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Por Jean-Louis de Biasi, traducido por Ícaro Aron Soares.
Existe una conexión entre las experiencias extracorporales y el aura. En mi nuevo libro, Misterios del Aura, relato varias historias de sucesos que he tenido desde que comencé a ver y leer auras en la década de 1970. Como puedes imaginar, he tenido innumerables experiencias directas, y la mayoría de ellas me ayudaron. Vaya más allá en mi exploración de estas palabras energéticas. Uno de ellos, que no encuentras en el libro, ocurrió cuando yo tenía 18 años.
Vivía en el suroeste de Francia. Mucha gente conocía mi trabajo como zahorí, magnetizador y lector de auras. Un día, una mujer llamó a casa de mis padres y pidió hablar conmigo. Explicó que su marido llevaba meses enfermo y ningún médico o especialista había podido encontrar la causa de sus mareos. En ese momento, abordé mi trabajo sin pedir muchos detalles más que el nombre, el sexo y la fecha de nacimiento de la persona. Le dije a la mujer que haría una exploración y evaluación espiritual en los próximos días y que la llamaría cuando terminara.
La noche siguiente me preparé para proyectar parte de mi aura (esto lo explico en mi libro). Entonces viajé con este vehículo para encontrarme con este hombre. En unos segundos vi su casa y luego la habitación donde pasaba sus días. Inmediatamente sentí un peso. Unos segundos más tarde, vi una especie de niebla oscura y profunda flotando a unos metros del suelo. No era agresivo, sino muy pesado, como si la vida se hubiera detenido en este espacio. Cualquiera que pasara mucho tiempo en este lugar podría sentir esta opresión y quietud.
Al día siguiente llamé a la esposa y le expliqué mi percepción y visión. Ella reaccionó con un silencio incómodo y me dijo que su marido estaba letárgico y sin energía. Lo preocupante era que sus piernas estaban hinchadas desde los pies hasta la mitad de los muslos, sin explicación médica. Fue una confirmación increíble de lo que sentí la noche anterior. Ver es el primer paso importante, pero ayudar es el segundo.
En los días siguientes, fui a casa y dispersé la energía pesada (el esquema de esta práctica se explica en el libro). Luego utilicé algunas herramientas de terapia electromagnética (también conocida como radiónica), que me permitieron equilibrar la energía en la casa y canalizar energía limpia y fresca. Al hombre le llevó menos de una semana volver a caminar y en unas pocas semanas ya estaba completamente lleno de energía. Fue una experiencia fascinante que fortaleció mi deseo de darles a todos las claves de tales prácticas.
¡Nuestro agradecimiento a Jean-Louis por su artículo invitado! Visite la página del autor de Jean-Louis de Biasi para obtener más información, incluidos artículos y sus libros: http://www.llewellyn.com/autho
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