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Cábala

Los Misterios de la Cabalá – Isis sin velo

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N. Compilador
AIN SOPH – Lo “Ilimitado” o Infinito; la divinidad que emana y se expande. En Cabalá, el Anciano de Ancianos; el eterno; la Primera Causa. Para los primeros cabalistas caldeos, Ain Soph estaba “sin forma ni ser”, sin ningún parecido con ninguna otra cosa. La Divinidad es Nada, es inanimada y, por eso, se llama Ain Soph, Ain significa Nada.

SEPHIROT – [Plural de Sephira]. – Son las diez emanaciones de la Divinidad; la más elevada es la formada por la concentración de Ain Soph Aur o Luz infinita y cada Sephira produce, por emanación, otra Sephirah. Los nombres de los diez Sephiroth son: 1º) Kether, la Corona; 2º) Chokmah, Sabiduría: 3º) Binah, Inteligencia; 4º) Chesed, Misericordia; 5º) Geburrah, Poder; 6º) Tiphereth, Belleza; 7º) Netzach, Victoria; 8º) Hod, Esplendor; 9º) Jesod, Fundación; 10º) Malkuth, Reino. (G. Teosófico de HPB)

Los “Diez Miembros” del “Hombre Celestial” son los Diez Sephiroth, pero el primer “Hombre Celestial” es el Espíritu Inmanifestado del Universo, y nunca debe ser distorsionado y confundido con el Microposop o Microcosmos, el Rostro o Aspecto Menor, el prototipo del hombre en el plano terrenal. El Microcosmos, como dijimos, es el Logos manifiesto, y hay muchos de esos Logos. (La Doctrina Secreta de HPB).

LAS DIVERSAS REPRESENTACIONES DE LAS DEIDADES, “AIN-SOPH Y EL SEPHIRÔTH”.

Ahora prestaremos atención a algunos de los misterios más importantes de la Cabalá y estudiaremos sus relaciones con los mitos filosóficos de varias naciones.

En la Cabalá oriental más antigua la Divinidad es representada como tres círculos en uno, rodeados de una cierta exhalación caótica o humeante. En el prefacio del Zohar, que transforma los tres círculos primordiales en TRES CABEZAS, se describe sobre éstas una exhalación o humo, ni negro ni blanco, sino incoloro, y circunscrito a un círculo. Esta es la Esencia desconocida. El origen de la imagen judía quizás se remonta a Poimandres de Hermes, el Logos egipcio, que aparece en una nube húmeda, como humo que se escapa de ella. En el Zohar, el Dios supremo es, como mostramos en el capítulo anterior, y como en el caso de las filosofías hindú y budista, una pura abstracción, cuya existencia objetiva es negada por esta última. Es Hokhmanh, la “SABIDURÍA SUPREMA”, que no puede entenderse mediante la reflexión, y que reposa dentro y fuera del CRÁNEO DE CARA LARGA (Sephirah), la más alta de las tres “Cabezas”. Es el “infinito Ain Soph”, la Nada.

NC Agregamos la figura de SEPHÎR, creando tres triángulos, para que el lector tenga un punto de referencia para las explicaciones del texto.

Las “tres cabezas”, superpuestas entre sí, evidentemente fueron tomadas de los tres triángulos místicos de los hindúes, que también aparecen superpuestos. La “cabeza” superior contiene la Trinidad en el Caos, de la cual surge la trinidad manifiesta. Ain Soph, el eterno no revelado, que es ilimitado e incondicionado, no puede crear, y por eso nos parece un gran error atribuirle un “pensamiento creativo”, como hacen hábilmente los intérpretes. En todas las cosmogonías, esta Esencia suprema es pasiva; si es infinito, ilimitado e incondicionado, no puede tener pensamientos ni ideas. Ella actúa no como resultado de la voluntad, sino en obediencia a su propia naturaleza y de acuerdo con la fatalidad de la ley de la que ella misma es la encarnación. Por lo tanto, para los cabalistas hebreos, Ain Soph no existe, ya que es incomprensible para nuestros intelectos finitos y, por lo tanto, no puede existir para nuestras mentes. Su primera emanación es Kether, la corona. Cuando llega el momento de un período activo, se produce una expansión natural de esta esencia Divina de adentro hacia afuera, obediente a la ley eterna e inmutable. De esta Luz Eterna e Infinita (que para nosotros es oscuridad) se emite una sustancia espiritual. Siendo ésta la Primera Sephirah, que contiene en sí misma las otras nueve Sephiroth o inteligencias. En su totalidad y unidad, representan al hombre arquetípico, Adán-Cadmo, que en su individualidad o unidad es todavía dual, o bisexual, dicen los griegos, pues es el prototipo de toda la Humanidad. Tenemos así tres trinidades, cada una contenida en una “cabeza”. En la primera cabeza, o rostro (la Trimûrti hindú de tres caras), encontramos a Kether, el primer andrógino, en el vértice del triángulo superior, que emite Hokhmah, o Sabiduría, una potencia masculina activa –también llamada Iâh– y Binah. , o Inteligencia, un poder femenino y pasivo, también representado por el nombre Yahvé. Estos tres forman la primera Trinidad, o "rostro", de los Sephiroth. De esta Tríada emanó Jesed, o misericordia, una potencia masculina activa, también llamada Eloah, de la cual emanó Geburah, o justicia, también llamada Pa'had, una potencia femenina pasiva; de la unión de ambos surgió Tiphereth, la belleza, la misericordia, el Sol espiritual, conocido por su divino nombre Elohim; y se formó la segunda Tríada, “rostro” o “cabeza”. Ésta, a su vez, emanó la potencia masculina Netzah, Firmeza o Yehovah-Tsabaôth, que dio origen a la potencia femenina pasiva Hod, Esplendor o Elohim-Tsabaôth; los dos produjeron a Yesod, Fundación, que es el poderoso existente, El Hay, proporcionando así la tercera trinidad o “cabeza”. El décimo Sephirah es más bien una díada y está representado en los diagramas como el círculo inferior. Es Malkhuth, o Reino, y Shekhînah, también llamados Adonai y Querubines entre las huestes angélicas. La primera “cabeza” se llama mundo intelectual; la segunda “cabeza” es el mundo Sensual o de la Percepción, y la tercera es el mundo material o físico.

EL UNIVERSO ANTES TENÍA FORMA. LA PRIMERA RELIGIÓN DE LA SABIDURÍA.

“Antes de haber dado forma al universo” – dice la Cabalá -, “antes de haber producido forma alguna, estaba solo, sin forma ni semejanza con nada. ¿Quién podrá entonces entenderle tal como era antes de la creación, ya que no tenía forma? Por tanto, está prohibido representarlo mediante cualquier forma, semejanza, o incluso mediante su nombre sagrado, mediante una simple letra o un simple punto. (…) El Anciano de los Ancianos, el Desconocido de los Desconocidos tiene forma, pero no tiene forma, porque no puede ser comprendido. Cuando asumió por primera vez una forma en Sephirah, su primera emanación, nueve luces espléndidas emanaron de él”.

Volveremos ahora a la cosmogonía esotérica hindú y a la definición de Aquel “que es y no es”.

“De Aquel que Es, de ese Principio inmortal que existe en nuestra mente pero que no puede ser percibido por los sentidos, nace Purusha, el divino masculino y femenino, que se convierte en Nârâyana, o Espíritu Divino que se mueve en las aguas”.

Svayambhû, la esencia desconocida de los brahmanes, es idéntica a Ain Soph, la esencia desconocida de los cabalistas. Así como éstos, el Nombre Inefable no puede ser pronunciado por los hindúes, bajo pena de muerte. En la antigua Trinidad primitiva de la India, que ciertamente puede considerarse prevédica, el germen que fecunda el principio materno, el óvulo mundano o el útero universal, se llama Nara, el Espíritu, o Espíritu Santo, que emana de la esencia primordial. Al igual que Sephirah, la emanación más antigua, se le llama punto primordial, y Cabeza Blanca, por ser el punto de luz divina que surge de la oscuridad insondable e infinita. En Manu es “NARA”, o el Espíritu de Dios, quien mueve “Ayana [Caos, o lugar de movimiento], y por eso se llama NÂRÂYANA, lo que se mueve en las aguas”. En Hermes el egipcio leemos: “En el principio de los tiempos no había nada en el caos”. Pero cuando apareció la Palabra, que surgió del vacío como “humo incoloro”, entonces “esta Palabra se movió sobre el principio húmedo”. Y en Génesis [I,2] leemos lo siguiente: Y las tinieblas cubrieron el abismo [caos], y el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas”. En Cabalá, la emanación del principio pasivo primordial (Sephirah), dividiéndose en dos partes, activa y pasiva, emite Hokhmah-Sabiduría y Binah-Yehovah, junto con estos dos acólitos, que completan la Trinidad, se convierte en el Creador de la Universo abstracto, siendo el mundo físico la producción de poderes posteriores y aún más materiales. En la cosmogonía hindú, Svayambhû emite Nara y Nârî, su emanación bisexual, y dividiendo sus partes en dos mitades, masculina y femenina, éstas fecundan el óvulo cósmico, en el que se desarrolla Brahma o más bien Virâj, el Creador. “El punto de partida de la mitología egipcia” – dice Champollion – “es una tríada (…) a saber, Kneph, Neith y Phtah; y Ammón, el varón, el padre; Mult, lo femenino, la madre; y Khonsu, el hijo”.

LOS DIEZ SEPHIRÔTH SON LLAMADOS “SEÑORES DE TODOS LOS SERES”.

Los diez Sephiroth son copias tomadas de los diez Prajâpatis creados por Virâj, llamados “Señores de todos los seres”, y correspondientes a los patriarcas bíblicos.

Justino Mártir explica algunas de las “herejías” de su época, pero de una manera bastante insatisfactoria. Señala, sin embargo, la identidad de todas las religiones del mundo en sus puntos de partida. El primer comienzo se abre invariablemente con la divinidad desconocida y pasiva, que produce de sí misma un cierto poder o virtud activa y “racional”, que unas veces se llama SABIDURÍA, otras veces HIJO, y todavía Dios, Ángel, Señor y Logos. Este último término se aplica a veces a la primera emanación, pero en varios sistemas procede del primer rayo andrógino o doble producido al principio por lo invisible. Filón describe esta sabiduría como masculina y femenina. Pero aunque su primera manifestación tiene un comienzo, ya que procede de Olam (Aiôn, tiempo), el más grande de todos los Aeôns, cuando es emitido por los Padres, permanece con él antes de todas las creaciones, ya que es parte de él. Por eso, Filón el judío llama “mente” a Adán-Cadmo (la Ennoia de Bythos, en el sistema gnóstico). “Que la mente se llame Adán”.

EL LIBRO DEL GÉNESIS UNA COMPILACIÓN DE LAS LEYENDAS DEL MUNDO ANTIGUO.

En rigor, es difícil concebir el Libro judío del Génesis como algo más que una chispa del tronco del árbol cósmico de la Cosmogonía universal, traducida a alegorías orientales. Así como cada ciclo es sucedido por un ciclo, y una nación tras otra sube al escenario del mundo para desempeñar su breve papel en el majestuoso drama de la vida humana, así cada nuevo pueblo deriva de las antiguas tradiciones de su propia religión, dando un color local y marcándolo con sus características individuales. Aunque cada una de estas religiones tiene sus rasgos distintivos, mediante los cuales, a falta de otros vestigios arcaicos, se puede estimar la categoría física y psicológica, todas ellas conservan un vínculo común con un prototipo. Este culto primordial no era otro que la primitiva “religión de la sabiduría”. Las Escrituras israelitas no son una excepción. Su historia nacional –si es que pueden reclamar alguna autonomía antes del regreso de Babilonia, donde no eran más que sectas migratorias de hindúes marginados– no puede remontarse a antes de Moisés; y si este antiguo sacerdote egipcio debe, por necesidad teológica, ser transformado en un patriarca hebreo, debemos insistir en que la nación judía sea extraída de los juncos del lago Moeris. Abraham, su supuesto padre, pertenece a la mitología universal. Es muy probable que sea uno de los numerosos aliados de Zeruan (Saturno), el rey de la edad de oro, también llamado el Anciano (emblema del tiempo).

Ahora los asiriólogos demuestran que en los antiguos libros caldeos, Abraham es llamado Zeru-an, un hombre rico en oro y plata, un príncipe poderoso. También se le llama Zarouan y Zarman, un anciano decrépito.

LA TORRE DE BABEL, CONSTRUIDA POR LOS DESCENDIENTES DE SEM.

Eupolemos dice que Abraham nació en Camarina o Ur, ciudad de heraldos de la Verdad, y que inventó la Astronomía. Josefo afirma lo mismo de Taré, el padre de Abraham. La Torre de Babel fue construida tanto por los descendientes directos de Sem como por los “malditos” Cam y Canaán, porque en aquellos tiempos el pueblo era “uno” y “toda la tierra hablaba la misma lengua”; Babel era sólo una torre astrológica y sus constructores fueron astrólogos y seguidores de la religión primitiva de la sabiduría, o incluso de lo que llamamos la doctrina secreta.

La Sibila Berosiana dice: Antes de la Torre, Zeru-an, los Titanes y Yapetosthes gobernaban la Tierra; Zeru-an quería ser supremo, pero sus dos hermanos se resistieron, hasta que su hermana Astlik intervino y los apaciguó. Se acordó que Zeru-an gobernaría, pero sus hijos varones serían sentenciados a muerte, y los titanes fuertes fueron designados para llevar a cabo esta tarea.

LOS MISTERIOS DEL ESPÍRITU HUMANO Y LA CORONA INMORTAL.

Elam, otro de los hijos de Sem, es Olam y se refiere a un orden o ciclo de acontecimientos. En Eclesiastés, III, 11, se le llama “mundo”. En Ezequiel, XXVI, 20, de “de tiempos antiguos”. En Génesis, III, 22, la palabra tiene el significado de “para siempre”; y en el cap. IX, 16, de “eterno”. Finalmente, el término queda completamente definido, en Génesis, VI, 4, con las siguientes palabras: “Había Nephilim (gigantes, hombres caídos o titanes) en la Tierra”. La palabra es sinónimo de Aeôns. En Proverbios, VIII, 23, se lee: “Yo fui construido de Olam, de Rosh (sabiduría)”. Con esta frase, el sabio rey cabalista se refiere a uno de los misterios del espíritu humano: la corona inmortal de la naturaleza trina del hombre. Si bien debe entenderse como se indicó anteriormente, debe interpretarse cabalísticamente en el sentido de que el yo (o mi eterno E inmortal Ego) o entidad espiritual se fusionó desde la eternidad infinita y sin nombre, a través de la sabiduría creativa del Dios desconocido. La traducción canónica dice: “Desde la eternidad fui constituido y desde el principio, antes de que la Tierra fuera creada”, lo cual es un disparate ininteligible, sin la interpretación cabalística. Cuando Salomón es llevado a decir que fue “desde el principio… cuando Ella (la Deidad Suprema) aún no había hecho la tierra… ni la parte más alta del polvo del mundo… yo estaba allí”, y “cuando puso el fundamentos de la Tierra... entonces yo estaba con Él, como uno creado con Él” ¿Qué quieren decir los cabalistas con el Ser, aparte de Su propio espíritu divino, una gota derramada de esa fuente eterna de Luz y Sabiduría – el espíritu universal de la Divinidad?

El rayo de gloria emitido por Ain Soph desde la más alta de las tres cabezas cabalísticas, a través del cual "todas las cosas brillan en Luz", el rayo que emana a través del Primus Adam, es el Espíritu Individual de cada Hombre. “Y cada día me deleitaba en que (Ain Soph) él jugara todo el tiempo delante de él... y mis deleites eran 'estar con los hijos de los hombres', añade Salomón en el mismo capítulo de Proverbios (30-1). El espíritu inmortal se deleita en los hijos de los hombres, porque sin el espíritu no habría más que dualidades (cuerpo físico y alma astral, o ese principio de vida que anima hasta las formas más pequeñas del reino animal). Sin embargo, vimos que la doctrina enseña que este espíritu no puede unirse con el hombre cuando hay materia muy burda y tendencias de su alma animal, que siempre estarán expulsándolo por su gran número. Por esta razón, Salomón, quien fue inducido a hablar bajo la inspiración del mismo espíritu que lo poseyó durante toda su vida, pronunció las siguientes palabras de sabiduría: “Escúchame, hijo mío” (el hombre dual), “benditos los que guarda mis caminos... Bienaventurado el hombre que me escucha, y que vela cada día a la entrada de mi casa... El que me encuentra encontrará vida, y obtendrá salvación del Señor... Pero el que peca contra haré daño a su alma… y ama la muerte” (Proverbios, VIII, 32-6).

Este capítulo, tal como lo interpretan algunos teólogos, se aplica, como todo lo demás, a Cristo, el “Hijo de Dios”, quien afirma repetidamente que quien lo sigue obtendrá la vida eterna y vencerá la muerte. Pero incluso en su traducción distorsionada se puede demostrar que se refiere a algo más que al aspirante a Salvador. Si la aceptáramos en este sentido, entonces la teología cristiana volvería, nolens volens, al averroísmo y al budismo; en definitiva, a la doctrina de la emanación. Porque Salomón dice: “Yo fui constituido de Olam y Rosh, siendo ambos parte de la Deidad; y de esta manera, Cristo no sería, como predica su doctrina, Dios mismo, sino simplemente una emanación de Él, como el Cristo de los gnósticos. De ahí el significado de personalidad gnóstica de la eternidad, palabra que significa ciclos o ciertos períodos de eternidad y, al mismo tiempo, representa una jerarquía de seres celestiales: los espíritus. Por lo tanto, al Cristo a veces se le llama la "Eternidad". Pero la palabra “eterno” es errónea en relación con los Aeones. Eterno es lo que no tiene principio ni fin; sin embargo, las emanaciones o Aeones, aunque absueltos en la esencia divina de la eternidad, una vez emanados individualmente, tienen un comienzo. Por lo tanto, pueden ser infinitos en su vida espiritual, pero nunca eternos.

Estas interminables emanaciones de la única Causa Primera, que fueron transformadas por la imaginación popular en diversos dioses, espíritus, ángeles y demonios, fueron consideradas tan poco inmortales que a todas ellas se les atribuyó una existencia limitada. Y esta creencia, común a todos los pueblos de la antigüedad, tanto a los magos caldeos como a los egipcios, y aún mantenida hasta el día de hoy por los brahmanes y los budistas, resalta de la manera más gloriosa el monoteísmo de los antiguos sistemas religiosos. Esta doctrina llama a la duración de la vida de todas las deidades inferiores "un día de Parabrahman". Después de un ciclo de cuatro mil trescientos veinte millones de años humanos – dice la tradición – la Trinidad misma, con todas las deidades menores, será aniquilada, junto con el universo, y dejará de existir. Luego, gradualmente, otro universo surgirá de pralaya (disolución), y los hombres de la Tierra podrán comprender a SVAYAMBHÛ tal como es. Por sí sola, la causa primordial existirá para siempre, en todo su esplendor, llenando el espacio infinito. ¿Qué mejor prueba podría añadirse del profundo sentido de reverencia con el que el “pagano” considera la única causa eterna, Suprema y todas las cosas visibles e invisibles?

CREENCIA EN LA ETERNIDAD Y LA INDESTRUCTIBILIDAD DE LA MATERIA.

Esta es nuevamente la fuente de la cual los antiguos cabalistas sacaron sus doctrinas idénticas. Si los cristianos entienden el Génesis a su manera, y al aceptar literalmente estos textos imponen a las masas incultas la creencia en la creación del mundo de la nada, atribuyendo además a este mundo un comienzo, ciertamente no son los tannaim, los únicos intérpretes. del significado oculto de la Biblia que merecen ser censurados. Nunca creyeron, más que cualquier otro filósofo, en creaciones espontáneas, limitadas o ex nihilo. La Cabalá sobrevivió para demostrar que su filosofía era precisamente la de los budistas modernos de Nepal, los Svâbhâvikas. Creen en la eternidad y la indestructibilidad de la materia y, a partir de ésta, en muchas creaciones y destrucciones de mundos anteriores, anteriores al nuestro. "Hubo mundos que perecieron". “De esto podemos ver que el Santo, bendito sea Su nombre, creó y destruyó varios mundos sucesivamente, antes de crear el mundo actual; y cuando creó este mundo dijo: `Esto me agrada; los anteriores no me agradaron”. Además, creían, al igual que los svâbhâvikas, ahora llamados ateos, que todo procede (es creado) de su propia naturaleza y que tan pronto como el primer impulso es dado por la Fuerza Creativa inherente a la “Substancia autocreada” ”, o Sephirah, todo evoluciona a partir de sí mismo, según su modelo, el prototipo más espiritual que lo precede en la escala de la creación infinita. “El punto indivisible que no tiene límite y no puede ser comprendido (porque es Absoluto), se expande desde dentro y forma una grandeza que sirve de vestidura (velo) al punto indivisible. …También se expande desde dentro…

Por lo tanto, todo se originó a través de una constante agitación edificante, y de esta manera finalmente se originó el mundo”.

LA TRINIDAD CABALÍSTICA, MODELO DE LA TRINIDAD CRISTIANA.

La trinidad cabalística es uno de los modelos de la Trinidad cristiana. “El Secular, cuyo nombre es santificado, tiene tres cabezas, que forman una”. Tria capita exsculpta sunt, unum intra, et alterum supra alterum. “Se insertan tres cabezas una dentro de la otra y una encima de la otra. La primera cabeza es la Sabiduría Oculta (sapientia abscondita). Debajo de este encabezado está la SECULAR (Mónada Pitagórica), el más secreto de los misterios; una cabeza que no es cabeza (caput quod non est caput); nadie puede saber lo que hay en esta cabeza. Ningún intelecto es capaz de comprender esta sabiduría”. Este Sanctissimus Mayor está envuelto por las tres cabezas. Es la LUZ eterna de la Sabiduría; y la sabiduría es la fuente de la que se originan todas las manifestaciones. “Estas tres cabezas incluidas en UNA CABEZA (que no es cabeza); y estos tres están inclinados (protegidos) por CARITA (el Hijo) y a través de ellos todas las cosas brillan en Luz”. “Ain Soph emite un rayo de Luz desde El o Al (el Dios supremo de la Trinidad), y la Luz sigue con el rayo, entra, atraviesa y sale del Primus Adam (Cadmus), el cual permanece oculto hasta el plan de disposición ( statum dispositionis) está listo; este rayo lo atraviesa desde la cabeza hasta los pies; y en él (no en el Adán oculto) está la imagen de UN HOMBRE”.

“Quien quiera vislumbrar así la unidad sagrada debe considerar una llama que surge de un carbón encendido o de una lámpara encendida. En primer lugar, verás una doble Luz, una blanca y brillante, otra negra o azul: la luz blanca está arriba, ascendiendo una Luz directa, mientras que la Luz azul o negra, está abajo y se parece a la base de la anterior, todavía. que ambos están tan estrechamente interconectados que constituyen una sola llama. La base, sin embargo, formada por la Luz azul o negra, está nuevamente conectada con la materia ardiente que se encuentra debajo. La Luz Blanca nunca cambia de color, siempre permanece blanca; sin embargo, se observan varias sombras en la Luz más baja, al mismo tiempo que en la Luz que es más baja de todas, y sobre todo se observa que toma dos direcciones: arriba, se une con la Luz blanca y abajo con la materia. incendio. Ahora bien, esto se consume constantemente, asciende perpetuamente a la Luz superior y así todo se funde en una sola unidad”. Éstas eran las ideas seculares de la Trinidad en unidad, como si fuera una abstracción. El hombre, que es el microcosmos del macrocosmos, o del arquetipo del hombre celestial, Adán-Cadmo, es igualmente trino; porque está formado por cuerpo, alma y espíritu.

"Todo lo que es creado por el 'Anciano de Ancianos' puede vivir y existir sólo a través de un hombre y una mujer", dice el Zohar. Sólo Él, de quien nadie puede decir “Tú”, porque es el espíritu de la CABEZA BLANCA en la que se unen las “TRES CABEZAS”, es Increado. Del fuego sutil, de un lado de la Cabeza Blanca, y del “aire sutil”, del otro lado, emana Shekhînah, su velo (el Espíritu Santo hecho femenino). Este aliento, dice Idrah Rabbah, es el atributo más secreto (ocultissimus) del Anciano de los Días. El Mayor de los Ancianos es el Oculto de los Ocultos. Todas las cosas son Él, Él está escondido por todas partes. El cráneo de la CABEZA BLANCA no tiene principio, pero su fin tiene un reflejo brillante y una perfección que es nuestro universo”.

LOS GNOSTICOS Y NAZARENOS PERSONIFICAN AL PRIMER Y SEGUNDO HOMBRE.

Los gnósticos, así como los nazarenos, haciendo la alegoría de la personificación dicen que el Primer y Segundo hombre amaron la belleza de Sofía (Sephirah), la primera mujer, y de esta manera el Padre y el Hijo fecundaron a la “Mujer” celestial y de sus tinieblas primordiales produjo la luz visible (Sephirah es la Luz Invisible o Espiritual), “a la que llamaban el CRISTO UNGIDO, o Mesías Rey”. Este Cristo es el Adán de Barro que antes de su caída, con el espíritu de Adonai, su Padre, y Shehinah Adonai, su madre, sobre él; porque el Primus Adam es Adonai o Adonis. La existencia primordial se manifiesta a través de su sabiduría y produce el Logos Inteligible (toda creación visible). Esta sabiduría era venerada por los ofitas en forma de serpiente. Hasta el día de hoy vemos que la primera y la segunda vida son los dos Adán, o el primer y el segundo hombre. En el presente yace Eva, o la Eva espiritual no nacida, y ella está dentro del Adán Primordial, pues es una parte de él mismo, que es andrógina. Eva de barro, la que será llamada “madre de todo lo viviente” en el Génesis, está dentro de Adán, el segundo. Y ahora, desde el momento de su primera manifestación, el SEÑOR MANO, la sabiduría Ininteligible, desaparece del escenario de acción. Ella se manifestará sólo como Shekînah, GRACIA; por tanto, CORONA es “la Luz más íntima de todas las Luces”, y por tanto es la esencia misma de la “oscuridad”.

En Cabalá, Shekhînah es la novena emanación de Sephirah (en Cabalá Sephirah, o el “Anciano Sagrado”, es la Inteligencia Divina), que contiene los diez Sephiroth dentro de sí mismo. Pertenece a la tercera Tríada y se produce junto con Malkhuth o “Reino”, del cual es la contraparte femenina. Además, se asegura que ella es superior a cualquiera de estos, ya que ella es la “Gloria Divina”, el “velo” o “vestimenta” de Ain Soph. Los judíos, cada vez que se la menciona en el Targumin, dicen que ella es la gloria de Jehová, que habita en el tabernáculo, manifestándose como una nube visible; la “Gloria” que reposa en la sede sagrada del Sancta Sanctorum.

En el sistema Nazareno o Bardesiano, que se puede llamar Cabalá dentro de la Cabalá, al Anciano de los Días – Antiquus Altus – que es el Padre del Demiurgo del Universo, se le llama Tercera Vida, o Abathur; y él es el Padre de Pthahil, que es el arquitecto del universo visible, al que llama a la existencia por los poderes de su genio, por orden del “Mayor de Todos”; el Abathur corresponde al Padre de Jesús en la Teogonía cristiana posterior. Así que estas dos Vidas superiores son la corona dentro de la cual habita el mayor Ferho. "Ferho existió antes de que cualquier criatura cobrara vida". Esta es la Primera Vida, en forma e invisible, en la que está el Espíritu viviente de Vida, la GRACIA Suprema. Son UNO desde la eternidad, ya que son Luz y CAUSA de la Luz, por lo tanto, corresponden a la Sabiduría Cabalística oculta y a la Shekhînah oculta – el Espíritu Santo. “Esta Luz que se manifiesta es la vestidura del Santo Oculto”, dice Idrad Zutah. Y el “hombre celestial” es el Adán Superior”. Nadie conoce sus caminos excepto Macroprosopus” (Cara Larga) – el dios supremo activo. “No quiero que me lean como estoy escrito; En este mundo mi nombre se escribirá Jehová y se leerá Adonai”, dice con razón el Rabino. Adonai es Adán-Cadmo; él es PADRE Y MADRE. Por esta doble mediación, el Espíritu del “Anciano de los Antiguos” desciende sobre Microprosopus (Carita) o el Adán del Edén, y el “Señor Dios sopló en sus narices el aliento vital”.

Cuando la mujer se separó de su andrógino y se convirtió en una individualidad distinta, la primera historia se repitió de nuevo. Tanto el Padre como la Madre, los dos Adán, aman su belleza; y luego sigue la alegoría de la tentación y la caída. Es en la Cabalá, así como en el sistema de los ofitas, en el que tanto Ophis como Ophiomorphos son emanaciones emblemáticas de serpientes, representando el primero la eternidad, la sabiduría y el espíritu (como en la magia del culto caldeo, el áspid y la Doctrina de la Sabiduría). , en los viejos tiempos), y más tarde en Astucia, Envidia y Materia. Tanto el espíritu como la materia son serpientes; y Adán-Cadmo se convierte en Ofis que tienta a sí mismo -hombre y mujer- la sabiduría del “Árbol del Bien y del Mal” para enseñarles los misterios de la sabiduría espiritual. La Luz tienta a las Tinieblas, y las Tinieblas atraen a la Luz, porque las tinieblas son materia y “la Luz Suprema no brilla en sus Tenebras”. Con la sabiduría llega la tentación de Ophiomorphos y prevalece. El dualismo de cualquier religión existente se revela en la caída. “Recibí un hombre del Señor”, exclama Eva, cuando nació el dualismo, Caín y Abel, el mal y el bien. “Y Adán conoció a Hua, su esposa (astu), y ella engendró y dio a luz a Kin, y dijo: Kanithi aish ath Yahveh – He recibido u obtenido un marido, por Yahveh (Ish-man)”.

LAS VISIONES APOCALÍPTICAS.

En el Apocalipsis de Juan el Teólogo se dice: “Me volví y vi… en medio de los siete candeleros uno semejante al Hijo del Hombre… apareció allí su cabeza y sus cabellos, blancos como la nieve; y sus ojos eran como llama de fuego... y sus pies como bronce fino en un horno ardiendo” (I,12,-5). Juan repite en este pasaje, como es bien sabido, las palabras de Daniel y Ezequiel. “El Anciano de los Días…cuyo cabello era blanco como pura lana…etc.” Y “una figura de hombre… sobre el trono… y una figura de fuego, y tenía refulgencia alrededor”. El fuego es "la gloria del Señor". Pthahil es el hijo del hombre, la Tercera Vida, y su parte superior está representada blanca como la nieve; mientras está cerca del trono de fuego ardiente, tiene la apariencia de una llama.

Todas estas visiones “apocalípticas” se basan en la descripción de la “cabeza blanca” del Zohar, en quien se une la trinidad cabalística. La cabeza blanca, “que esconde el espíritu en su cráneo”, y que está rodeada de un fuego sutil. La “semejanza de un hombre” es la de Adán-Cadmo, a través de quien pasa el rayo de luz representado por el fuego. Pthahil es el Vir Novissinis (el hombre más joven), el hijo de Abathur, siendo este último el "hombre" o la tercera vida (la primera díada andrógina, considerada como una unidad en todos los cálculos secretos, es por tanto el Espíritu Santo). ahora el tercer personaje de la Trinidad. Juan ve a “uno semejante al hijo del hombre”, sosteniendo siete estrellas en su mano derecha y de pie entre “siete candeleros de oro” (Apocalipsis, I). Pthahil ocupa su “posición en lo alto”, sosteniendo la voluntad de su padre, “el Aeón más elevado que tiene siete cetros y siete genios, que astronómicamente representan los siete planetas o estrellas. Él está de pie “brillando con las vestiduras del Señor, brillando a través de los genios”. Es Hijo de su Padre, la Vida, y de su madre, el Espíritu o Luz. En el Evangelio según San Juan, el Logos es representado como aquel en quien había “Vida, y la vida era la Luz de los hombres”. (Yo, 4). Pthahil es el Demiurgo y su padre creó el universo visible de la materia a través de él. En la Epístola de Pablo a los Efesios (III, 9), se dice que Dios “creó todas las cosas por medio de Jesús”. En el Códice, VIDA – Progenitor dice: “Levántate, ve primero hijo nuestro ungido, mandando a todas las criaturas”. “Como me envió el Padre vivo”, dice Cristo, “Dios envió a su hijo ungido para que vivamos” (Juan, VI, 57; I Juan, IV, 9). Finalmente, habiendo completado su trabajo en la Tierra, Pthahil se eleva hacia su padre Abathur. “Mi padre me envió… Yo voy al Padre”, repite Jesús.

Dejando de lado las disputas teológicas del cristianismo, que intenta fusionar al Creador judío del primer capítulo del Génesis con el “Padre” del Nuevo Testamento, Jesús afirma repetidamente a su Padre: “Está escondido”. Ciertamente no habría llamado así al siempre presente “Señor Dios” de los libros mosaicos, que se mostró a Moisés y a los patriarcas, y que finalmente permitió que los ancianos de Israel lo miraran (“Entonces Moisés y Abraham, Nadab y Abihú y los setenta ancianos de Israel, y vieron al Dios de Israel”, Éxodo, XXIV, 9-10.). Cuando Jesús habló del templo de Jerusalén como “la casa de su Padre”, no se refería al edificio físico, que según él podía destruir y reconstruir en tres días, sino al templo de Salomón, el sabio cabalista, que indicó en su Proverbios que cada hombre es templo del Señor, o de su propio espíritu divino. Este término “Padre que está escondido” lo vemos también tanto en la Cabalá como en el Códice Nazareo, y en otros lugares.

Podemos rastrear esta denominación de un Dios “secreto” aún más atrás. En Cabalá, el “Hijo” del Padre oculto que reside en la luz y la gloria, es el “Ungido”, el Zeir-Anpîn, que une a sí mismo todos los Sephiroth, es el Cristo, o el hombre celestial. Es a través de Cristo que Pneuma, o el Espíritu Santo, crea “todas las cosas” (Efesios, III, 9) y produce los cuatro elementos, aire, agua, fuego y tierra.

El “Hijo del Hombre” es un título que no debe ser utilizado excepto por los cabalistas. Excepto que, como vimos anteriormente, en el Antiguo Testamento solo lo usa un solo profeta: Ezequiel, el cabalista. En sus mutuas y misteriosas relaciones, los Aeones o Sephiroth están representados en la Cabalá por un gran número de círculos y, a veces, por la figura de un HOMBRE, que se forma simbólicamente a partir de estos círculos. Este hombre es Zeir-Anpîn, y los 243 números que componen su figura se relacionan con los diferentes órdenes de la jerarquía celestial. La idea original de esta figura, o más bien su modelo, pudo haber sido tomada del Brahma hindú, y de las distintas castas, representadas por algunas partes de su cuerpo, como sugiere King en sus Gnósticos. En uno de los templos rupestres más grandes y bellos, en Ellora, dedicado a Visvakarman, hijo de Brahma, hay una representación de este Dios y sus cualidades. Para alguien acostumbrado a la descripción que hace Ezequiel de la "semejanza de los cuatro seres vivientes", cada uno de los cuales tenía casi cuatro caras y manos de hombre debajo de sus alas, etc., la figura de Ellora ciertamente debe parecer absolutamente bíblica. A Brahma se le llama padre del “hombre”, así como de Júpiter y otros dioses elevados.

LA REPRESENTACIÓN BUDISTA DEL MONTE MERU.

Es en la representación budista del Monte Meru, llamado por los birmanos Myénmo y por los siameses Sineru, donde encontramos uno de los originales de Adam-Cadmus, Zeir-Anpîn, el “hombre celestial”, y de todos los Eones, Sephiroth, poderes, dominios, tronos, virtudes y dignidad de la Cabalá. Entre dos columnas, que están unidas por un arco, cuya bóveda tiene forma de media luna. Éste es el dominio en el que reside la Sabiduría Suprema del Âdi-Buddha, la Divinidad Suprema e Invisible. Junto a este punto central más elevado se encuentra el círculo de la emanación directa de lo Desconocido: el círculo de Brahma según algunos hindúes, del primer avatar de Buda según otros. Esto corresponde a Adán-Cadmo y los diez Sephiroth. Nueve de estas emanaciones están rodeadas por la décima y ocasionalmente están representadas por pagodas, cada una de las cuales es, por lo tanto, un nombre que expresa una de las principales cualidades de la Divinidad manifiesta. Debajo, entonces, vienen las siete etapas, o esferas celestes, siendo esferas rodeadas por un mar. Éstas son las mansiones celestiales de los devatâs, o similares, y cada una de ellas pierde un poco de su santidad y pureza a medida que se acercan a la Tierra. Luego viene el propio Meru, formado por innumerables círculos dentro de tres círculos más grandes, que representan la Trinidad del hombre; y para alguien familiarizado con el valor numérico de las letras de los nombres bíblicos, como el de la "Gran Bestia" o el de Mitra y otros, es fácil establecer la identidad de los dioses Meru con los dioses. emanaciones, o con los Sephiroth de los Cabalistas. También los genios de los nazarenos, con sus misiones especiales, se encuentran en estos mitos más antiguos, en una representación más perfecta del simbolismo de la “doctrina secreta”, tal como se enseñaba en épocas arcaicas.

El conjunto está rodeado por Mahâ-Samudra, o el gran mar, la luz astral y el éter de los cabalistas y científicos; y dentro del círculo central aparece “la semejanza de un hombre”. Es el Akhamôth de los nazarenos, la doble unidad, u hombre andrógino: encarnación celestial, y representación perfecta de Zei-Anpîn (cara pequeña), hijo de Arikh-Aripîn (cara larga). Ahora bien, esta semejanza está representada en muchas lamasterias por Gautama Buda, el último de los avatares encarnados. Aún más abajo, bajo Meru, se encuentra la morada de la gran Nâga (literalmente “serpiente”, en el Panteón hindú, es el nombre de los espíritus dragón y serpiente), que se llama Râjâ-Nâga, la serpiente reina – la serpiente del Génesis, la gnóstica Ofis – y la diosa de la tierra, Bhûmayî-Nârî, que teme al gran dragón, pues ella es Eva, “la madre de todo lo que vive”. Aún más abajo está la octava esfera, las regiones infernales. Las regiones más superiores de Brahma están rodeadas por el Sol, la Luz y los planetas, los siete astrales de los Nazarenos y precisamente así están descritos en el Códice.

Estos son los siete demonios impostores que engañaron a los hijos de Adán: El nombre de uno de ellos es Sol, del otro es Spiritus Venereus, Astro; del tercero está Nebu, Mercurio, un falso Mesías; … el nombre es Sin, Luna; el quinto es Khîyûn, Saturno; el sexto es Bel, Zeus; el séptimo Nerig, Marte”. Luego están “Siete Vidas procreadas”, siete Astrales buenos, “que son de Kebar-Ziwa, y son esos brillantes, que brillan con forma propia y esplendor que vienen de arriba... En el portal de la CASA DE LA VIDA , el trono está dignamente colocado para el Señor del Esplendor, y hay TRES moradas”. Las viviendas de la Trimûrti, la trinidad hindú, están situadas junto a la llave de la bóveda: la media luna dorada, en representación de Meru. “Y había debajo de sus pies [el Dios de Israel] una piedra como una obra de zafiro”. (Éxodo, XXIV, 10). Bajo la media luna está el cielo de Brahma, todo pavimentado de zafiros. El paraíso de Indra resplandece con mil soles; la de Shiva (Saturno) está en el noreste; su trono es de lapislázuli y el suelo del cielo es de oro incandescente. “Cuando se sienta en el trono, arde en llamas hasta los riñones”.

En este dios reconocemos la descripción que hace Ezequiel, en el primer capítulo de su libro, de su visión, en la que percibe la “semejanza de un hombre” en los cuatro seres vivientes, que tienen “cuatro caras, cuatro alas”, los cuales tienen un par de “pies rectos que brillan como el color del bronce quemado… y sus anillos estaban llenos de ojos alrededor de los cuatro”. Es el trono y el cielo de Shiva lo que el profeta describe cuando dice “…y había algo como un trono, con la apariencia de un zafiro… y vi el color del ámbar [oro] con apariencia de fuego a su alrededor. …desde sus riñones hacia arriba, y desde la apariencia de sus riñones hasta abajo, vi la apariencia de fuego”. (Ezequiel, I, 26, 27). “Y sus pies eran como bronce fino en un horno de fuego” (Apocalipsis, I,15). “Y la semejanza de sus rostros era… uno tenía rostro de querubín, y rostro de león… también tenían rostro de buey, y rostro de agua” (Ezequiel, I, 10; X, 14) . Esta cuádruple apariencia la encontramos en los dos querubines de oro, en los dos extremos del arco; Estos cuatro rostros simbólicos fueron adoptados posteriormente por los evangelistas, uno para cada uno, como se puede comprobar fácilmente en las figuras de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, precedidas en sus respectivos evangelios, en la Vulgata Romana y en las Biblias griegas.

La identidad de Saturno con Shiva se corrobora aún más si consideramos el emblema de este último, el damaru, que es un reloj de arena, para mostrar la evolución del tiempo, representado por este dios en su capacidad de destrucción. El buey Nandi, vâhana de Shiva y emblema más sagrado de ese dios, está reproducido en el Apis egipcio y en el buey creado por Ormasde y asesinado por Ahriman. La religión de Zoroastro, basada en la “doctrina secreta”, era mantenida por el pueblo de Erythene; era la religión de los persas cuando conquistaron a los asirios. Desde entonces, es fácil perfilar la introducción de este emblema de VIDA representado por el buey, en cada sistema religioso. El colegio de magos lo aceptó con el cambio de dinastía; A Daniel se le describe como un rabino, el jefe de los astrólogos y magos babilónicos; y por eso vemos reaparecer en forma poco modificada los pequeños bueyes asirios y los atributos de Shiva en los querubines de los judíos talmudistas, así como detectamos el buey Apis en las esfinges o querubines del Arco Mosaico; y cómo los encontramos unos miles de años después, en compañía de uno de los evangelistas cristianos, Lucas.

Cualquiera que haya vivido lo suficiente en la India como para familiarizarse aunque sea superficialmente con las deidades nativas debe notar la similitud entre Jehová y otros dioses, junto con Shiva, quien, al igual que Saturno, siempre ha sido muy respetado por los talmudistas. Los cabalistas alejandrinos lo veneraban como el inspirador directo de la ley y los profetas; uno de los nombres de Saturno era Israel, y mostraremos, con el tiempo, su similitud en algunos aspectos con Abraham, que Movers y otros sugirieron hace mucho tiempo. Por lo tanto, no debe sorprendernos que Valentino, Basílides y los ofitas gnósticos colocaran la morada de su Ialdabaôth, que es también destructor y creador, en el planeta Saturno; porque él fue quien dictó la ley en el desierto y habló por boca de los profetas. Si se necesitan más pruebas, las mostraremos en el testimonio de la propia Biblia canónica. En Amós, el Señor se entusiasmó con el pueblo de Israel. Rechazó quemar sus sacrificios y ofrendas y no escuchó sus oraciones, sino que preguntó a Amós: “¿Me ofrecieron sacrificios y ofrendas en el desierto durante cuarenta años, oh casa de Israel? Pero usaron el tabernáculo de tu Maloch y Chiun, tus imágenes, la estrella de tu dios” (v. 25, 26). ¿Quiénes eran Maloch y Chiun, sino Baal-Saturno-Shiva y Chiun, Khîyûn, el mismo Saturno cuya estrella los israelitas usaban para sí mismos? En este caso parece no haber escapatoria; todas estas deidades son idénticas.

EL SALVADOR DE LA HUMANIDAD.

Saoshyant de Zoroastro sigue el modelo del décimo avatar brahmánico y el quinto Buda de los seguidores de Gautama; y encontramos al primero, después de haber pasado parte integral al sistema cabalístico del rey Mesías, reflejado en el apóstol Gabriel de los Nazarenos, y en Hibil-Ziwa, el Legatus, enviado a la Tierra por el Señor de la Celsitud y la Luz; todos estos –hindú y persa, budista y judío, el Cristo de los gnósticos y el Logos filoneano– se encuentran combinados en el “Mundo hecho carne” del cuarto Evangelio. El cristianismo incluye todos estos sistemas, improvisados ​​para adaptarse a las circunstancias. Si consideramos el Avesta, encontraremos allí el sistema dual que prevalece en el esquema cristiano. La lucha entre Ahriman, la Oscuridad, y Ormasde, la Luz, ha continuado en el mundo desde el principio de los tiempos. Cuando llegue lo peor y parezca que Ahriman (la oscuridad) ha conquistado el mundo y corrompido a toda la Humanidad, entonces aparecerá el Salvador de la Humanidad, Saoshyant. Vendrá montado en un caballo blanco y seguido por un ejército de buenos genios, también montados en corceles blancos como la leche. Y esto lo encontramos fielmente copiado del Apocalipsis: “Vi el cielo abierto, y he aquí apareció un caballo blanco; y el que estaba sentado encima de él se llamaba el Fiel y el Verdadero... Y los ejércitos que están en el cielo lo seguían en caballos blancos” (Apocalipsis, XIX, 11, 14) El propio Saoshyant no es más que la posterior permutación de el hindú Vishnu. La figura de este dios se puede encontrar hasta el día de hoy, representado como el Salvador, el “Preservador” (la protección del espíritu de Dios), en el templo de Râma. La imagen lo presenta en su décima encarnación, el Kalki-avatâra, que está por venir, como un guerrero armado montado sobre un caballo blanco. Blandiendo la espada [de] la destrucción sobre su cabeza, en la otra mano sostiene un escudo formado por anillos concéntricos, emblema de los ciclos que giran en las grandes eras, tal como así aparecerá Vishnu al final de Kali-Yuga, correspondiente al fin del mundo esperado por nuestros adventistas. “Y de su boca salía una espada de dos filos… y en su cabeza muchas diademas” (Apocalipsis, XIX, 12, 15). A menudo, Vishnu es representado con unas coronas superpuestas en su cabeza. “Y vi un ángel que estaba en pie en el sol” (17). El caballo blanco es el caballo del Sol. Saoshyant, el salvador persa, también nació de una virgen, y al final de los días vendrá como redentor para regenerar el mundo, pero será precedido por dos profetas, que vendrán a anunciarlo. Como resultado, los judíos que tenían a Moisés y Elías ahora están esperando al Mesías.

Orígenes sostuvo firmemente que la doctrina del castigo eterno era errónea. Creía que en la segunda venida de Cristo, incluso los demonios que estaban entre los condenados serían perdonados. La condenación eterna es una invención cristiana posterior (Cf. Orígenes, De principüs, I, V, II, X; III, VI.

Habiendo así rastreado las similitudes de puntos de vista con respecto al Logos, el Metatrón y el Mediador, como se encuentran en la Cabalá y en el Códice de los cristianos nazarenos y los gnósticos, el lector está preparado para apreciar la audacia del esquema patrístico. en reducir a forma concreta la figura puramente metafísica y hacerla parecer como si el dedo de la profecía hubiera apuntado a Jesús, como el Mesías futuro, desde tiempos inmemoriales. Un theomythos que pretende simbolizar el día venidero, cercano al final del gran ciclo, en el que las “buenas nuevas” de los cielos proclaman la fraternidad universal y la fe común de la Humanidad, el día de la regeneración –violentamente distorsionada como si fuera un hecho consumado.

“¿Por qué me llamaste bueno? No hay ningún bien sino uno, que es Dios”, dijo Jesús. ¿Es este el lenguaje de Dios? de la segunda persona de la Trinidad, que es idéntica a la Primera? Y si este Mesías, o Espíritu Santo de los gnósticos y de las trinidades paganas, vino en su persona, ¿qué quiso decir con distinguir entre él mismo, el “Hijo del Hombre” y el Espíritu Santo? “Y cualquiera que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no será perdonado”, afirma. ¿Y cómo podemos considerar la maravillosa identidad de esta lengua particular, con los preceptos enunciados hace siglos por cabalistas e iniciados “paganos”? Entre varios ejemplos, seleccionamos algunos.

"Ninguno de los dioses, ni el hombre ni el Señor, puede ser bueno, excepto sólo Dios mismo", dice Hermes.

“Ser un hombre bueno es imposible, sólo Dios tiene este privilegio”, repite Platón, con una ligera modificación.

Seis siglos antes de Cristo, el filósofo chino Confucio decía que su doctrina era sencilla y fácil de entender (Lun Yü, capítulo 5. sección 15). A lo que uno de sus discípulos añadió: “La doctrina de nuestro maestro es tener siempre bondad en el corazón y hacer a los demás lo que nos gustaría que hicieran a nosotros”.

“Jesús de Nazaret, varón aprobado por Dios entre vosotros por sus milagros”, exclamó Pedro, mucho después de la escena del Calvario. “Había un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan”, dice el cuarto evangelio, posicionando así a (Juan) el Bautista en igualdad de condiciones con Jesús. Juan Bautista, en uno de los actos más solemnes de su vida, el de bautizar a Cristo, no piensa que va a bautizar a un Dios, sino que utiliza la palabra hombre. “Éste es aquel de quien dije: detrás de mí viene un hombre”. Hablando de sí mismo, Jesús dijo: “Quiere matar a mí, a mí, que les ha dicho la verdad que oí de Dios”. Incluso el ciego de Jerusalén, sanado por el gran hacedor de milagros, lleno de gratitud por su bienhechor, al narrar el milagro, no llama a Jesús Dios, sino que simplemente dice: “…..un hombre que se llama Jesús, hizo el cuerpo ". (Juan, IX, 11).

No cerramos la lista por falta de otros ejemplos y pruebas, sino simplemente porque lo que hemos dicho ahora ya ha sido repetido y demostrado por otros, muchas veces y antes que nosotros. Sin embargo, no hay mal más incurable que el fanatismo ciego e irracional. Pocos son los hombres que, como el Dr. Priestley, tienen el coraje de escribir: “No encontramos nada similar a la divinidad atribuida a Cristo antes de Justino Mártir (141 d. C.), quien, siendo filósofo, se hizo cristiano”.

EL VERDADERO CRISTIANISMO SE ENCUENTRA EN EL BUDISMO Y OTRAS RELIGIONES PAGANAS.

Mahoma (nacido en 571 d.C.) apareció casi seiscientos años después del presunto deicidio (nombre de la muerte que los judíos dieron a Cristo). El mundo grecorromano todavía estaba convulsionado por la disensión religiosa, resistiendo todos los edictos imperiales del pasado y el cristianismo obligatorio. Mientras el Concilio de Trento discutía la Vulgata, la unidad de Dios suplantó silenciosamente a la Trinidad, y pronto los mahometanos superaron en número a los cristianos. ¿Por qué? Porque vuestro profeta nunca buscó identificarse con Allah. De lo contrario, se puede decir con seguridad que nunca viviría para ver florecer su religión. Hasta el día de hoy, el mahometanismo ha creado y sigue generando más prosélitos que el cristianismo. Buda Siddhârtha llegó como un simple mortal, siglos antes de Cristo. La ética religiosa de su fe supera con creces en belleza moral cualquier cosa jamás soñada por los tertulianos y los agustinos.

El verdadero espíritu del cristianismo sólo puede encontrarse plenamente en el budismo; parcialmente, se revela en otras religiones “paganas”. Buda nunca se convirtió en dios, ni fue deificado por sus seguidores. Se sabe que en la actualidad los budistas superan en número a los cristianos; están cerca de 500.000.000. Mientras tanto, los casos de conversión se han vuelto raros entre budistas, brahmanes, mahometanos y judíos, como para mostrar cuán infructuosos son los intentos de nuestros misioneros; el ateísmo y el materialismo extienden sus úlceras gangrenosas y corroen cada día más profundamente el corazón mismo del cristianismo. No hay ateos entre la población pagana, y los pocos que existen entre los budistas y brahmanes, han sido infectados por el materialismo y siempre se encuentran en las grandes ciudades densamente pobladas por europeos, y sólo entre las clases cultas. Mons. Kidder dice muy sinceramente: “si un hombre sabio tuviera que elegir su religión entre quienes la profesan, ¡tal vez el cristianismo sería su última opción”!

Desde los inicios del cristianismo, cuando Pablo reprochó a la Iglesia de Corinto el crimen “como se llama entre los gentiles, de poder poseer a la mujer de su padre”; y al hacer de la “Santa Cena” un motivo de libertinaje y bebida (1 Corintios V, 1), la profesión del nombre de Cristo ha sido mucho más un pretexto que una prueba de sentimiento sagrado. Sin embargo, la forma correcta de este Versículo es: “Dondequiera que uno oiga hablar de esta práctica lasciva como la que se ve entre las naciones paganas: la de poseer o incluso casarse con la esposa de su padre”. La influencia persa podría indicarse en esta forma de lenguaje. La práctica no existía “entre las naciones” excepto en Persia, donde se la consideraba especialmente meritoria. De ahí también las historias judías de Abraham casándose con su hermana, Nacor con su sobrina, Amram con la hermana de su padre y Judá con la viuda de su hermano, cuyos hijos parecen haber sido legitimados. Las tribus arias valoraban los matrimonios endogámicos, mientras que los tártaros y todas las naciones bárbaras exigían que todas las uniones fueran exógamas.

Sólo hubo un apóstol de Jesús digno de ese nombre, y ese fue Pablo. Sin embargo, sus Epístolas fueron distorsionadas por manos dogmáticas antes de ser admitidas en el Canon; su concepción de la gran figura divina del filósofo que murió por su idea aún puede rastrearse en sus referencias a las diversas naciones cristianas. Sucede que quien quiera comprenderlo mejor aún necesita estudiar el Logos Philoneo, reflejado de vez en cuando en el Sabda (Logos) hindú de la escuela Mîmânsâ.

En cuanto a los otros apóstoles, aquellos cuyos nombres aparecen precedidos en el Evangelio, no podemos creer mucho en su veracidad cuando los vemos atribuir a su Maestro milagros ocurridos en circunstancias recordadas, si no en los libros más antiguos de la India, al menos en aquellos anteriores. al cristianismo y en la fraseología de las tradiciones mismas. ¿Quién, en sus días de credulidad simple y ciega, no se ha maravillado ante la conmovedora historia que se cuenta en el Evangelio según Marcos y Lucas sobre la resurrección de la hija de Jairo? ¿Quién ha dudado alguna vez de su originalidad? Y, sin embargo, la historia está enteramente copiada del Harivansa y se recuerda entre los milagros atribuidos a Krishna. Traducimos de la versión francesa:

“El rey Angashuma contrajo el compromiso de su hija, la hermosa Kalâvatî, con el joven hijo de Vâmadeva, el poderoso rey de Antavedi, llamado Govinda, para ser celebrado con gran pompa.

“Pero mientras Kalâvati estaba disfrutando en la arboleda con sus amigos, fue mordida por una serpiente y murió. Angashuma se rasgó la ropa, se cubrió de cenizas y maldijo el día en que nació.

“De repente un gran ruido se extendió por el palacio, y se oyeron los siguientes gritos, repetidos mil veces: 'Pasya pitaram; pasya gurum!' '¡Mira al Padre! ¡Mira al maestro! Entonces Krishna se acercó sonriendo, apoyado en el brazo de Arjuna... '¡Maestro!' -gritó Angashuna, arrojándose a sus pies, inundándolos de lágrimas: '¡Mira a mi pobre hija!' y le mostró el cuerpo de Kalâvatî, tendido sobre una estera...

“'¿Por qué te lamentas?' respondió Krishna, con voz suave. '¿No ves que está durmiendo? Escucha el sonido de tu respiración, similar al viento nocturno que sacude las hojas de los árboles. Mira, sus mejillas enrojecidas, sus ojos, cuyas pestañas se agitan como si estuviera a punto de abrir los ojos; sus labios palpitan como si quisieran hablar; Está durmiendo, te lo digo; y aguanta! ¡Mira, ella mueve Kalâvatî! ¡Levántate y camina!'

“Apenas Krishna habló, la respiración, el calor, el movimiento y la vida regresaron poco a poco al cadáver, y la niña, obedeciendo la orden del semidiós, se levantó de su estera, uniéndose a sus compañeras. Sin embargo, la multitud asombrada gritó: "Este es un Dios, ya que para él la muerte no es más que un sueño".

Todas estas parábolas son reforzadas por los cristianos, con el añadido de dogmas que, por su carácter extraordinario, dejaron muy atrás las concepciones descabelladas del paganismo. ¡Los cristianos, para creer en una deidad, encontraron necesario matar a su Dios, para poder vivir ellos mismos!

¡Y ahora, el Supremo, lo desconocido, el Padre de Gracia y Misericordia y su jerarquía celestial son manipulados por la Iglesia como si fueran estrellas de teatro y figurantes asalariados! Siglos antes de la era cristiana, Jenófanes publicó este antropomorfismo, en una sátira inmortal, recordada y conservada por Clemente de Alejandría:

“Existe un Dios Supremo sobre todos los dioses, más divino que los mortales,
Cuya forma no es semejante a la de los hombres, ni se parece a su naturaleza;
Pero los inútiles mortales imaginaron que, como ellos, los dioses se procrean
Con sensaciones humanas, con voz y miembros corporales;
De esta manera, si los bueyes o los leones tuvieran manos y pudieran trabajar a la manera de los hombres,
Y podrían cincelar o pintar su concepción de la divinidad.
Entonces los caballos representarían a los dioses como caballos, los bueyes los representarían como bueyes,
Cada tipo de animal representa lo Divino, con su forma y dotado de su naturaleza”.

Y escuchemos a Vyâsa –el poeta panteísta de la India que, como todos los científicos pueden demostrar, pudo haber vivido, como Jacolliot, hace más de cincuenta mil años– hablando sobre Mâyâ, la ilusión de los sentidos:

EL CULTO A LAS DEIVIDADES.

Todos los dogmas religiosos sirven para ofuscar la razón humana. … El culto a las divinidades, bajo las alegorías en las que se oculta el respeto a las leyes naturales, se aparta de la verdad, en favor de las más despreciables supersticiones” (Vyâsa-Maya) (Vyâsa – Literalmente “aquel que se desarrolla o expande”, un revelador , porque lo que explica, interpreta y expande es un misterio para los profanos. Mâyâ – Ilusión. El poder cósmico que hace posible la existencia fenoménica y sus percepciones).

Se debe al cristianismo la pintura del Dios Fuerte según el modelo de la abstracción cabalista del “Anciano de los Días”. Desde los antiguos frescos de los techos de las catedrales, desde los misales católicos y desde otros iconos e imágenes, ahora lo encontramos representado por el pincel poético de Gustave Doré. Su respetable y desconocida majestad, que ningún pagano se atrevió a reproducir de forma concreta, aparece en la Biblia Ilustrada de Doré, perteneciente a nuestro siglo. Al pisar las nubes que flotan en el aire, detrás de él la oscuridad, el caos y el mundo bajo sus pies, se levanta un majestuoso anciano, con la mano izquierda sosteniendo la ropa que fluye alrededor de su cuerpo y la mano derecha levantada en un gesto de mando. Él pronunció la Palabra y de su persona emanó altamente una efluencia de Luz: la Shekinah. Como concepción poética, la obra honra al artista, pero ¿valora a Dios? Mejor el caos detrás de Él que Su figura; porque en el caos, al menos, tenemos un misterio solemne. Por nuestra parte preferimos el silencio de los antiguos paganos.

En su deseo inmoderado de encontrar pruebas de la autenticidad del Nuevo Testamento, los mejores hombres, los eruditos más eruditos, incluso entre los divinos protestantes, han caído a menudo en trampas deplorables. No podemos creer que un comentarista tan erudito como Canon Westsott pudiera haber ignorado los escritos cabalísticos y talmudistas. ¿Cómo entonces lo vemos citar, con serena certeza, presentando “las notables similitudes con el Evangelio de San Juan”, de los pasajes de la obra El Cordero de Hermes, que son máximas completas de la literatura cabalística? “La visión que Hermes da de la naturaleza y obra de Cristo no es menos armoniosa que la doctrina apostólica, y ofrece analogías notables como el Evangelio de San Juan... Él (Jesús) es una piedra más alta que las montañas, capaz de mantener el mundo entero, secular, ¡y hasta tener una puerta nueva!… Él es más antiguo que la creación, por eso puede consultar al Padre sobre la creación que hizo… Nadie puede llegar a él sino por su Hijo”.

“Dios”, dice Hermes, “plantó una viña, es decir, creó los pueblos y les dio a su Hijo; y el Hijo. … él mismo redimió sus pecados, etc.”; es decir, el Hijo los lavó con sangre, y celebrando esto, los cristianos beben vino en su comunión. En la Cabalá se revela que el Anciano de los Antiguos o el “Cara Larga” plantó una viña, significando este último la Humanidad; y la vid que simboliza la Vida. El Espíritu del “Rey Mesías” se muestra así lavando sus ropas en el vino que viene de arriba, de la creación del mundo. Adán, o A-dam es “sangre”. La vida de la carne está en la sangre (nephesh-alma). Y Adán-Cadmo es el Único Creado. Noé también plantó una viña, vivero alegórico de la Humanidad futura. Como consecuencia de la adopción de la misma alegoría, la encontramos en el Códice Nazareno. Se cultivan siete vides que surgen de Kabar-Ziwa y Ferho (o Parcha) Raba las riega. ¡Cuando los bienaventurados asciendan entre las criaturas de Luz, verán a Kabar-Ziwa, Señor de la Vida, y la Primera VID! Esta metáfora cabalística se repite naturalmente en el Evangelio según san Juan (XV, 1); “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador”. En Gén. su asno y el látigo de su asno en la viña escogida; lavó sus vestidos en vino y su manto en sangre de uvas”. Siló es el “Rey Mesías” como lo es el Siló de Efraín, que llegó a ser la sede y lugar del santuario. En el Targum de Onkelos, el babilónico, leemos las palabras de Jacob: “Hasta que venga el Rey Mesías”. La profecía fracasó, tanto en el sentido cristiano como en el judeo-cabalista. El cetro fue quitado de Judá, ya sea que el Mesías haya venido o esté por venir, a menos que creamos, como los cabalistas, que Moisés fue el primer Mesías, que transfirió su alma a Josué, Jesús. (Debemos recordarle al lector, a este respecto, que Josué y Jesús son el mismo nombre. En las Biblias eslavas, Josué se lee: Iessus (o Jesús) Navin.)

Hermes dice: “Y en medio de la llanura me mostró una gran piedra blanca que había aparecido en la llanura, y la roca era más alta que las montañas, rectangular para que pudiera sostener el mundo entero; pero aquella roca era vieja, tenía una puerta tallada en ella, y la talla de la puerta me parecía reciente”. En el Zoar encontramos: “A 40.000 mundos superiores se extiende el cráneo blanco de Su Calabaza (del Santísimo Ancestro in abscondito)… Cuando Zeir [el primer reflejo e imagen de su Padre, el Secular de Seculares] se abre, a través del misterio de los setenta nombres de Metratron, descendiendo en Yetzîrah (el tercer mundo), una nueva puerta... el Spiritus Decisorius cortará y dividirá las vestiduras (Shekinah) en dos partes... A la venida del Rey Mesías, desde el En la piedra cúbica sagrada del Templo aparecerá una luz blanca durante cuarenta días. Se expandirá, hasta abarcar el mundo entero... En esa ocasión el Rey Mesías permitirá su revelación y será visto saliendo por la puerta del jardín de Odan [Edén]. Será revelado en el país de Galil. Cuando los pecados de Israel sean expiados, él guiará al pueblo a través de la nueva puerta al lugar del juicio. “A la Puerta de la Casa de la Vida, el trono está preparado para el Señor del Esplendor”.

Y: “Esta piedra y esta puerta son el Hijo de Dios. "¿Cómo, Señor", dije, es vieja la piedra y nueva la puerta? Escucha, dijo, y comprende, oh hombre ignorante. El Hijo de Dios es más antiguo que toda Su creación, por eso fue consejero del Padre en Su obra de creación; y por eso es viejo'”. Ahora bien, estas dos afirmaciones no sólo son puramente cabalísticas, sin siquiera un cambio de expresión, sino que son igualmente brahmánicas y paganas. “Vidi virum excelem, coeli terraeque conditore natu majorem. … Vi al HOMBRE más excelente (superior), que es mayor por nacimiento que el creador del cielo y de la Tierra”, dice el Códice Cabalista. El Dioniso de Eleusis, cuyo nombre privado era Iacchos (Iaccho, Iahoh), el Dios de quien se esperaba la liberación de las almas, era considerado más antiguo que el Demiurgo. En los misterios de Anthesteria y Limnae (los lagos), después del habitual bautismo por purificación con agua... las Mystae eran inducidas a pasar por otra puerta (puerta), una puerta específica para este fin, que se llamaba “puerta de Dioniso” y “puerta de los purificados”.

En el Zohar, se dice a los cabalistas que el maestro constructor, el Demiurgo, dijo al Señor: “Hagamos al hombre a Tu imagen”. En los textos originales del primer capítulo del Génesis, es: “Y el Elohim (traducido como el Dios Supremo), que era el más alto de los dioses y de los poderes, dijo: Hagamos al hombre a nuestra (?) imagen , conforme a nuestra semejanza”. En los Vedas, Brahma recibió consejos de Parabrahman sobre la mejor manera de crear el mundo.

Citando a Hermes, el canónigo Westcott lo muestra preguntando: "¿Y por qué la puerta es nueva, Señor?" yo dije. Él respondió: “porque fue manifestado en el último día de la Providencia; Por eso se hizo la puerta nueva, para que los salvos entren en el reino de Dios”.

En este extracto hay dos particularidades que vale la pena señalar. Para empezar, atribuye al “Señor” una afirmación falsa, del mismo carácter que la subrayada por el apóstol Juan y que, en época posterior, tantas controversias incómodas trajo a todos los cristianos ortodoxos, que aceptaban literalmente las alegorías apostólicas. . Como Mesías, Jesús no se manifestó en los últimos días; porque este último aún estaba por llegar, contrariamente a un gran número de profecías divinamente inspiradas, seguidas en consecuencia de esperanzas frustradas, del testimonio de su inmediata venida. La creencia de que vendrían los “últimos días” era natural, una vez conocida la venida del Mesías. La segunda peculiaridad se encuentra en el hecho de que la profecía no pudo ser aceptada, porque incluso en su determinación aproximada constituye una contradicción directa con Marcos, quien hizo que Jesús atestiguara claramente que ni los ángeles, ni el Hijo mismo, conocían tal día. y tal momento. A esto podemos aducir que, como la creencia innegablemente se originó con el Apocalipsis, esto debería ser una prueba evidente de que pertenece a los cálculos peculiares de los cabalistas y los santuarios paganos. Era el cálculo secreto de un ciclo que, según sus cálculos, debía terminar en la última parte del primer siglo. También debe aceptarse como prueba concluyente el hecho de que el Evangelio según San Marcos, así como el atribuido a Juan y el Apocalipsis, fueron escritos por hombres, ninguno de los cuales estaba muy familiarizado con el otro. En primer lugar, Filón definió definitivamente el Logos como petra (roca); Además, la palabra, como mostraremos en otra parte del libro, significa en el idioma de los caldeos y fenicios "intérprete". Justino Mártir lo llama “ángel” en sus obras y hace una clara distinción entre el Logos y el Creador. “La Palabra de Dios es Su Hijo… y también se le llama Ángel y Apóstol, porque declara todo lo que debemos saber (interpretar), y es enviado a declarar todo lo que está a la vista”.

“Aedan Lesser se distribuye en sus propios caminos, en treinta y dos bancos de caminos, aunque nadie más que Zeis los conoce todavía. Pero nadie conoce al SUPERIOR AEDAN ni Sus caminos, excepto el Cara Larga” – el Dios Supremo. Zeir es el genio nazareno llamado Hibil-Ziwa, y Gabriel Legatus – también “apóstol Gabriel”. Los nazarenos sostenían, junto a los cabalistas, que incluso el Mesías que debía venir no conocía al “Aedar Superior”, la Divinidad oculta; nadie la conocía excepto el Dios Supremo. De esta manera, demostró que por encima de la Suprema Divinidad Inteligible, hay otra aún más secreta y no revelada. Zeir-Anpîn es el tercer Dios, mientras que el “Logos”, según Filón el judío, es el segundo. Esto se revela claramente en el Codex. “El falso Mesías dirá: Yo soy Dios, el hijo de Dios, mi Padre me envió aquí. ¡Soy el primer Legado, soy Hibil-Ziwa, vengo de arriba! Pero tened cuidado con él; porque él no será Hibil-Ziwa, Hibil-Ziwa no permitirá que lo vean en esta época”. De ahí el hecho de que muchos gnósticos crean que no fue Hibil-Ziwa (el arcángel Gabriel) quien “eclipsó” a María, sino Ialdabaôth (el creador del mundo), quien formó el “cuerpo material de Jesús; Cristo se unió a este cuerpo, sólo en el momento del bautismo, en el río Jordán.

¿Podemos dudar de la afirmación de Nork de que “el Berêshîth Rabbah, la parte más antigua del Rabboth Midrah, era conocido por los padres de la Iglesia en una traducción griega”?

Pero si, por un lado, estaban lo suficientemente familiarizados con los diferentes sistemas religiosos de sus vecinos como para erigir una nueva religión que pretendía ser distinta de todas las demás, su ignorancia del Antiguo Testamento, dejando de lado la cuestión más complicada del griego. la metafísica, nos parece hoy deplorable. “Así, por ejemplo, en Mateo, XXVII, 9 y s., se atribuye a Jeremías el pasaje de Zacarisas, XI, 12, 13”, dice el autor de Religión sobrenatural. “En Marcos I, 2, se atribuye a Isaías una cita de Malaquías, III, 1. En I Corintios, II, 9, un pasaje citado como Escritura
Lo sagrado no se encuentra en el Antiguo Testamento, siendo tomado, como afirman Orígenes y Jerónimo, de una obra apócrifa, El Apocalipsis de Elías, siendo citado también este pasaje en la llamada Primera Epístola de Clemente a los Corintios (XVI, 8). )”, cuando Si podemos confiar en los sacerdotes piadosos en sus explicaciones de diversas herejías, podemos ilustrarlo en el caso de Epifanio, quien erróneamente tomó la sagrada Tétrada de Pitágoras, llamada en la Gnosis valentiniana de Kol-Arbas, como un jefe herético. . ¿Qué debemos pensar de los fraudes involuntarios y las falsificaciones deliberadas de las enseñanzas de aquellos cuyas concepciones diferían de las suyas? la canonización de la mitológica Aura Plácida (brisa suave); en la pareja de mártires cristianos – Santa Aura y Santa Plácida; la deificación de una lanza y un manto, bajo los nombres de San Longino y San Anfíbolo; y las citas de los profetas, que no se encuentran en ningún profeta; y bien podríamos preguntarnos si la llamada religión de Cristo ha sido alguna vez algo más que un engaño incoherente desde la muerte del Gran Maestro.

Tan maliciosos fueron los santos padres en su tenaz persecución de las supuestas “herejías”, que los veremos decir, sin dudarlo, las más flagrantes falsedades, e inventar narraciones enteras, con el objetivo de convencer a los ignorantes con argumentos que de otro modo carecerían de fundamento. base. . Si el error en relación con la Tétrada se originó, en un principio, como simple consecuencia de un fraude no premeditado por parte de Hipólito, las explicaciones de Epifanio y otros que cayeron en el mismo error absurdo tienen una apariencia más inocente. Cuando Hipólito denuncia gravemente la gran herejía de la Tétrada, Kol-Arbas, y afirma que el jefe gnóstico imaginario es “Colarbasus, que intenta explicar la religión mediante medidas y números”, simplemente podemos reírnos. Pero cuando Epifanio, con abundante indignación, profundiza en el tema “qué es la Herejía XV”, y, fingiendo conocer perfectamente el tema, añade que “un tal Heracleón sigue los pasos de Colarbaso, qué es la Herejía XVI”, entonces al cargo de fraude deliberado.

Si este celoso cristiano puede jactarse sin sonrojarse de haber “exiliado, gracias a sus informaciones, a setenta mujeres, incluso de alto rango, mediante la seducción de almas a las que había logrado convencer para que participaran en su secta”, nos da buenas razones. para condenarlo. CW King señala muy hábilmente a este respecto que “podemos sospechar que este digno renegado se salvó en este caso del destino de sus compañeros creyentes al denunciar a sus cómplices al comienzo de la persecución”.

Y así, uno tras otro, perecieron los gnósticos, únicos herederos de los pocos restos de la verdad pura del cristianismo primitivo. Todo fue confusión y desorden en estos primeros siglos, hasta el momento en que finalmente se impusieron al mundo cristiano todos estos dogmas contradictorios y se prohibió la discusión. Durante varios siglos, tratar de comprender aquello que la Iglesia había elevado tan convenientemente al nivel de misterio divino se convirtió en un sacrilegio, castigado con severas penas e incluso con la muerte. Pero como los cristianos bíblicos se habían dedicado a “poner la casa en orden”, los papeles se invirtieron. Los creyentes paganos están acudiendo ahora en masa desde todas partes del mundo para reclamar su suerte, y la teología cristiana está empezando a ser sospechosa de estar en bancarrota. Tal es el triste resultado del fanatismo de las sectas “ortodoxas”, que, para tomar prestada una expresión del autor de La historia de la decadencia y caída del Imperio Romano, nunca fueron, como los gnósticos, “las más educadas, las más educadas”. los más sabios y los más dignos del nombre cristiano”. Y si no todos “olían a ajo”, como decía Renan, ninguno de estos santos cristianos, en cambio, habría dudado en derramar la sangre de sus vecinos, si las concepciones de estos últimos no estuvieran de acuerdo con sus propio. .

Y así todos nuestros filósofos fueron arrastrados por las masas ignorantes y supersticiosas. Los filalteos, los amantes de la verdad y su escuela ecléctica perecieron; y allí, donde la joven Hipatia enseñaba las doctrinas filosóficas superiores' y allí, donde Ammonius Saccas había explicado que “todo lo que Cristo tenía en mente era reinstalar y restaurar en su integridad primitiva la sabiduría de los antiguos – poner un límite a la dominio predominante de la superstición (…) y exterminar los múltiples errores que se habían arraigado en las diferentes religiones populares”. Ya no los preceptos salidos de la boca del “filósofo instruido en Dios”, sino otros expuestos por la encarnación de una superstición cruel y diabólica.

“Si tu padre – escribe San Jerónimo – se acuesta a tu puerta, si tu madre descubre ante tus ojos y tu pecho que ella te alimentó, aplasta el cuerpo sin vida de tu padre, aplasta el pecho de tu madre y, con sus ojos secos, ¡¡Refugiaos en el Señor que os llama”!!

Esta frase es igualada, si no superada, por esta otra, pronunciada con un espíritu similar. Emana de otro padre de la Iglesia primitiva, el elocuente Tertuliano, que espera ver a todos los “filósofos” en el infierno de la Gehena. “¡Qué magnífica sería esta escena! (…) ¡cómo me reiría! ¡Cómo me alegraría! ¡Cómo triunfaría yo de ver pasar a tantos reyes ilustres habiendo ascendido al cielo gimiendo con Júpiter, su dios, en las bajas tinieblas del infierno! ¡Luego quemarían a los soldados que perseguían el nombre de Cristo en un fuego más cruel que el que encendieron para los santos!

Estas expresiones sanguinarias ilustran el espíritu del cristianismo hasta nuestros días. ¿Pero ilustran las enseñanzas de Cristo? De algún modo. Como dice Éliphas Lévi: “El Dios en cuyo nombre aplastaríamos el pecho de nuestra madre, lo veremos en el futuro, un infierno abierto a sus pies y una espada exterminadora en sus manos (…) Moloch quemó niños por sólo un tiempo. unos pocos segundos; ¡Estaba reservado para los discípulos de un dios que se suponía había muerto para redimir a la Humanidad en la cruz, para crear un nuevo Moloch cuya pira es eterna!

Isis Develada – TOMO III – TEOLOGÍA I

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