie de su propia estupidez.
por rey
