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Sitra Ajra

Prefacio – Jesucristo nunca existió

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TENGO el placer de recomendar al público esta obra, escrita bajo el título “Jesucristo nunca existió”, de La Sagesse, en cuyo contenido el autor revela fielmente y sin reticencias su pensamiento sobre un tema tan delicado, aunque sea En su primera obra publicada, el autor se revela como un escritor en potencia, del que aún se puede esperar mucho.

Ante la necesidad cada vez mayor de la verdad, inició esta obra para dar su aporte de carácter cultural a la humanidad, queriendo sólo cumplir con su deber de informar, ante sí mismo y ante los hombres.

Para los oportunistas, no importa si detrás de las fuertes palabras se esconden hipocresía y mentiras, pero para los espíritus puros y valientes, para quienes los intereses privados no deben prevalecer sobre los deseos del pueblo, es necesario que la verdad surja en toda su plenitud. plenitud, derribando todo fraude y mistificación.

Este es un libro valiente, concebido sin la preocupación de agradar o desagradar, independientemente de que sensibilidades resulten heridas por lo aquí expuesto. Su intención es exclusivamente demostrar las evidencias inequívocas de la falsificación y la mistificación, que han sido impuestas a los hombres a hierro y fuego durante siglos.

En el transcurso de la obra, todas las ideas de la Iglesia se revelan tal como son realmente: la motilidad más pútrida y falsa que puede haber, capaz de despreciar la naturaleza y los valores naturales. La Iglesia se ha convertido en un verdadero parásito del hombre creyente, la verdadera tarántula a través de la cual el clero, que constituye una minoría privilegiada, ha estado chupando y envenenando constantemente la sangre y la vida de quienes, engañados por falsas promesas, mantienen los ojos abiertos. cerrado a la realidad de la vida y de las cosas.

En todo momento, el principal objetivo de la Iglesia es hacer al hombre lo más miserable posible, de ahí la idea de pecado y culpa, crear una raza de esclavos y castrados del pensamiento. Así, con su libertad de pensamiento obstaculizada, se convierte en una presa fácil y maleable en manos de la Iglesia. El temor al castigo eterno, prometido a quienes se rebelan contra las enseñanzas de la Santa Iglesia, impide al hombre creyente siquiera dudar de lo que ella inculca en su mente como verdad. Sólo el hombre que logra superar la barrera del miedo y la ignorancia disfruta verdaderamente de una libertad completa que puede hacerlo feliz.

A pesar de la marcada liberalidad que existe en nuestros días, es todavía pequeño el número de quienes se sacuden el yugo opresivo, liberándose de la tutela hostil y egoísta de la Iglesia, de sus dogmas y promesas vacías. Y es aún menor el número de los que tienen el coraje de proclamar en voz alta sus pensamientos, libres de los prejuicios religiosos que subyugan al hombre.

Afortunadamente, La Sagesse forma parte de este círculo restringido, para quien la verdad y el bienestar del hombre están por encima de cualquier cosa y dependen en gran medida de su libertad. La propia bondad del hombre debe revelarse por sí sola, y no porque esté constreñido por ella, porque de este modo perderá su verdadera característica, convirtiéndose en un acto subordinado, sin valor moral alguno.

No se omite en este punto el homenaje que merecen quienes no escatimaron esfuerzos para patentar la verdad, sino multiplicado en el cuidado de ofrecer a los lectores una obra capaz de despertar el interés por su valor real y los criterios adoptados.

El autor cuenta con una vasta obra literaria inédita, que deberá hacerse pública en su momento.

María Ribeiro :p>

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