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Vampirismo y licantropía

La leyenda original del vampiro

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Las leyendas de vampiros existen desde el año 125 a.C., cuando ocurrió una de las principales historias de vampiros conocidas. Era una leyenda griega. De hecho, se puede decir que este fue el primer registro escrito, ya que los orígenes del mito se perdieron hace siglos y siglos cuando prevalecía la tradición oral. Las leyendas sobre vampiros se originaron en Oriente y viajaron hacia Occidente a través de la Ruta de la Seda hasta el Mediterráneo. Desde allí se extendieron por las tierras eslavas y los Cárpatos. Los eslavos tienen las leyendas más ricas sobre vampiros. Originalmente estaban más asociados con los iraníes y a partir del siglo VIII se extendieron por tierras eslavas. Casi al mismo tiempo que estas historias comenzaron a difundirse, comenzó el proceso de cristianización de la región, y las leyendas de vampiros sobrevivieron como mitos a menudo asociados con el cristianismo.

Más tarde, los gitanos emigraron hacia el oeste a través del norte de la India (donde también hay varias leyendas de vampiros) y sus mitos se confundieron con los mitos de los eslavos. Los gitanos llegaron a Transilvania poco después del nacimiento de Vlad Drácula en 1431. El vampiro aquí era el fantasma de una persona muerta, que en la mayoría de los casos era una bruja, un mago o un suicida.

Los vampiros eran criaturas temidas porque mataban a personas que se parecían a ellos. La única diferencia era que no tenían sombras ni se reflejaban en espejos. Además, podían cambiar su forma a la de un murciélago, lo que los hacía difíciles de capturar y bastante peligrosos. Durante el día dormían en sus ataúdes, para que por la noche pudieran beber sangre humana, ya que los rayos eran letales para ellos. El método más común era, a medianoche, volar por una ventana en forma de murciélago y morder a la víctima en el cuello para succionarle completamente la sangre. Los vampiros no podían entrar a una casa a menos que fueran invitados. Pero una vez que lo estuvieran, podrían regresar cuando quisieran. Los vampiros eslavos no sólo eran peligrosos porque mataban personas (muchos seres humanos también lo hacían) sino también porque sus víctimas, después de morir, también se convertían en vampiros. La característica más temida de los vampiros era el hecho de que eran prácticamente inmortales. Sólo algunos ritos podían matar a un vampiro, por ejemplo: perforarle el corazón con una estaca, decapitarlo o quemarle la sangre. Este tipo de vampiro es también el más conocido, pues quedó inmortalizado en la figura del vampiro más famoso de todos los tiempos, el Conde Drácula, de Bram Stoker.

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