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Oración de Manasés

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Esta oración se encuentra en las Biblias griega y eslava, pero no forma parte del canon católico, por lo que fue colocada –tardíamente– por separado, en un apéndice, en la Vulgata latina.


La oración es ciertamente de origen judío e imita los salmos penitenciales. El autor desconocido utilizó el griego y escribió la oración probablemente entre los siglos II o I a.C., posiblemente en Egipto. Hay traducciones antiguas también en siríaco, armenio y árabe.


Tal oración habría sido pronunciada con motivo de la conversión del malvado Manasés, la misma en la que se centra el segundo libro de Crónicas. Quizás por eso la parte introductoria sigue de cerca a 2Cron. 23,11:14-XNUMX.)

DIRECCIÓN

1 Oh Señor todopoderoso, Dios de nuestros padres, de Abraham, de Isaac y de Jacob, y de toda su descendencia justa;

2 Tú que creaste los cielos y la tierra, con todo lo que hay en ellos;

3
que encadenaste el mar con tu fuerte palabra, que confinaste el abismo, sellándolo con tu terrible y glorioso Nombre;

4 por quien todas las cosas se estremecen, temblando ante tu poder;

5 nadie puede sostener el esplendor de tu gloria, y tu ira contra los pecadores es insoportable,

6
aunque ilimitada y sin medida es tu misericordia prometida;


7
Eres el Señor de las Alturas, de inmensa compasión, de gran tolerancia y de gigantesca misericordia; ¡Muestras misericordia ante el sufrimiento humano! Oh Señor, según tu inmensa bondad, prometiste penitencia y perdón a los que pecaron contra Ti, y con incontable clemencia indicaste la penitencia a los pecadores para que pudieran salvarse.

Confesión de pecados

8 Así, Señor, Dios de los justos, no estableciste penitencia para los justos, para Abraham, Isaac y Jacob, que no pecaron contra ti, pero estableciste penitencia para mí, que soy pecador.

9 Los pecados que he cometido son mayores que los granos de arena en el mar; Mis transgresiones son múltiples, oh Señor: ¡se multiplican! No soy digno de alzar mis ojos al cielo a causa de la multitud de mis iniquidades.

10 Estoy cargado con pesadas cadenas de hierro; He sido rechazado a causa de mis pecados, y no recibo consuelo por haber provocado vuestra ira y haber hecho lo malo ante vuestros ojos, haciendo cosas abominables y multiplicando los escándalos.

Solicitud de indulto

11 Ahora doblo las rodillas de mi corazón y suplico tu amistad.


12
¡He pecado, Señor! He pecado y reconozco mis transgresiones.


13a
Te lo ruego ardientemente: ¡perdóname, Señor! ¡Perdóname! ¡No me destruyas con mis transgresiones! ¡No te enfades conmigo para siempre, no me guardes maldad! ¡No me condenes a las profundidades de la tierra!

Reconocimiento

13bTú eres, Señor, el Dios de los que se arrepienten,

14
y en mí mostraréis vuestra bondad; porque, desgraciado como soy, me salvarás con tu gran misericordia,

15 y te oraré sin cesar todos los días de mi vida. Por toda la hueste celestial proclama tu honor y tuya es la gloria por siempre. Amén.

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