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Criptozoología

Saci

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O Saci-Pererê Es un embrujo de bosques y zonas rurales. Originariamente pertenece al folklore del sur de Brasil. Su figura, muy pequeña, es la de un negro cojo. Lleva una gorra roja, fuma una pipa rudimentaria, el pito, y tiene las manos perforadas. El mito de los saci es resultado de la convergencia y mezcla de las creencias de las tres etnias que, históricamente, entre la colonización y el Imperio, formaron el pueblo brasileño: indios, portugueses y negros.

Entre los tupí-guaraníes, se le relaciona con un pájaro llamado Matinta-Perê [o Matinta-Pereira] que, erguido sobre una pata, emite un canto oscuro considerado siniestro. Hasta el día de hoy, una de las características y señal de la presencia del saci es su silbido. La tradición, nacida en el extremo sur, migró con los indios hacia el centro-oeste y sureste, llegando finalmente al noreste del país. El nombre popular del ave es de origen indígena: Saci, también llamado “Peito-ferido”.

Los portugueses fusionaron la idea del pájaro con las pequeñas criaturas de los bosques europeos, pequeños enanos, algunos malvados, otros simplemente traviesos que aparecen en los cuentos de hadas, como en el clásico Rumpelstiltskin de los Grimm: “un enanito muy feo bailando en un rueda de fuego con una pierna”. La idea del pájaro fue entonces antropomorfizada. Posteriormente, los negros aportaron su aporte concibiendo a los sacis como almas perdidas de niños mestizos, bastardos, fruto de las relaciones entre esclavos y amos, rechazados y muchas veces abandonados en los bosques.

Finalmente, cuando el mito se consolidó, entre los siglos XVIII y XIX, surgió una versión sobre el nacimiento del sacis, descrita por Monteiro Lobato [quien también fue investigador del folklore nacional] en su obra infantil y juvenil. el bolso: nacerían en los gajos del bambú gigante llamado Taquaruçu donde se desarrollarían hasta formarse plena y mágicamente, incluyendo el sombrero y el pito, romperían los tallos y conquistarían el mundo, yendo a granjas y aldeas donde practican sus “artes”: gorar huevos, chupar sangre de vacas y caballos, de éstos, también ocupados en trenzar sus crines, rezar el maíz en las cacerolas para frustrar la floración de las palomitas, agriar la leche, estropear los huevos, robar tabaco, que que tanto aman, haciendo desaparecer pequeños objetos para perturbar el orden doméstico, confundiendo el camino de boyeros y viajeros, asustando a los animales con su peculiar silbido... El saci hace estas travesuras sólo por diversión.

Como fantasma que es, el saci tiene el poder de aparecer y desaparecer por arte de magia y capturarlo es un procedimiento relativamente difícil. Según la tradición, relatada por Monteiro Lobato, la circunstancia ideal para atrapar un saci es en días de viento, cuando Aparecen remolinos de polvo y hojas secas. Producir estos remolinos es una de las diversiones de los sacis que, girando sobre su única pierna, se posicionan en el centro de la formación. El “cazador”, equipado con un colador en forma de “cruz” [que tiene dos bandas cruzadas como refuerzo en el recipiente], una botella de vidrio muy oscuro y un corcho también marcado con una cruz en la parte superior, se acerca al remolino y lanza el colador hacia la derecha. en el medio atrapa al elfo.

Luego, introducir la boca de la botella levantando ligeramente el colador: el saci, buscando la oscuridad, se refugia dentro de la botella, que luego debe ser tapada rápidamente. Allí permanecerás invisible, otro truco para hacerles creer que lograste escapar. Sin embargo, en un día muy caluroso, cuando el captor esté inmerso en una profunda somnolencia, se mostrará. Quien además de capturar logra hacerse con la gorra del elfo, adquiere poder sobre él, quien se convierte en esclavo de quien realiza la hazaña.

FUENTES:
CASCUDO, Luis da Cámara. Geografía de los mitos brasileños. São Paulo: USP Ed., 1983.
LOBED, Monteiro. Sací. São Paulo: Brasiliense, 1969.
ROMERO, Silvio. Cuentos populares de Brasil. São Paulo: USP Ed., 1985.

por Ligia Cabús

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