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Alquimia

El lenguaje hermético de los alquimistas

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El lenguaje criptográfico utilizado por los alquimistas tiene objetivos muy claros. El primero de ellos es confundir a los impuros de corazón. Cualquiera que se acerque al gran arte con objetivos poco ambiciosos terminará hirviendo líquidos tóxicos y puliendo piedras sin valor. La segunda razón es histórica, ya que pretendía proteger a los alquimistas de las figuras de autoridad o de la ignorancia de las masas, que no querían o ni siquiera podían entender los objetivos más importantes de los alquimistas.

Los animales suelen tener un significado especial, como por ejemplo representar los cuatro elementos. El unicornio o ciervo representa la tierra, el pez el agua, los pájaros el aire y la salamandra el fuego. El cuervo simboliza la fase de putrefacción del proceso, que se vuelve de color negro. Mientras que un barril de vino representa la fermentación.

La cueva representa la fase de disolución, cuando la materia se profundiza, se agrieta y se abre. En muchos textos, los metales están representados por los planetas correspondientes (ver los siete metales) porque los elixires se preparaban a partir de otros metales, además del oro y la plata. La escala representa aire, sublimación, proporciones naturales. La figura de un andrógino o Adán y Eva representan la materia prima, compuesta de mercurio y azufre.

El ángel simboliza el agua – “Espíritu de la Piedra” La materia prima, así como el propio alquimista, puede estar representada por el tonto, el peregrino o el viajero. La imagen de una roca, cuevas, montañas y otras representaciones de grandes bloques de piedra, bajo los cuales se encuentran tesoros. La escena también puede contener un árbol, un manantial, un dragón haciendo guardia, mineros trabajando, todo esto evoca la materia prima, que también es comparada con la virgen, que aún no ha recibido el principio masculino, o con una prostituta que es capaz de recibir todos los principios masculinos, comparando así la materia prima con la facilidad de unión con los metales. Es capaz de albergar en su interior todos los metales, a pesar de no ser metálico. Los alquimistas también llamaban lobo gris a la materia prima.

Un mendigo o una anciana representan el aspecto despreciable y repulsivo de la materia prima o raíz metálica. La leche de la virgen se designa mercurio común o primer mercurio porque fluye sin cesar de una cosa a otra, lo nutre todo y pasa de un ser a otro, incluso de la vida a la muerte y viceversa. El eje del mundo o el eje del trabajo del alquimista está representado por el árbol en el que la materia prima constituye la raíz.

Una lucha entre el dragón alado y el dragón sin alas, entre un perro y una perra o una salamandra con rémora, representa el combate entre lo volátil y lo fijo, lo femenino y lo masculino, o el mercurio y el azufre, los dos principios que son contenida en la materia. Mientras que la unión entre estos dos principios está representada por el matrimonio del rey y la reina, del hombre de rojo y la mujer de blanco, del hermano y la hermana (por provenir de la misma materia materna), de Apolo y Diana , del sol y la luna o unir vida con vida. Normalmente este matrimonio precede a la muerte y la tristeza.

Atrapar un pájaro significa arreglar lo volátil. El león verde normalmente se asocia con la sal. La persona iniciadora o la sustancia inicial (materia prima) puede estar representada por el hijo menor de una viuda (que representa a Isis) o de un rey, un soldado que ya ha cumplido el servicio militar, un aprendiz de herrero, un joven pastor, el hijo de un rey en edad de casarse y otros casos similares. El abismo, un arrecife y otros peligros de un viaje representan las precauciones o peligros que puede causar un incendio mal conducido.

El disolvente universal está asociado tanto a la sal como al mercurio y normalmente está representado por una fuente, león verde, agua de vida o muerte, agua de fuego, fuego de agua, agua que no moja las manos, agua bendita, viento, espada, farol, venado, un anciano, un servidor, el peregrino, el loco, madre loca, dragón, serpiente, Diana, perro, entre otros. Los alquimistas también utilizan alfabetos, anagramas y criptografía secretos y codificados. Además de simples señales que identifican una operación, sustancia u objeto.

La alquimia, además del aspecto espiritual, constituye una verdadera ciencia cuyo fin es comprender la materia y el cosmos, es decir, el microcosmos y el macrocosmos, además de intentar reproducir más rápidamente lo que la naturaleza tarda milenios en conseguir. Como en cualquier área del conocimiento, la alquimia tenía su propio lenguaje. Para intentar transmitir conocimientos que no había palabras concretas para expresar, utilizaban términos conocidos, que transmitían una idea rudimentaria de algún suceso. Así, utilizaron los términos Agua, Tierra, Aire y Fuego para explicar los cuatro elementos, correlacionándolos respectivamente con los estados líquido, sólido, gaseoso y con la energía. El fuego simbolizaba todo tipo de energía, incluida la energía inmaterial de los cuerpos, el estado "éter" o "etéreo". El concepto de estado gaseoso no llegó a ser conocido en Occidente hasta el siglo XVIII con las investigaciones de Lavoisier. Esto demuestra cuán adelantados estaban los alquimistas en relación a los sabios de su época.

Agua – penetrante, disolvente y nutritiva Tierra – solidez que estabiliza la materia, soporte del líquido Aire – gaseoso, expansivo, volátil Fuego – energía que acelera el proceso, calienta, ilumina Quintaesencia – Éter – equilibra y penetra los cuerpos, es la fuerza viva Tierra y el agua constituyen estados visibles, mientras que el fuego y el aire son estados invisibles.

Los cuatro elementos, sin embargo, no eran suficientes para expresar todas las características y por eso los alquimistas adoptaron los términos Azufre, Mercurio y Sal para expresar los tres principios y, al igual que los cuatro elementos, no representaban las sustancias mencionadas en en sí mismos, sino más bien sus propiedades materiales que podrían eliminarse o agregarse a las sustancias, posiblemente mediante reacciones químicas o transmutaciones.

El azufre –principio fijo– representa las propiedades activas –combustibilidad, acción corrosiva, el poder de atacar a los metales, y también el principio activo o masculino, el movimiento, la forma, el calor. Se considera el embrión de la piedra y se alimenta del mercurio, tal como está contenido en su útero. También es considerada la energía animadora y constituye el objetivo de la Gran Obra.

Mercurio –principio volátil– representaba las propiedades pasivas –maleabilidad, brillo, fusibilidad, la tensión de vapor débil, lo resbaladizo que toma diversas formas y lo fugitivo. Además de designar la materia, también designa otros aspectos como: el principio pasivo o femenino, lo inerte, lo frío. Mercurio también puede designar la materia prima, se le considera la madre de los metales o el agua primitiva que dio origen a todos ellos. Este es el segundo mercurio, el mercurio filosófico o mercurio doble que contiene los dos principios, el mercurio y el azufre. Al primer mercurio o mercurio común también se le llama disolvente universal.

Mercurio es a la vez el camino y el caminante, y la Gran Obra representa un viaje. Estos dos principios tienen propiedades opuestas y la mezcla de propiedades opuestas es muy importante en alquimia, es decir, el dualismo azufre-mercurio de todas las cosas.

Al mercurio también se le llama sal de los metales. En realidad, el mercurio al final del trabajo adquiere una triple cualidad. La sal –también conocida como arsénico– es el medio de unión entre las propiedades del Mercurio y las del Azufre, como fuerza de interacción, muchas veces asociada a la energía vital, que une el alma al cuerpo. En el ser humano, el azufre sería el cuerpo físico; mercurio, el alma y la sal, el espíritu mediador. Esta sal normalmente se reporta como fuego acuoso o agua ígnea y se obtiene del mercurio común en combinación con el fuego, obteniéndose así la llamada “agua que no moja las manos”. Al igual que el mercurio, también se dice que la sal es el disolvente universal. De hecho, lo fijo y lo volátil nunca se pueden separar, no hay mercurio que no contenga azufre, por lo que a veces la sal aparece con el nombre de uno de ellos dependiendo de la fase de la operación. La sal protege los metales para que no se destruyan completamente en el proceso y así queda la semilla, a través de la cual nacerá algo nuevo.
Los siete metales:

En la naturaleza, la tierra contiene “semillas” que dan lugar a los metales mediante un proceso de evolución y mejora. Todos los metales, con el tiempo, se transformarán en oro que contiene el equilibrio perfecto de los cuatro elementos. En alquimia no existe la materia muerta y todas las sustancias, animales, vegetales o minerales, están dotadas de vida y movimiento, es decir, tienen sus energías características.

Oro – representado por el Sol.

Plata – representada por la Luna.

Mercurio – representado por el planeta Mercurio.

Estaño – representado por Júpiter.

Plomo: representado por Saturno, ya que se lo considera pesado y lento.

Cobre – representado por Venus, maleabilidad, tranquilidad, belleza y placer.

Hierro – representado por Marte.

Laboratorio del alquimista

La práctica alquímica, de manera muy resumida, consiste en tomar la prima materia (materia prima primordial), eliminar sus impurezas (muerte y renacimiento), separar sus componentes (mercurio y azufre) y reunirlos nuevamente (a través de la sal). elementos volátiles, formando así la piedra filosofal. Sería como “liberar el espíritu a través de la materia y la materia misma a través del espíritu”, o incluso, hacer lo fijo, volátil y lo volátil, lo fijo, donde cada paso no se puede realizar de forma independiente.

El alquimista es un actor fundamental en los experimentos y no un simple observador. El experimento y el experimentador constituyen en alquimia una sola cosa. Esta visión del experimentador como participante está siendo adoptada ahora por la física cuántica, cambiando el término observador por participante. Por lo tanto, incluso si tenéis conocimiento práctico del proceso, si habéis perdido la pureza de vuestro espíritu, la Gran Obra no podrá completarse.

Varios alquimistas informan de doce procesos, en tres etapas o tres trabajos, para llevar a cabo la Gran Obra que, sin embargo, no corresponden literalmente a los nombres conocidos. Son: Calcinación – constituye la purificación del primer material por el fuego, sin reducir por ello su contenido en agua. Solución o disolución: la parte sólida se disuelve en agua, pero se informa que esta agua no moja la mano. El agua podría ser el propio mercurio. Se trata de una “disolución filosófica” en la que el disolvente mata los metales, por lo que esta fase es un símbolo de muerte para los tres reinos.

Separación: el mercurio se separa del azufre. Proporcionando un calor externo adecuado, el mercurio que contiene el azufre interno se coagula gracias a un artificio que constituye un secreto, el secretum secretorum, que es una marca divisoria entre la alquimia y la química. Este dispositivo consiste, metafóricamente, en capturar un rayo de sol, condensarlo, aprisionarlo en un frasco herméticamente cerrado y alimentarlo con fuego. La tierra permanece abajo mientras el espíritu asciende. Este paso completa el primer trabajo y cuando se completa correctamente podrás ver la formación de una estrella dentro de la botella. Conjunción – el mercurio y el azufre se unen nuevamente. Toda la operación debe realizarse en el mismo recipiente, y en esta etapa se cierra herméticamente la botella.

Putrefacción: el calor mata los cuerpos y se produce la putrefacción. Aparece un color oscuro, negruzco. Congelación: en esta etapa aparece un color blanquecino, un calor suave favorece este cambio. Cibação – a la materia seca se le deben agregar los componentes necesarios para alimentarlo.

Sublimación – fase en la que el cuerpo se vuelve espiritual y el espíritu se vuelve corpóreo, es decir, volatilizar lo fijo y fijar lo volátil, dependiendo un proceso del otro y no es posible fijar uno sin volatilizar el otro. Se informa que esta fase durará cuarenta días. Sin embargo, todo este proceso que finaliza con la sublimación comenzó con la conjunción y constituye la segunda obra. Fermentación: se agrega oro para hacer que el oro existente sea más activo.

Exaltación – un proceso similar a la sublimación, sería una resublimación. Multiplicación: en esta etapa se agrega una mayor cantidad de energía, pero no necesariamente es la materia la que aumenta. Proyección – prueba final de la piedra en sus usos normales, como la transmutación. El agente disolvente se convierte en el paciente sometido a la operación en la fase de coagulación. Por eso se compara la operación con un juego infantil de “carroña saltadora”, en el que una persona a veces salta sobre otra y otras veces es saltada.
El material crudo:

Este primer material que dará origen a la piedra filosofal constituye uno de los grandes secretos de la alquimia. Generalmente se describe como algo despreciado, inferior y sin valor. Se encuentra en todas partes, es conocido por todos, se barre de las casas, los niños juegan con él, pero tiene el poder de derrocar a los soberanos.

Entre los no iniciados, cada uno apuesta por un tipo de material tanto del reino animal como vegetal y mineral. Aries utilizaba minerales (especialmente plomo, cinabrio que contiene azufre y mercurio, estibina, un raro mineral sulfuroso, galena que es magnética), cenizas, heces, arcilla, sangre y cabello. La mayoría de ellos utilizan sus propias tierras, recogidas en un lugar preservado. La tierra quedaría impregnada de energía cósmica, del agua que contiene.

Esta materia no se encuentra sólo en el ámbito de la psique, como afirmó Jung, sino que también tiene su expresión en el ámbito material a través de un mineral que tiene propiedades vegetativas. Descubrir la materia prima no es lo principal, sino elevarla a un punto privilegiado para operaciones posteriores. Este enfoque sólo se logrará cuando el alquimista deje de lado la frontera ficticia entre los elementos constitutivos de su personalidad (físicos y espirituales) y el universo.

Normalmente se relaciona con el caos de la génesis, base de todo el proceso, que es a la vez material e inmaterial. Para descubrir la materia prima mineral, el operador y el objeto, el observador y lo observado, deben estar unidos. Esto significa abstraerse de la visión lógica y desarrollar una visión intuitiva. Esta visión puede aparecer después de un largo período de reflexión sobre los impasses insolubles de la alquimia, después de un estímulo externo como el ruido del viento, las olas del mar, los truenos y otros. De lo contrario quedará oculto tras una capa de ropa o una cáscara como un huevo.
El rocío:

Normalmente se utiliza el rocío para humedecer (bañar y nutrir) la materia prima. A medida que se condensa lentamente y desciende de la atmósfera, queda impregnado de energía cósmica. El mejor momento para recolectar el rocío es desde el equinoccio de primavera hasta el solsticio de verano, ya que tiene mayor energía. Normalmente se recoge con hojas extendidas sobre la maleza sin tocarla, eso sí.

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