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Las noticias más conocidas y aceptadas sobre un fin del mundo es diluvio bíblico, cuya datación incierta varía entre la canónica católica, que fija el acontecimiento hace aproximadamente 4 mil y 500 años [CRONOLOGÍA BÍBLICA] a fechas mucho más tempranas, basadas en estudios geoarqueológicos, que varían entre hace 10 mil, 15 mil o incluso 40 mil años, esta última fecha, ubicada después de la Glaciación Wurm IV [GILGAMESH – Introducción, p 56]. Esto se debe a que este Diluvio, registrado en el Libro del Génesis, tiene un ancestro más antiguo en las tablillas caldeas, por lo que resultó casi imposible definir exactamente el momento en que ocurrió. Además, se especula que puede haber ocurrido no sólo una gran inundación global o semiglobal, sino varias.
En la Biblia, el patriarca Noé y su familia fueron los únicos supervivientes de la tragedia, resguardados en un arca o barco que habría sido construido según las especificaciones proporcionadas por el mismo Dios, Creador del Universo. Sin embargo, los arqueólogos, aquellos buscadores de la verdad, descubrieron que la hazaña de Noé no carecía de precedentes. Antes que él, los caldeos Utnapichtim, que aparece en la saga del héroe mesopotámico Gilgamesh, habría tenido una experiencia similar, si no la misma, escapando de la muerte bajo las aguas gracias a la advertencia del dios Ea.
En aquellos días el mundo pululaba, la gente se multiplicaba, el mundo rugía como un toro salvaje y el gran dios se despertaba con el grito. Enlil escuchó el grito y dijo a los dioses en consejo: 'La agitación de la humanidad es intolerable...' Entonces los dioses acordaron exterminar a la humanidad. Enlil así lo hizo pero Ea… me advirtió [el Utnapichtim] en un sueño… '¡Desmantela tu casa y construye un barco, abandona tus posesiones y cuida tu vida, desprecia los bienes mundanos y salva la vida de tu alma! … Haz un barco. Y estas son las medidas de la barca... que su vado sea igual a su eslora, que su cubierta tenga techo... y luego lleva en la barca la semilla de todo ser viviente'. … [ÉPICA DE GILGAMESH, p. 155/156]
Por Ligia Cabús
