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Vampirismo y licantropía

La Seducción de los Vampiros – Manual Práctico sobre Vampirismo

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El vampiro es ante todo un ser solitario. Al contrario de lo que puedas imaginar, tu eternidad lograda a través de pactos con el diablo es mucho más una maldición que una bendición. La alteración del ciclo natural de la vida te lanza a una nueva dimensión de la realidad transformada por la evolución de la sociedad; Por tanto, tu perspectiva sobre las relaciones es restringida, teniendo en cuenta que el amor puede ser un estado que decreta tu destrucción. Sin embargo, la energía humana, con todos los encantos y desencantos de quienes lo rodean, provocan en su espíritu pestilente una mezcla de deseo y miedo cada vez que se acerca a una víctima. Sabe que en la búsqueda del líquido esencial para su existencia puede encontrar formas y sentimientos que pondrán en duda su opción por la inmortalidad. Una mujer puede llevar dentro de sí encantos capaces de envolverla en redes de sensaciones carnales que inevitablemente conducirán a la pasión, y este sentimiento es peligroso ya que puede romper las barreras de la demoníaca, acercándolas a sentimientos comunes a todos los mortales.

Hay algunos casos de nosferatus que, enamorados de sus víctimas, son sorprendidos por la luz de la mañana, que resulta letal para su existencia nocturna. [NOTA: VER NOSFERATU] En el afán de succionar el fluido vital, encuentran escenarios que estimulan la pasión, y su ser, que a pesar de estar transcarnalizado conserva sentimientos humanos, puede engañarse por un momento, conduciéndolo por caminos prohibidos hacia su inmortalidad. Esta posibilidad muestra cuán terrible es la soledad de los vampiros.

Pero hablemos ahora de las formas reales que utiliza un vampiro para seducir a una persona y de cómo a veces son seducidos sin darse cuenta. Como ya se mencionó en un capítulo anterior, los sueños son un elemento que pueden utilizar los nosferatu, ya que en este mundo sus poderes son casi ilimitados. Al ver una víctima que le agrada, el vampiro busca la manera de penetrar en su estado inconsciente para dejar su huella. Por esta puerta ingresa al mundo de los sueños donde comienza a actuar, transmitiendo a su víctima los más deliciosos momentos de éxtasis sexual. Según relatos de personas que han pasado por esta experiencia, y que no tuvieron vergüenza de contarlo, todo comienza con una ligera brisa que envuelve los sentidos en una letárgica sensación de abandono. El cuerpo se convierte en un elemento ligero que poco a poco es conducido en vuelos milagrosos por las manos del seductor. Poco a poco, la desnudez lasciva abre las puertas a extraños caminos sensuales y la víctima se siente poseída por una infinidad de imágenes que se vuelven cada vez más reales. Flotando por una infinidad de imágenes que se vuelven más reales. Flotando bajo el espacio, las venas sanguíneas se dilatan para permitir la entrada de los fluidos del vampiro, canalizando en un solo instante un torbellino de placeres infernales similares a los descritos por el poeta italiano Dante Alighieri, en la Divina Comedia. El infierno deja de ser un miedo para la persona vampirizada y se convierte en una atracción. Nubes de éter invaden todas las moléculas del cuerpo, arrojándolo a una dimensión lejana, lejos de la racionalidad de la vida cotidiana común a todos los hombres.

Al despertar, la persona difícilmente se dará cuenta de que es víctima de una artimaña vampírica; Sin embargo, en cuanto entre en contacto con quien la conduce por estos exóticos senderos, lo identificará inconscientemente, e inevitablemente lo invitará a su cama, sin saber que está atrayendo hacia ella a un amante tan hábil que él poder agotarla por completo... [NOTA: VER CROWLEY]

Una de las limitaciones de nosferatu es que no puede entrar a una casa sin ser invitado por alguien que vive allí; Por tanto, la fascinación sensual que ejerce sobre las mujeres facilitará muchas veces esta tarea, llegando incluso a ser ardientemente deseada, dejando la falsa sensación de que está siendo seducido, cuando en realidad está seduciendo para sus fines diabólicos.

Una de las características comunes a casi todos los vampiros es la bisexualidad. No importa el sexo de la víctima, sino el fluido que de ella mana para aumentar la vida de quien transgredió la muerte.

Sin embargo, la bisexualidad es más latente en las vampiras. Tu víctima se enamorará de la anémica y emocional fragilidad que falsamente dejaste ver, y dejará que el semen de tu vientre sea succionado por la boca afligida de quien busca la inmortalidad. Sus lenguas se encontrarán en un plano de ardiente sensualidad que poco a poco va aumentando hasta el momento supremo del “beso de fuego”. A partir de ese momento, sus cuerpos quedarán igualmente contaminados por el virus de la lujuria vampírica, que evolucionará hasta el punto de que uno posee completamente al otro, en una pasión diabólica que se extenderá hasta los rincones más recónditos del infierno astral. Tras completar este ritual, que puede tardar días en alcanzar el éxtasis supremo, los vampiros iniciarán nuevas búsquedas, formando a su alrededor un ciclo de orgías interminables, donde se bebe semen en la gloria de Satán y se derrama sangre para la perpetuación de la carne. . .

A pesar de los atractivos caminos que conocen los vampiros para alcanzar los placeres más salvajes de la carne, nunca se puede esperar de ellos el amor, ya que sus instintos apasionados son narcisistas, encaminados pura y simplemente a alimentarse, satisfaciendo sus anhelos de belleza y juventud, sin preocupándose por quienes les prestan energía. De hecho, no hay intercambio; todo fluye sólo hacia sí mismo, transformando el otro cuerpo, después del agotamiento, en una bolsa vacía, con la que puede hacer lo que quiera. Aunque el cuerpo de un vampiro puede ser modificado, este nunca reflejará ningún tipo de brillo, teniendo la función de simplemente absorber. Por lo tanto, tu imagen no existe en los espejos y tu sombra queda aprisionada, impidiendo cualquier tipo de propagación energética por simple que sea. Para los vampiros sólo es posible proyectarse en el corazón de sus víctimas, que a su vez, tras ser absorbido, pierde su brillo, como si un diamante después de haber sido demasiado pulido se convirtiera en una roca opaca y sin vida.

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