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Brujería y paganismo Sagrado Femenino

la gran diosa

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Ya hemos visto, en el texto sobre la historia de la Brujería, cómo surgieron las primeras ideas sobre la existencia de una Diosa Madre. Durante mucho tiempo estuvo reprimida por una sociedad extremadamente patriarcal. Pero hoy varios factores indican el regreso de la Diosa a la conciencia humana: el crecimiento del movimiento pacifista, el desarrollo de una fuerte conciencia ecológica, la mayor aceptación de los diferentes tipos de sexualidad, el reconocimiento de las características femeninas de la psique en los hombres, la participación cada vez mayor de las mujeres en los más diversos campos del conocimiento humano y el resurgimiento de la propia Brujería. ¿Pero quién es la Diosa para los brujos modernos?

Ella es la Señora de los Mil Nombres: dondequiera que el ser humano haya puesto un pie, hay un nombre para ella. Diana, Aradia, Morrígan, Isis, Arianrhod, Bhríd, Afrodita, Ishtar, Yemanjá, Hera, Nyandesy. Es un arquetipo universal. En Forest Wicca, la llamamos Diana, Señora de la Luna que baila en los cielos. Su símbolo es el triángulo invertido.

Es la Tierra misma, el planeta que es nuestra Madre y nuestro hogar, la que nos permite existir. Es en su cuerpo donde nuestro cuerpo está enterrado cuando morimos, porque de ella venimos y a ella debemos regresar. El cielo, en toda su inmensidad, también forma parte del cuerpo de la Gran Diosa. Ella no tiene límites, ni tampoco su Amor (ni su Furia).

La Diosa es triple: joven e indomable en la luna creciente, madura y madre en la luna llena, sabia y anciana en la luna menguante. En la luna nueva, especialmente en los tres días anteriores, la Diosa muestra su rostro oscuro e implacable. No nos ocuparemos de ello por ahora: descubrir este rostro debe ser una tarea personal1.

En su aspecto juvenil, la Diosa es llamada la Doncella. En este rostro posee la llama de todos los comienzos. Durante el período de su dominio, la luna creciente, se deben plantar las semillas de todos nuestros proyectos. La Doncella es virgen: posee a todos los hombres, pero ninguno la posee a ella. Representa el aspecto de lo Femenino que es completamente independiente de lo Masculino. Ella es salvaje, cazadora y guerrera. Tiene el vigor de la juventud y todo el poder del crecimiento y el cambio. Algunos ejemplos de Doncellas mitológicas son Artemisa (griega), Macha (irlandesa), Iansã (afrobrasileña) y Epona (gala).

Cuando la luna alcanza su plenitud y se llena, ha llegado el período dedicado a la Madre, quien derrama sus bendiciones sobre sus hijos en la forma de la luna brillante que reina en los cielos. Es ella quien permite que las semillas plantadas por la Doncella maduren y se cosechen en forma de frutos. También es el que nos da la inspiración para soñar con nuevos logros. La griega Deméter, la irlandesa Dana, la nórdica Freya, la gala Ceridwen, la egipcia Isis y la afrobrasileña Yemanjá son reflejos de este mismo rostro de la Gran Diosa.

La luna está menguando. Es hora de reflexionar. Durante este período, reina el aspecto de la Diosa conocida como la Bruja. Ella es la dueña de la purificación y la destrucción, y nos permite introspectar y analizar nuestros errores. Es un período de silencio: la Anciana se retira a los dominios de la muerte, donde permanecerá por un corto período y resurgirá en la forma de la Doncella. Es la Mano que Duele y Acaricia: puede proporcionarnos el impulso que necesitamos para cambiar nuestra psique u ofrecernos un arma para infligirnos daño a nosotros mismos. Diosas como Nemaín (irlandesa) y Hécate (griega) pueden relacionarse con este aspecto.

La Gran Diosa también puede aparecer en varias formas. Una de sus características es la diversidad. El estudio de diferentes mitologías mostrará al estudiante diligente varias otras manifestaciones del Sagrado Femenino. Dentro de nuestra Religión, sin embargo, siempre hay que tener presente que todas estas manifestaciones son sólo reflejos de una sola Diosa, que tiene diferentes formas de mostrarse ante los ojos de sus hijos.

Los wiccanos son los hijos ocultos de la Diosa. Tuyo es el privilegio de que sus necesidades sean satisfechas a través de Él. Es a nosotros a quien ella se revela en toda su plenitud, bendiciendo todos sus ritos. Ella no necesita sacrificios; A tus hijos sólo les pides amor y dedicación. Es una Diosa del Amor, tanto de la fuerte pasión carnal como del más puro sentimiento fraternal. Todos los actos de amor son tus rituales.

Para las mujeres, la Diosa representa su totalidad como personas. Les permite conocer tanto su poder creativo como su poder destructivo. Es a través de la Gran Madre que las mujeres alcanzan su mayor grado de comprensión de sí mismas, liberándose de todos los bloqueos, siendo quienes son: madres, amigas, vírgenes, amantes o hermanas. O todo al mismo tiempo.

Para los hombres, la Madre permite el despertar de sentimientos y facultades latentes o reprimidos. Les permite reconocer características de sí mismos que les han sido negadas por la sociedad durante siglos, sin que esto les cause vergüenza ni les haga menos hombres. La Gran Madre brinda a los hombres la posibilidad de conocerse verdaderamente a sí mismos2.

Si no encuentras a la Diosa dentro de ti, nunca la busques fuera de ti. Nunca pierdas tus esperanzas; al contrario, lucha siempre por lo que es más sagrado para ti. Cuando os parezca que vuestra búsqueda ha llegado a su fin sin arrojar ningún resultado, la Luz de la Gran Madre brillará en vuestro corazón en todo su esplendor. Este es el mayor de todos los Misterios.

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1″La luna llena, (…) , trae, aunque de forma oculta, un aspecto también oscuro. Es el lado oscuro de la maternidad, el lado terrible de las Grandes Madres, que puede manifestarse en cualquier momento. La luna negra se esconde detrás de la luna llena. (…) Es entonces cuando comienza a hacerse presente el lado de la madre castradora y devoradora, que ya no permite el desarrollo, sino que lo limita y restringe”. CAVALCANTI, Raïssa. – Las bodas del Sol y la Luna, Círculo do Livro, 1987, p. 71

2En el ensayo “Ariadna, la dama del laberinto”, Chris Downing enumera algunos de los dones de la Diosa a los hombres: “(…) fuerza, coraje, perspicacia, disposición a arriesgarse a explorar el propio laberinto, la propia alma, (…) ” . en HILLMAN, James (org.) – Frente a los dioses, Cultrix/Pensamento, 1992, p. 160

por Daniel Pellizzari, 1993

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