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Alta Magia

Las llamadas Fórmulas Mágicas o Cabalísticas

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Jean Dubuis

A veces escuchamos hablar de alguien que conoce una fórmula para combatir quemaduras o una fórmula para detener hemorragias. Es delicado desarrollar un punto de vista sobre estas prácticas simplemente porque generalmente no se transmiten a los conocidos. De hecho, para las personas que tienen alguna de estas fórmulas, la transmisión sólo se realiza dentro de la familia y muchas veces siguiendo la siguiente regla: de padre a hija y luego de madre a hijo.

Otros, y esto es generalmente admitido, tienen dones curativos que aparentemente utilizan sin el apoyo de ninguna fórmula mágica.
En su evolución, el hombre regresa gradualmente a su nivel original de conciencia, el estado del Jardín del Edén.

Tras su recorrido por la materia, vuelve a adquirir este estado, libre y estructurado. Este retorno no es repentino y el hombre lo hace gradualmente durante esta evolución. En cada etapa se despiertan las funciones latentes de su Ser y puede entonces dar órdenes directamente a la Naturaleza.

Sin embargo, no realizará milagros violando la Naturaleza, sino que gradualmente obtendrá acceso a leyes naturales mayores, por encima de las leyes físicas de la materia. Es cumpliendo las leyes de una Naturaleza Superior que obtendrá resultados en este mundo.

Entonces, dirás, ¿para qué sirven las fórmulas? Pues bien, la fórmula otorga momentáneamente al hombre facultades que, tarde o temprano, serán comúnmente suyas. Entonces podrá, por un momento, trascender naturalmente las leyes de la materia en nuestro mundo.
Si tenemos la oportunidad de revisar las fórmulas mantenidas por las familias que las poseen, nos daremos cuenta de que muchas veces se trata de frases en hebreo del Antiguo Testamento, de las que probablemente derivan los nombres cabalísticos.

Para conocer la verdad en este ámbito, experimentar es la única solución que puede darnos una respuesta.

Pero es necesario cierto cuidado, sobre todo si se trata de una fórmula de aplicación general.

“El Enchiridion”, una colección de oraciones del Papa León III, decía que antes de usarlas, debes copiar la fórmula a mano y luego usarlas en ti mismo. Agregamos que nunca debes referirte a un
solución al pedir ayuda. Es necesario pedir la solución que se ajuste al problema, pero dejando que el Yo Superior que se invoca elija cuál será la solución.

Si quieres probar, aquí tienes una fórmula decodificada y extraída del Enchiridion:

VAHOS + A NOSTRO + NOXIS + BAY + GLOY + APON + AGIA + AGIOS + HISCHIROS

(Pausa de unos segundos)

AGLA+AGLA+AGLA.

Cada signo + corresponde a un simple signo de cruz que se debe realizar con el dedo índice de la mano derecha frente a usted, sin decir nada, de arriba a abajo y de izquierda a derecha (en pequeños gestos de 15 a 20 cm, aproximadamente de 4 a 8 pulgadas).

En esta fórmula, debes pronunciar todas las terminaciones:

AY como IA
OY como OI
ON como en Don
Además diremos aGhia, aGhios y hisKiros.

AGLA es un Notaricon cuyo desarrollo es: Ateh Gibor (pronunciado gui) Le-Olam Adonai.

Inmediatamente después de pronunciar la fórmula, nos sentamos, meditamos y nos concentramos en el problema que nos ocupa. Unos segundos de concentración son suficientes.

Esta fórmula sólo debe usarse para problemas graves y graves. Uno debe tener el sentido y sentimiento de lo Sagrado en su uso.
Antes de utilizar, cabe señalar nuevamente que es bueno meditar profundamente sobre el problema y saber, desde la perspectiva de lo Invisible, si intervenir es positivo.

Nunca utilices esta fórmula con fines prácticos o materiales a menos que las condiciones de la vida cotidiana sean un obstáculo en tu camino esotérico.

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