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Vampirismo y licantropía

Las diversas formas que puede adoptar un vampiro – Manual práctico de vampirismo

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Los seres demoníacos son capaces de penetrar los cuerpos de los animales, de modo que disfrazados de bestias pueden seducir a hombres y mujeres con los que pretenden fertilizar nuevas semillas del mal. El sacerdote italiano Snistrai D'Ameno escribió en su “Libro de los Demonios” que “la diferencia entre el Demonio y el animal no es sólo específica, es más que específica: la naturaleza de uno es corpórea, la del otro incorpórea, lo que establece una genética diferenciada”. Si el vampiro es una criatura que tiene vida después de la muerte, naturalmente es un espíritu que mediante un pacto con el Diablo adquirió el derecho a la eternidad carnal, y también los poderes de su amo. De esta manera puede transformarse en materia incorpórea y dominar el cuerpo de cualquier bestia que le convenga. Estas mutaciones vampíricas normalmente se asocian con animales como murciélagos, lobos, perros y gatos, ya que estos seres son de naturaleza nocturna. Sin embargo, su poder no se limita a la posesión corporal sólo de estos animales, sino de cualquiera que le convenga en ese momento, mientras esté despierto. Estas mutaciones le permiten moverse más rápido en la oscuridad, porque cuando tiene forma de hombre, sus capacidades físicas son igualmente humanas. Sin embargo, adquiriendo la forma de estas bestias, también llega a poseer su potencial lo que, sumado a su capacidad de pensar, le facilita la consecución de sus objetivos.

Al igual que un murciélago, además de poder volar, capta todo tipo de ondas de energía en el aire. Las antenas te permiten saber cuándo se acerca el peligro y localizar con precisión la ubicación de la víctima que pretendes capturar. Como un lobo, puede ver en la oscuridad más terrible y puede atacar a los enemigos que quieran destruirlo con una fuerza bestial. Como un gato, puede acercarse a quien quiera sin causar miedo. Como un lagarto, puede subir y bajar por las paredes más empinadas, escondiéndose en las grietas más pequeñas de las rocas. Asumiendo una forma incorpórea, el vampiro se convierte en humo, pero en este estado no es capaz de atravesar un espejo o una pared; sin embargo, puede pasar por el agujero más pequeño. Estas facultades de transformación corporal permiten al vampiro conocer el lenguaje de estas bestias, pudiendo comunicarse con ellas a una distancia de kilómetros, para pedirles ayuda cuando la necesite. Es común en regiones donde viven vampiros escuchar interminables aullidos que cesan repentinamente sin la más mínima explicación posible. Estos animales nocturnos encuentran en los vampiros una especie de protección contra los depredadores humanos que los cazan de noche. Cabe destacar, sin embargo, que este pacto sólo es posible gracias a la intromisión del diablo, quien desde el principio de los tiempos se ha aprovechado de la bestialidad irracional de las bestias.

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