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PSICÓPATA

Constantin Noica y las seis enfermedades del espíritu contemporáneo

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C.Baptista

"Todavía veo un hecho claro de que un gran hombre no puede ser imitado. Sin embargo, el humanismo sueña con esto: ofrecer prototipos que sean, de una forma u otra, imitados. Pero el absurdo de la pedagogía es supremo. Porque ni siquiera en la vida de un santo hay nada 'ejemplar', no hay nada que imitar. Si no se realiza por sí sola, cualquier vida es un fracaso, un retraso.. (1)

"Y si fue posible ver en el hombre el “ser enfermo del universo”, probablemente fue por estas seis enfermedades, no por sus dolencias físicas o sus neurosis. Naturalmente, todavía no habían sido nombradas, y tal vez no habían sido claramente relacionadas con las “crisis” espirituales del hombre; Nos parece, sin embargo, que siempre se ha hablado de ellos, porque, en cualquier caso, sólo ellos, siendo constitutivos del hombre, pueden autorizarnos a decir que es un “ser enfermo”.”. (dos)

El filósofo rumano CONSTANTIN NOICA (Vitănești -Teleorman 12/25 de julio de 1909-Sibiu, 4 de diciembre de 1987) es todavía poco leído en Brasil, pero quizás, en el siglo XX, ningún otro pensador además de él fue capaz de comprender en todas sus implicaciones la vasta dimensión del drama humano, al buscar en su obra de madurez “Las seis enfermedades del espíritu contemporáneo” la “relaciones diferentes que tienen entre sí los rasgos definitorios de todo ser, de toda realidad existente: la individualidad, la generalidad y las determinaciones que sitúan la individualidad en la generalidad”, como señala el profesor Olavo de Carvalho, responsable de la introducción, edición y notas de la publicación en portugués. (3)

Utilizando un cuadro clínico como alegoría de los dilemas que afectan al hombre, Noica formuló una tipología de síntomas que identifican sus enfermedades mentales, superiores a las enfermedades somáticas y psíquicas, porque:

"Ninguna neurosis podría explicar la desesperación del Eclesiastés, el sentimiento de nuestro exilio en la Tierra o de nuestra alienación, el aburrimiento metafísico, la conciencia del vacío y del absurdo, la hipertrofia del yo o la rebelión sin objetivo; ninguna psicosis podría explicar el “furor” económico o político, el arte abstracto, el “demonismo” técnico, ni quizás ese formalismo extremo que hoy, en todos los ámbitos de la cultura, consagra la primacía de la exactitud sobre la verdad.”. (4).

Las enfermedades espirituales son enfermedades ónticas, los que verdaderamente constituyen al hombre, como el ser también puede enfermar, siendo “afectados en los seres vivos e inanimados, éstos quedan secretamente bloqueados por una de estas enfermedades, que sin embargo se esconden detrás de la aparente estabilidad de las cosas; pero, si está afectado en el hombre, éste, gracias a su superior inestabilidad, revela su enfermedad a plena luz del día.”. La primera de estas enfermedades es la falta del individuo, la todedita.

“Este hombre respirará, como todos, pero el aire que respirará será condicionado y “general”, no este aire particular de su tierra, cuyo olor tan bien no supo reconocer; se alimentará, por supuesto, pero también de sustancias generales; se esforzará, como siempre, en la vida del conocimiento, pero se interesará más por la esencia que por las realidades particulares; y si alguna planta todavía puede deslumbrarte, seguro que habrá brotado en un invernadero. En ninguna parte del cosmos encontrará esa realidad individual, el sabor particular de “esta cosa de aquí”, el tode-ti del filósofo griego, cuya ausencia nos hace sufrir mucho más que la imperfección. Tanto él como las cosas que le rodean ya no tendrán una realidad particular. Por lo tanto, de vez en cuando debe regresar a la tierra para curar su todetitis”.. (5)

La segunda de las enfermedades que aqueja al hombre es la falta de lo general, la necesidad de encontrar al individuo auténtico da lugar a su contrario, “la enfermedad en la que el sufrimiento no proviene de la falta del individuo, sino, por el contrario, de la falta de lo general”. el del general. Si volvemos a apelar a la lengua griega, el “general”, Kathoulou, le da su nombre: catolita”. Este merece un tratamiento aparte, ya que abarca a toda la humanidad sin distinción, o:

"En cierto sentido, la catolitis es la enfermedad espiritual típica del ser humano, tan atormentado por la obsesión de elevarse a una forma de universalidad. Cuando, mediante un gesto elemental de lucidez, el hombre despierta de la hipnosis de los sentidos comunes que generalmente lo manipulan –en interés, de hecho, de la especie y de la sociedad–, busca por todos los medios curarse de su amargura de ser un simple existencia individual, sin ningún significado general. Luego busca, a través de la mayoría de sus compromisos deliberados, captar significados generales. Muy a menudo cae en la trampa de los sentidos prefabricados (como las “ideologías” de su tiempo), que no son más que falsas medicinas, incapaces de curar en profundidad su enfermedad. Por tanto, cuando el hombre –incluso el más mediocre– prolonga su gesto de lucidez lo suficiente como para darse cuenta de la inutilidad del general al que se ha consagrado, su catolitis recupera toda su virulencia.”.(6)

Otra enfermedad está relacionada con las determinaciones del ser y explica el horror del hombre que no puede actuar de acuerdo con sus propios pensamientos y convicciones, el horetitis o falta de determinaciones. En este caso,

“… además de lo general y lo individual, los seres, para realizarse a sí mismos, también necesitan determinaciones adecuadas, es decir, manifestaciones que puedan armonizar tanto con su realidad individual como con el significado general por el que luchan. Y como la enfermedad se produce por la imposibilidad de obtener tales determinaciones, se podría denominar horetitis, teniendo en cuenta el griego horos, que significa “término”, “determinación”. Esta enfermedad expresaría entonces el tormento y la exasperación del hombre por no poder actuar de acuerdo con sus propios pensamientos y convicciones.”.(7)

A las enfermedades que provocan desórdenes generales en el espíritu les siguen aquellas que se unen al repertorio patológico de Noica y se presentan como resultado no de una carencia, sino del rechazo de un aspecto particular del ser, de uno de sus tres términos constitutivos, poseyéndolo. aspecto inminentemente privadoacatolia, atodecia y ahorecia. Más extraños que los primeros, el filósofo rumano los ilustra en la cultura como un “espejo de aumento de nuestra vida espiritual”. La siguiente tabla, adaptada de NOICA (2011), asocia cada una de estas enfermedades de “carencia” y “rechazo” con ejemplos en el ámbito de la creación literaria.

LAS SEIS ENFERMEDADES DEL ESPÍRITU CONTEMPORÁNEO – EJEMPLOS EN EL ÁMBITO DE LA CULTURA

Causa inmediata RECHAZO FALTA DE CARGO
Necesidad insatisfecha Enfermedad – Ejemplo Enfermedad – Ejemplo
Generalidad

Individualidad

determinaciones

1. Acatolía D. Juan

2. Atodecia – Tolstoi

3. Ahorécia – Godot

4. Birotteau de Catolita

5. Todetita Los Demonios

6. Horetita Don Quijote

Fuente: NOICA (2011)

Aquí, a modo de resumen de las peculiaridades de las enfermedades del espíritu, cabe repetir, finalmente, las propias palabras de Noica:

"A diferencia de las enfermedades comunes, que provocadas por las más variadas circunstancias y agentes son innumerables, las enfermedades de orden superior, del espíritu, no pasan de seis, pues reflejan las seis precariedades posibles del ser.

La primera surge de la precariedad del orden general en una realidad individual dotada de sus determinaciones. Está en el hombre, catolito.

La segunda se debe a la precariedad de una realidad individual que debería asumir las determinaciones inscritas en un orden general: es todedite.

La tercera situación ontológica está provocada por la falta de determinaciones apropiadas de una realidad general que ya tiene su forma individual: es la horetita.

El cuarto se presenta como el opuesto simétrico del anterior: aquí el individuo que, después de haber alcanzado un significado general, es incapaz (o se niega, en el caso del hombre) a darse determinaciones específicas. Es ahorecia.

El quinto de ellos proviene de la precariedad –y en el hombre, la incomprensión– de cada realidad individual en armonía con una general que ya habría sido concretada gracias a diversas determinaciones. Es la atodecia.

Finalmente, la sexta precariedad del ser proyecta (deliberadamente, en el hombre) en una realidad individual determinaciones que no se sustentan en ningún sentido general: es acatholia..

Referencias

NOICA, Constantín. Diario filosófico. São Paulo: sus realizaciones, 2011.

_______________. Las seis enfermedades del espíritu contemporáneo. Río de Janeiro: Ed. BestBolso, 2011. B

NOTAS

  1.  NOICA, Constantin (A), pág. 80
  2. NOICA, Constantin (B), pág. 44.
  3. Prefacio de Olavo de Carvalho (NOICA, Constantin. Las seis enfermedades del espíritu contemporáneo. Río de Janeiro: Ed. BestBolso, 2011.
  4. NOICA, Constantin (B), pág. 19.
  5. Ibidem, p. 22.
  6. Ibidem, p. 23.
  7. Ibidem, p. 24.
  1. Ibidem, p. 44.

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