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Horas abiertas, cuerpos cerrados: la religiosidad de Cangaço¹

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Miguel Angel Almeida Teles2

Prácticamente aislados en su mundo, abandonados al abuso de los coroneles y sus jefes y sin ayuda efectiva de los poderes fácticos, los hombres del interior buscaron apoyo, fuerza y ​​protección en el abrazo de lo sobrenatural. Se rodearon de signos sagrados y profanos como arma de defensa en la supervivencia ante su debilidad humana frente a los poderosos de la tierra.

Todas estas enseñanzas y religiosidad provienen de un catolicismo antiguo, de los catecúmenos heredados de los colonizadores europeos, de los indios y negros que poblaron el sertón. Tal religiosidad fue adoctrinada en los escritos de Mariana Horas3, De Misión abreviada4 y el de Pronóstico Lunar y Perpetuo para todos los Reinos y Provincias5 e impulsado por leyendas, supersticiones, letanías, novenas, Santas Misiones, rosarios nocturnos y servicios al amanecer. El miedo al infierno, al diablo, al purgatorio, al pecado carnal, a la persecución de espíritus inferiores, a los hechizos, crearon en estos hombres una combinación de creencia y religiosidad basada en la fe, preceptos y reglas de un sincretismo religioso transmitido de generación en generación a lo largo del tiempo.

La vida convulsa, llena de hurtos, crímenes y robos provocó en el hombre cangaço un estado de alarma enfermizo, lleno de presagios y presagios, creyendo en todo, porque creía en todo, y así, alimentaba su fe a su manera. En tiempos de angustia y agitación, el cangaceiro hacía pactos con santos de su devoción y con espíritus protectores, asumiendo los más diversos compromisos para el pago posterior de las promesas aludidas a los pedidos que lograba. En una maraña de crucifijos y patuás y apoderándose de todo lo que les daba protección, el cangaceiro rindió cuentas ante sus amadas deidades y, convencidos de extinguir la deuda, devolvieron los favores donando dinero a los oragos de la iglesia, escuchando misas, confesando sus pecados. y comulgando, pero sin perder la fe en la fuerte oración que llevaba, transmitida por algún anciano negro que había cerrado su cuerpo.

Sin embargo, en las peleas, encerrados en la misma confianza de rosarios y bentinhos, usaban su propia fe para orar al cielo por la puntería certera, confiando así el alma de algún desafectado o integrante de los grupos, abriendo el camino al desdichado. al otro mundo. Eran el rosario que contribuía a la puntería del rifle. Eran Dios y el diablo vagando por las tierras remotas tras los bandidos.

En las zonas rurales del noreste, para algunos creyentes, Dios y el diablo compiten en la fuerza y ​​el poder de la igualdad. En las horas consideradas abiertas – las seis, el mediodía, las dieciocho y la medianoche – el diablo está libre en el mundo, reuniendo almas para su reinado en el infierno. Con el objetivo de ganar súbditos, la “cosa mala” utiliza trucos y tentaciones satánicas para impresionar con sus poderes excepcionales a quienes buscan fuerza e inmunidad contra sus enemigos, en la clausura del cuerpo. Sin embargo, según todavía se dice allí, ¡el diablo da, pero un día exige! Pues sí o no, cuando bostezan, todavía hacen cruces sobre la boca abierta para evitar que el diablo entre en ella.

En tus notas poéticas6, el ex cangaceiro Antonio Ignácio da Silva, alias Moreno, (2008, p. 10) resume, con la perspicacia de un escritor rural, la vida errante de los hombres cangaço, cuando describe “todos los cangaceiros del grupo de Lampião / caminando por los verdes bosques/ a la sombra de la soledad”, vivían sin lugar seguro para sus cuerpos y sin refrigerio para sus almas. Sin hogares, capillas ni sacerdotes que los orienten en las enseñanzas de la fe cristiana y los dogmas del catolicismo, los cangaceiros ensalzaron una religión ecléctica que confesaban, con inusitada fe en los santos, en las oraciones, en los patuás y en las promesas. ellos hicieron. Seguían una serie de ritos y temían los abusos que ellos mismos creaban. En caso de duda, examinaron las coincidencias, compararon eventos e hicieron analogías para luego refinar las creencias abstractas que surgieron de sus suposiciones.

Dados los imaginarios y las supersticiones que rodeaban el mundo rural del cangaço, el misticismo transitó libremente por los caminos de la religión. De esta manera, esta investigación bibliográfica tiene como objetivo esbozar la relación entre la religiosidad y las creencias de los hombres llamados cangaceiros, que vagaron por el sertón nororiental desde el siglo XVIII hasta mediados del siglo XX, considerando a José Gomes Filho, el Cabeleira (1751-1776). y Cristino Gomes da Silva Cleto, Corisco o Diabo Louro (1907-1940) respectivamente, primer y último líder representativo del grupo de cangaceiros.

EL CIERRE DEL CUERPO

Rodeados de inseguridad en un espacio agresivo, brutal y convulso, los cangaceiros buscaron protección en las misteriosas fuerzas del más allá, a través de una religiosidad heterogénea, que, armada de mucha fe en lo sobrenatural y ligada a creencias, supersticiones y misticismo, actuaba como supuestas formas de defensa del cuerpo y del espíritu.

Según Eliade, (1992, p. 17) “el hombre toma conciencia de lo sagrado, porque se manifiesta como algo absolutamente diferente de lo profano”. Así, el autor sugiere para esta revelación de lo sagrado, el término hierofanía, traduciendo sólo lo que está implícito en su contenido etimológico, como “algo sagrado se nos revela”. De esta manera, según el autor, lo sagrado emerge para ciertos individuos a través de símbolos y signos, en la creencia de que tales instrumentos los harán fuertes y poderosos. Así,

El hombre en las sociedades arcaicas tiene tendencia a vivir lo más sagrado posible o muy cerca de los objetos consagrados. Esta tendencia es comprensible, porque para los “primitivos” como para el hombre de todas las sociedades premodernas, la sagrado es igual al poder y, en definitiva, a realidad por excelencia. Lo sagrado está saturado de ser. Potencia sagrada significa al mismo tiempo realidad, perpetuidad y eficacia […] (ELIADE, 1992, p. 18).

Por lo tanto, para los hombres cangaço, las protecciones logradas bajo la influencia de fuertes oraciones, patuás y mandingas dieron a estos creyentes una fe visceral en esta combinación mística. Creían que apoyados por la intercesión de estos protectores sobrehumanos, que trabajaban a su favor contra las fuerzas del mal del universo, serían fortalecidos y agraciados con el encanto de cerrar el cuerpo.

Buscando la concepción de la expresión “cerrar el cuerpo”, Ferreira (1986, p. 482) nos dice que “lo hagamos invulnerable a las puñaladas, a los disparos y a las mordeduras de serpientes, mediante oraciones y brujería”. Del mismo modo, Cascudo (1972), además de coincidir con las afirmaciones de Ferreira (1986), también se refiere a otras prerrogativas de inmunización corporal y espiritual del individuo, en una combinación de oraciones, reglas y preceptos, donde,

El cuerpo cerrado puede resultar de los amuletos que se llevan alrededor del cuello, liberando al portador de todos los peligros, morte súbita, aguas vivas y muertas, cuchillo frío y bala caliente, agravio (herida) o por haber sometido al inmunizado al hechizo ceremonial, muamba, catimbó, macumba, de diferentes maneras casi dependiendo de cada 'maestro' la manera y ceremonial del acto . (CASCUDO, 1972, p. 294).

Todo este proceso de autodefensa del cuerpo y del espíritu, a cambio de una remuneración monetaria, se lleva a cabo en una ceremonia privada entre el maestro y el aspirante, cuyas formalidades rituales de la ceremonia de “cierre del cuerpo” son detalladas por Cascudo. De este modo,

El cliente abona el importe de la sesión, el importe estipulado para cerrar el cuerpo. Se cierra la sala, se enciende la luz de las velas, el maestro abre la sesión. Después de fumar, sorbos de Cauim (brandy), el Mestre soplar el agua y verterla en un recipiente de hojalata nuevo. El candidato se descalza, entra en la palangana, manteniéndose en equilibrio, con el pie derecho sobre el izquierdo [...].

Con un pie encima del otro, dentro de la palangana que tiene agua soplada por el maestro, como en obediencia a un rito de pajelança donde el golpe, Peiuuá, es la esencia, la materialización de la fuerza espiritual del chamán, dice el Creo en Dios Padre hasta el pasaje muerto y enterrado, reemplazando la frase guardado y cerrado sea mi cuerpo para todos mis enemigos y desencarnados. El maestro, tomando la llavecita de acero, se acerca diciendo en un recitativo semicantado: “Cierra tu órgano, por Vacujá/ por todos los males que existen en el mundo/ Cierra tu cuerpo, ten cuidado, hermano/ En el santo El pozo de Salomón.

Y hace el gesto de cerrar todas las juntas junta a junta con la llave, diciendo el mismo verso en cada operación. Al finalizar el servicio entregan al cliente una pequeña botella que contiene un poco del agua que había en la palangana. Debes arrojarlo al mar a medianoche. El maestro de la otra parte hará lo mismo. Esa noche el candidato beberá cauim legítimo, aguardiente con raíz de jurema. (CASCUDO, 1972, p. 294-295).

En la obra “Meleagro”, Cascudo menciona otra variante de la oración para proteger el cuerpo contra todo tipo de desgracias, ofensas, calamidades, aflicciones y enfermedades materiales e inmateriales, recogidas por el folclorista pernambucano Pereira da Costa, en su obra Folclore Pernambucano:

Cerro mi cuerpo con las llaves del Sagrario Santo; dentro de ella está mi Jesús Sacramento, como está encerrado en el Sagrario; y así como tú, Jesús mío, mi cuerpo será preservado, mi alma no será maltratada por mis enemigos y mi sangre no será derramada, porque tengo mi Santísimo Sacramento para custodiarla, y a la Virgen María para librarme del mal. ., brujería y hechizos; y no entrarán en mi cuerpo, cubierto con el manto sagrado de la Virgen María, rociado con su sagrada leche y encerrado como mi Santísimo Jesús, con las llaves del Santo Sagrario y con el Credo en la Cruz.  Pax Domini, misericordia, Aleluya. (COSTA [19–] apud CASCUDO, 1951, p. 62).

Además de todo el sincretismo religioso que implicaba el cierre del cuerpo, los cangaceiros utilizaban una serie de bendiciones, oraciones y talismanes, creyendo que tales incentivos sumados a la acción antes mencionada, fortalecieron, según sus creencias, la protección del cuerpo y alma. Así, los hombres cangaço utilizaban oraciones fuertes, bentinhos, patuás y escapularios para alejar el mal, atraer la suerte o la protección, cuyos signos variaban según la creencia de cada poseedor.

ORACIONES FUERTES, 'BRABAS' Y ORACIONES DE SANACIÓN

 Aunque biografiados como criminales con atributos violentos, los cangaceiros profesaban una intensa religiosidad heredada de sus padres y abuelos con énfasis en el catolicismo y los preceptos de la Iglesia católica. La vida criminal y la incertidumbre del amanecer, temiendo el espectro de la muerte, hacían que los cangaceiros buscaran la asistencia divina en oraciones por las dolencias del cuerpo y del espíritu. Por otro lado, utilizaron el supuesto escudo sobrenatural para propagar la creencia del “cuerpo cerrado” entre los perseguidos, obteniendo así miedo y respeto de aquellos hombres con idéntica fe y creencias.

Según Cascudo,

[…] la oración es siempre una fórmula para pedir a Dios. La oración fuerte, amuleto y talismán, guardada en una bolsa, defiende de todos los males o, leída o rezada, sacude los cielos, cediendo la divinidad a las súplicas despreciativas del suplicante, para bien o para mal. (CASCUDO, 1972, p. 622).

Llenas de misterios y de intenso ocultismo, las oraciones manuscritas, obra de escribas rurales bajo el control de alguna creencia supuestamente poderosa, eran celosamente conservadas en los bolsos o carteras de los cangaceiros y recitadas sólo en momentos de extrema angustia, como último recurso contra alguna peligro o amenaza. Otros, embolsados ​​en cuero o tela, eran llevados como bentos alrededor del cuello, con cuidado de no abrir el envoltorio, incurriendo en el castigo de perder las fuerzas, abrir el cuerpo y sucumbir al creyente.

También conocidas como oraciones forzadas, las oraciones fuertes formaban parte del gran arsenal de creencias de matones, bandidos y ladrones que confiaban ciegamente en los inmensos poderes de estas oraciones que llevaban consigo, sin ninguna preocupación real por el peligro, en la confianza de que tales oraciones las oraciones los hicieron aparecer.7. Mientras viajaban, escapando de emboscadas y asedios, se rezaban tales oraciones para salvar a las personas de encuentros fatales, así como para detener el recorrido del proyectil, cerrando y protegiendo el cuerpo contra cualquier arma. Creían que “[…] por su virtud, nunca serían heridos en batallas o peleas, ni morirían en el fuego, ni ahogados, ni de morte súbita y que todo sucedería prósperamente”. (CASCUDO, [20–], p. 156).

Entre las oraciones forzadas más conocidas y considerada una de las más fuertes entre los cangaceiros, se encuentra la Oración de la Piedra de Cristal, encontrada en las pertenencias del rey de Cangaço, y transcrita en la obra del profesor Estácio de Lima. Observamos que, al igual que el profesor, aceptamos la ortografía y puntuación del documento transcrito íntegramente en la obra, corroborando la reserva de mantener respeto y cuidado respecto de la “forma, las palabras que aparecieran a la mitad o los defectos del texto”. ". (LIMA, 2006, pág. 136).

Mi piedra cristiana que en el mar se encontró entre el cáliz y la hostia consagrada, tiemblo la tierra pero nuestro Señor Jesucristo no tiembla en el altar, por eso los corazones de mis enemigos tiemblan cuando me miran estoy en la cruz , no tu yo entre el sol Ialua y las Estrellas los tres pueblos distintos de la Santísima Trinidad mi Dios en el cruce vi a mis enemigos mi Dios que hago con ellos Con el manto de la Virgen María estoy cubierto y con la sangre de mi Señor Jesucristo soy válido Tienes ganas de disparar pero yo no Si quieres tirar agua por el cañón de la escopeta, si tienes ganas de tirarla, el cuchillo que tienes en la mano se te caerá si lo atas , los nudos se romperán y si lo cierras con llave las puertas se abrirán.

oficio

Soy salvo, soy salvo y seré salvo con la llave del sagrario y me cierro.

1 PN 3 AM i 3 Gloria apatre ofrezco las 5 Llagas de Nuestro Señor Jesucristo. (LIMA, 2006, págs. 136-137).

Otra oración estimada y considerada “demasiado fuerte” por los creyentes fue el Rosario apresurado destinado a Nuestra Señora de la Concepción. Sólo verbalmente, se pronunciaba rápida y continuamente, sin ningún error ni retraso en la pronunciación -hasta tres veces, según el precepto de la oración-, se tomaba como una respuesta negativa de la divinidad y se consideraba un mal augurio.

Oh Virgen de la Concepción, Señora Concebida, Madre de Dios, Reino de la Vida, Señora dame la mano que está mi alma caída; mi cuerpo tembló sin tu consuelo, fuiste afligida y ofendida, Virgen y al pie de la Cruz y afligida y ofendida te llamo, madre de Jesús, oh Virgen de la Concepción, no fuiste tú quien dijo, por tu boca sagrada, ¿que sería válido Quien te llamara ciento cincuenta veces al día? Porque ha llegado el momento de toda tribulación. Ayúdame, oh Virgen de la Concepción. (CASCUDO, 1972, p. 624).

Más adelante, el folklorista de Rio Grande do Norte cita como muy conocida en el ambiente cangaço la Oración del Río Jordão, ahora transcrita,

Ambos estaban en el río Jordán. Ha llegado el Señor San Juan: ¡Levántate, Señor, que vienen tus enemigos! Que venga, João, todos estamos atados de pies y manos, de alma y corazón. Con dos te veo, con tres te actúo. Bebo tu sangre, te rompo el corazón. Serás humilde y manso como la suela de mis zapatos (dice tres veces dando golpecitos con el pie derecho). Dios quiere, Dios puede, Dios acaba con todo lo que Dios y yo quisimos. (CASCUDO, [20–], p. 642).

Respecto a los éxitos provocados por animales venenosos de la caatinga, hábitat natural de jararacas y serpientes cascabel, no se encontró ningún informe en la bibliografía investigada, ni en ninguna otra fuente, sobre algún cangaceiro muerto o herido por una serpiente venenosa. Según la creencia popular, estos hombres tuvieron “fuerza” frente a las víboras, pues fueron curados del veneno de las serpientes, clamando a San Benito: “¡Sé de buena utilidad para mí! Mi Señor San Benito, ¡Ayúdame! ¡Yo lo valgo! ¡Yo lo valgo! Líbrame de las serpientes y de los animales venenosos”. (OLIVEIRA, 1970, p. 121).

Aún como ejemplo de oración fuerte, la siguiente oración fue recogida en un cuaderno manuscrito por el ex bandolero Antonio Ignácio da Silva, conocido como Moreno: “Jesús, Hijo de María Santísima, Madre del Salvador, dame la fuerza para escribir las palabras del Señor. Ayúdame Jesús, Madre de Dios, Salvador en tiempos de necesidad a la sombra de siete amores. PFE Santo. Amén." (SILVA, 2008, p. 5).

Otra forma de oración muy utilizada en cangaço fueron las Oraciones de Curación. Destinadas exclusivamente a curar o prevenir enfermedades y dolencias, las oraciones antes mencionadas todavía son utilizadas hoy por curanderos y oradoras debido a la desconfianza que sienten algunos hacia la eficacia de la alopatía.

Estas oraciones se diferencian de las “oraciones fuertes” y se refieren únicamente a oraciones y ensayos, como parte de una terapia religiosa para curar enfermedades y dolencias del cuerpo. Al ratificarlo, César afirma que en aquellas partes,

El término oración nunca lo pronuncian los oradores ni los curanderos. Aplican sistemáticamente la expresión orar con sus derivados orar y orar. La oración se llama a orar por la vaca que se asfixia; la oración para orar contra el mal de ojo del niño; el vaquero a rezar tras un ciervo con gusano barrenador. (CÉSAR, 1975, p. 159).

La oración de la espinhela caída, muy utilizada en cangaço, también prevalece entre las pocas oraciones del campo. Como regla general, la oración usa una cuerda para medir la distancia desde la punta del dedo meñique hasta el codo y la compara con la distancia entre los hombros. Superada la medida, el cristiano sufre el mal y comienza el rezo, acompañado de tres Avemarías, tres Padrenuestros y tres Gloria al Padre, con una ofrenda a las Cinco Llagas de Nuestro Señor Jesucristo.

Entro en la palabra de Dios Padre, con las palabras de Dios Hijo y de Dios Espíritu Santo, espina caída te levanto con el pecho y todo, con los poderes de Dios Padre, con los poderes de Dios Hijo y con los poderes de Dios Espíritu Santo, ¡Amén! (SUSSOL, 1995, pág. 213).

En el tratamiento del “impaludismo” o “sezão”, el bandido excavó el suelo y luego cubrió la abertura con la misma tierra, pronunciando: “Sezão te entierro aquí/ Te alejo de mí/ Sólo te conviertes en vortá/, Si di novo eu aqui he venido." Luego colocaría un haz de leña, para no volver nunca más al lugar. La eficacia de la oración dependía del exacto cumplimiento de los preceptos y/o de la infelicidad del cristiano al realizar el acto a raíz de un cornudo. (MACHADO, 1974, p. 191).

Las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) causaron a los cangaceiros un gran malestar debido a las infecciones que provocan. Por considerar las enfermedades venéreas una “enfermedad del mundo” o “enfermedad hecha”, el tratamiento se realizaba exclusivamente basándose en la farmacopea cangaceira, ya que las fuerzas de la oración no tenían poder para curarlas. (MACHADO, 1974, p. 191).

Las oraciones “salvajes” son oraciones contrarias a las establecidas por el credo cristiano de fe en un solo Dios, llenas de menciones y oscuros secretos y que reportan exclusivamente a las fuerzas demoníacas y misteriosas del infierno. Entre ellas, encontramos dos oraciones feroces, temidas y condenadas por la mayoría de los creyentes nordestinos y citadas en el Libro de San Cipriano: “La Oración de la Cabra” Negra, que en mezcla con Santa Justina pide ayuda a las fuerzas satánicas y el “Credo al revés”, leído “al revés” en una versión contraria al “Credo cristiano”.

En referencia a los amuletos, los cangaceiros tenían atados al cuello infinidad de estos talismanes, en los que tenían una fe inmensa. Empapados de sudor y polvo, sólo eran retirados, por regla general, en el momento del coito, so pena de incurrir en una serie de castigos y desgracias al creyente, invalidando así los poderes de su patuá.

Constituidos por un pequeño envoltorio elaborado en tela o cuero, los patuás portaban fragmentos de hostias consagradas, reliquias, oraciones forzadas y curativas, permitiendo al creyente cerrar el cuerpo, haciéndolos valientes, audaces y temidos, que abducían las cosas realizadas, fracasos. y enfermedades. De esta manera, según Eliade,

Al manifestar lo sagrado, cualquier objeto se vuelve otra cosa y sin embargo sigue siendo él mismo, porque continúa participando en el entorno cósmico circundante. Una piedra sagrada no es por eso que es un piedra; aparentemente (para ser más exactos, desde un punto de vista profano) nada la distingue de todas las demás piedras. Para aquellos a cuyos ojos una piedra se revela sagrada, su realidad inmediata se transforma en una realidad sobrenatural […]. (ELIADE, 1992, p. 18).

Además de la protección que ofrecen las oraciones, patuás y bentinhos, nos encontramos con la iconografía del cangaço (JASMIN, 2006), con un legado de signos y símbolos visualizados en las armas y sombreros de los cangaceiros. Postulados en superstición para proteger las armas, estos hombres tallaron el Signo de Salomón en el exterior de las culatas de los rifles y fusiles, donde cada siete días lo bendecían con siete cruces y con el pulgar superpuesto en el centro de la figura rezaban un Padre Nuestro y Ave María. (CÉSAR, 1975, p. 172). El sombrero, además de proteger el cerebro y los órganos de los sentidos contra las inclemencias del tiempo, estaba decorado con iconos, medallas y monedas cabalísticas, postulando la salvaguardia del cuerpo. Sede de la razón y la sabiduría, el jefe fue elogiado como guía espiritual cristiana, en apoyo de los santos sacramentos de la Iglesia católica, como el bautismo, la comunión, la confirmación y la extremaunción.

Obstinados en mantener lo físico ligado a lo espiritual y el cuerpo inmune al daño del hierro candente.8 y hierro frio9, los cangaceiros, hombres de fe y religiosidad refinada, seguían estrictamente los mandamientos y preceptos pertinentes para mantener el “cuerpo cerrado”. Asombrados de que el universo femenino anulara tal mandinga, temían y respetaban al sexo opuesto con una fobia desmesurada, en detrimento de un pasaje bíblico, escrito en el Antiguo Testamento, donde:

La mujer, la que sufre su flujo menstrual, estará separada durante siete días. Todo el que la toque quedará inmundo hasta el anochecer; y todas las cosas sobre las que ella durmió o se sentó durante los días de su separación serán contaminadas. Y si alguno se acuesta con ella, y su inmundicia cae sobre él, será inmundo siete días; y toda cama en que él se acueste será inmunda. (SANTA BIBLIA, LEVÍTICO 15:19-21).

De esta manera, el comportamiento de los hombres cangaço relacionado con las reglas impuestas a las mujeres los llevó a la abstinencia sexual en los tres días previos a un robo o ataque.

Así, al transitar en estos proyectos bordeaban los caminos y caminos locales con el firme propósito de evitar cualquier encuentro casual con el sexo opuesto o incluso con ciertas plantas de la flora del país como el mororó. (Bauhinia fortificada) y flores de maracuyá (Pasiflora edulis) porque creen que se parecen a los genitales femeninos. Aún en este universo, el miedo de los creyentes aconsejaba un examen minucioso del arnés, por temor a que algún desafecto camuflara algunas de las prendas íntimas de las mujeres entre la manta y la silla. (CÉSAR, 1975,

  1. 32). Aún según César, (1975, p. 173), “cuando tienes un enemigo, no debes viajar antes del tercer día que hayas visitado a una mujer, bebido brandy o sentado en un puesto de juego”.

En estas marchas, profesando otras supersticiones para proteger el cuerpo, los cangaceiros guiaban sus recorridos, trazados por una secuencia de preceptos heredados de sus mayores, en el lado apropiado del camino. En el cruce del camino pisaban sistemáticamente el flanco derecho y alejándose del cruce, para no pisar la cruz formada por el cruce de los caminos, sin embargo, solo pasaban la sombra de un árbol, que estaba En el lado izquierdo. (CESAR, 1975, p. 53)

CONSIDERACIONES FINALES

 Con el objetivo de relacionar la religiosidad y las creencias de los cangaceiros, entendidas entre el siglo XVIII y mediados del siglo XX, encontramos en los trabajos investigados y referenciados en este artículo una variedad de plegarias y oraciones que, asociadas a amuletos y preceptos, confirman la analogía entre la superstición y la devoción a lo sagrado de estos hombres, que a pesar de ser ladrones y asesinos, también contaban con una gran munición espiritual.

Así, se hizo evidente la necesidad de que estos individuos materializaran su religiosidad, abstrayendo su propia fe en lo espiritual y transponiendo la encarnación de lo sagrado a los bentinhos y patuás. Ensimismados, los hombres cangaço admitían en sus creencias que estos dispositivos, además de ofrecer protección sobrenatural, fomentaban una mayor proximidad al santo de su devoción. De esta manera, basándose en su fe en estos objetos consagrados, corroboraron sus convicciones de que tales talismanes y oraciones tenían el poder mágico de inmunizarlos contra el hierro candente, el hierro frío, las dolencias del cuerpo y los males del espíritu.

En estos individuos también era evidente el miedo hacia las mujeres, así como cualquier cosa que evocara el sexo opuesto debido a un pasaje bíblico sobre la

menstruación femenina, ya que tal impureza dejaba el cuerpo y el alma susceptibles a perversidades naturales y sobrenaturales.

Se constató que la desintegración del cangaço, a raíz de la muerte de su comandante en 1938 – Virgulino Ferreira da Silva, conocido como Lampião – resultó en la entrega y detención de los restantes de las bandas, terminando así por crear el marco determinante Condiciones para comprender los aspectos estructurales, religiosos y sociales en la historiografía cangaceira. La facilidad para obtener información, debido al acceso y contacto directo entre historiadores y ex bandidos en prisión, proporcionó a los estudiosos una diversidad de conocimientos, subsidios utilizados para los capítulos de la vasta bibliografía de la historia de Brasil y del Nordeste sobre el tema. Sin embargo, a partir de lo encontrado, es imperativo profundizar la investigación desde la perspectiva de la religiosidad y creencias de los cangaceiros, por ser un tema poco explorado y exige una mirada crítica al respecto.

Notas:

1 Trabajo presentado en el Seminario Angicos 80 años: o Crepúsculo do Cangaço.

2 Miguel Angelo Almeida Teles, fotógrafo, documentalista e investigador de temas country como los vaqueros y el cangaço. Miembro del IGHB. Estudiante del VI Semestre de la Licenciatura en Historia, UNOPAR.

3 ROQUETE, José Ignacio. Las Horas Marianas u Oficio Menor de Nuestra Señora trajeron oraciones y prácticas alusivas a las devociones de la Madre de Dios.

4 COUTO, Manoel José Gonçalves. Publicado en Portugal en 1859, además de las biografías de los santos, contenía varias oraciones, muy utilizadas por la gente del campo.

5 CORTÉS, Jerónimo. Orientó a los lectores sobre agricultura, predicción del tiempo, fases de la luna, biografía de los santos, antídotos contra los venenos de animales venenosos, tratamiento de enfermedades, eclipses solares, fiestas religiosas, etc.

6 Manuscrito ofrecido al autor por el ex bandolero Antonio Ignácio da Silva, alias Moreno. Llegó a nuestras manos gracias a Carla Gomes, con motivo de la entrevista concedida al investigador, en octubre de 2008.

7 Supuesta capacidad mágica de ciertos individuos que, en situaciones complicadas, se vuelven invisibles para sus perseguidores y se transforman en piedras, arbustos o tocones de madera con la ayuda de algunas oraciones o encantamientos.

8 Lesiones causadas por armas de fuego.

9 Heridas producidas por armas blancas como puñales, cuchillos, etc.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Sagrada Biblia. Trans. Francisco Zbik. Río de Janeiro: Delta, 1980. 1126 p.

CASCUDO, Luís da Câmara. Diccionario de folklore brasileño. 3 ed. Río de Janeiro: Ediouro, 1972.

            . Cinco libros del pueblo. 3 ed. João Pessoa: UFPB, 1994. 456 p.

            . Meleagro. Río de Janeiro: Ley de 1951. 196 p.

CÉSAR, Augusto. Creencias: sus orígenes y clasificación. Río de Janeiro: MEC, 1975. 280 p.

ELAIDE, Mircea. Lo sagrado y lo profano. Trans. Rogerio Fernandes. São Paulo: Martins Fortes, 1992. 191 p.

FERREIRA, Aurélio Buarque de Holanda. Nuevo diccionario de la lengua portuguesa. Río de Janeiro: Nova Fronteira, [1986].

HORNAERT, Eduardo. Formación del catolicismo brasileño: 1550-1800. Petropólis: Vozes, 1974. 140 p.

            . Misticismo oscuro en Brasil. Petropólis: Vozes, 1991. 181 p. JASMIN, Elise. Cangaceiros. São Paulo: Tercer Nombre, 2006. 150 p.

LIMA, Estácio de. El extraño mundo de los cangaceiros: ensayo biosociológico. 2 ed. Salvador: ALB, 2006. 336 p.

MACHADO, María Cristina R. da Matta. Aspecto del fenómeno en el nordeste de Brasil IV. Revista de Historia. São Paulo: v. XLVII, núm. 97, p.161-200, enero/marzo. 1974.

MADEIRA, Paulo. Creencias increíbles. 2 ed. Brasilia: TESAURO, 2010. 304 p.

MARIZ, Celso. Ibiapina: apóstol del noreste. Edición facsímil. 3ª edición. João Pessoa: SEC; UFPB, 1997. 324 p.

OLIVEIRA, Aglae Lima de. Lampião cangaço y noreste. Río de Janeiro: O Cruzeiro, 1970. 442 p.

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