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Octava Hora – Nuctemerón

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La octava hora. El Nuctemerón nos da, como recordarán, una descripción del progreso del desarrollo del candidato en los Misterios Gnósticos.

Nuctemeron, traducido libremente, significa: "El día de Dios, el día que brilla en la oscuridad".

Apolonio de Tyana divide este día en 12 partes u horas.

Estos son los 12 aspectos clásicos del “devenir” divino. El número doce es el número que expresa la resurrección del Alma-Espíritu, resurrección que llega tras la perfecta decadencia del hombre dialéctico. Por un lado, 12 es el número del sufrimiento y de la muerte, y por otro, es el número de la gracia y la perfección.

Es, como sabemos, en un sentido muy especial, el Número Evangélico: ¡La irrupción de la Luz en las tinieblas! La Octava Hora de esta ascensión fuera de la naturaleza de la muerte dice: “Las estrellas hablan entre sí. El alma de los soles responde al suspiro de las flores. Las corrientes de armonía hacen que todos los seres de la naturaleza armonicen entre sí”.

En la Hora Séptima, el candidato en los misterios gnósticos se convierte en un verdadero Hombre Sacerdote y, así, se encuentra capacitado para interactuar con el Fuego del Espíritu Santo y otras radiaciones gnósticas, incluidas las Fuerzas del Campo Astral Puro de la Escuela Espiritual, en todos los dominios de la materia, para servir a la humanidad que sufre y anhela la liberación.

De esta manera, lleno de esta santificación, es decir, lleno de este Espíritu Sanador, y por tanto activo, en todo el Séptimo Dominio Cósmico, el Hombre Sacerdotal descubre, “de primera mano”, y lo experimenta, “que las Luces Celestiales hablan su idioma”. ".

Esto significa que él comprende desde dentro el lenguaje de las Luces Celestiales, la verdadera naturaleza de las radiaciones. La radiación es como una voz; La radiación tiene una base determinada, tiene una causa y un objetivo. La causa y el propósito se dan a conocer como consecuencia de la radiación en su actividad, con un resultado.

Quien, por tanto, viva y trabaje en la Luz Gnóstica y, por tanto, hablando místicamente – “siga su camino de la mano de la Gnosis”, comprenderá el Lenguaje de las Radiaciones, el Lenguaje de las Llamas.

La sinceridad hacia estas radiaciones y la capacidad de comprensión hacia la ciencia correspondiente son un requisito, porque la plenitud radiativa del espacio para nosotros, manifestada desde el Séptimo Dominio Cósmico, es totalmente diferente a la plenitud radiativa del espacio para nosotros, manifestada desde el Sexto Dominio. Cósmico, y es completamente diferente de las radiaciones del mundo del estado de vida del alma. El candidato se vuelve, además, hipersensible a todas las actividades de las leyes, a toda armonía y discordia.

Quien recorre el Camino lo comprende, porque cuando haya sintonizado su ser con lo único necesario, se dará cuenta, si lleva una actitud correspondiente en la vida, de que tiene un alto grado de sensibilidad hacia lo que le rodea. Un candidato así se dará cuenta inmediatamente cuando haya pensamientos críticos y pensamientos discordantes a su alrededor; por tanto, comprende “el lenguaje de la radiación”.

¿No es cierto que cada microcosmos se parece a un sol, y cada microcosmos emite una radiación y, por tanto, habla un idioma?

No se trata aquí de sonidos articulados, producidos por la laringe, ya que pueden estar en total oposición con el lenguaje de las radiaciones que provienen del hombre.

Todos los hombres, toda la vida manifestada, todos los cuerpos celestes se hablan entre sí a través de radiaciones inequívocas.

Y así, también existe, en el Universo Total Manifestado, una “Verdad Manifestada”, sin que los hombres puedan saberla ni sospecharla, porque la radiación que proviene del hombre no puede negarla, y así, la trae consigo, a través del radiaciones que provienen de él, la verdad.

Por lo tanto, todos comprenderemos que quien entra por las puertas de los grados internos, realiza un nuevo poder, poder que constituye una cualidad esencial para todo Iniciado Gnóstico. Basado en su propia plenitud radiante del nuevo estado del ser, posee el poder de probar todos los espíritus, todas las radiaciones, radiaciones relacionadas con el único camino y la única fuerza.

Él está, según el Evangelio de Juan, en condiciones de probar cada espíritu si proviene de Dios.

Hay tres puntos de reconocimiento: uno en la punta del ventrículo derecho del corazón, uno en la frente y el tercero es todo el doble etérico.

En el corazón encontramos la Rosa, que es el Núcleo del microcosmos. El Iniciado percibirá fácilmente si este centro está perfectamente unificado con el corazón material, fuente de emociones, deseos y pasiones, o si la Rosa se ha abierto o está a punto de hacerlo.

En el espacio libre detrás del frontal está el núcleo, el foco de la conciencia, que es la autoconciencia natural o el Alma Nueva despierta y presente en algunas personas, Alma Nueva que brilla y centellea en este lugar y está indicada como el Áureo. Flor del Corazón Celestial.

Y el doble etérico, o es el lugar de concentración del extracto y producto de las fuerzas astrales comunes e interiores de la naturaleza de la muerte, o es el cuerpo que está a punto de recibir las Nuevas Fuerzas del Alma; ordenarlos y conservarlos. En este último caso, el doble etérico es la Túnica Dorada de Bodas.

Hay una lucha continua entre los hombres, las más terribles oposiciones los mantienen unos contra otros. Por naturaleza, están inclinados a odiar a Dios y a su prójimo y, sin embargo, según su naturaleza, según su verdadero estado radiativo, son todos iguales, todos pertenecen al mismo orden y, por tanto, en perfecta armonía.

Por eso también hablamos de cadenas, esposas, con raza, encadenados unos a otros en armonía y, en el entonces, según la naturaleza, en continua e inevitable guerra entre ellos, que pueden distanciarse unos de otros.

Este es el lenguaje que la humanidad, sumergida en el Pozo de la Muerte, habla sin cesar. De ahí nace el sufrimiento, el torrente interminable de dolor, que azota la naturaleza dialéctica.

El Iniciado Gnóstico, al comprender el “lenguaje de las radiaciones”, descubre también las causas más profundas del sufrimiento. Conoce bien las enfermedades de la dialéctica a través del nuevo punto central, que se inflama en su ser como la Rosa de Oro, es también administrador de Grandes Tesoros.

Los Grandes Tesoros de la Luz de las Luces están en vuestro poder. Se dice del Iniciado Gnóstico que gobierna la Fuerza de la Paloma.

La Paloma es el símbolo del Espíritu Santo, el Séptimo Rayo.

Por eso el Iniciado está en condiciones de probar cada alma, según su radiación, para comprobar si es de Dios. Debido a que es capaz de sondear a los hombres en su intimidad más profunda, puede regalarles, en sus necesidades, su Tesoro de Luz Gnóstica, negando este regalo a los indignos. (No echa perlas a los cerdos, ni rosas a los asnos).

¡Es que, verdaderamente, el servidor de los Misterios Gnósticos, perteneciente a los grados internos, es capaz de liberar cadenas, y que está en condiciones de hacerlo! Quienes en su vida de desarrollo gnóstico alcanzaron el Estado Sacerdotal, adquieren también, en un momento determinado, la preciada Piedra Preciosa, la Piedra de los Sabios o el Shamir. Llegan a ser llamados “Maestros de la Piedra”. Esto significa que la radiante plenitud del Sexto Dominio Cósmico –o el Santo Grial– se revela en ellos como el Principio Activo. Este principio es una fuerza que permite al Iniciado alcanzar la autorrealización total y, con ello, poder servir a la humanidad, porque la Gnosis ayuda y salva, no mediante palabras solemnes ni mediante símbolos, ni siquiera mediante un método que deba seguirse. – como sucede, por ejemplo, con las fórmulas ocultas pero Ella ayuda a todo aquel que realmente quiere, con una fuerza, la Fuerza del Santo Grial. Es la fuerza con cuya ayuda el Iniciado y aquellos a quienes ha ayudado, siguen a través de los Misterios hasta la perfecta unión con el Orden Mundial de la Humanidad del Alma.

Debéis sentir todo esto como una panacea, como un remedio completo y general para el dolor más profundo de la humanidad.

Los hermanos y hermanas de los grados internos son todos Maestros de la Piedra, servidores del Santo Grial.

Entonces toda la Plenitud de la Luz Gnóstica se convirtió en un factor activo en su vida, “activo” en la naturaleza de la muerte para la resurrección en la Vida Libertadora.

También podremos entender la antigua leyenda que dice que “Con sólo mirar el Santo Grial se cura”. El Santo Grial es la Radiación de la Gnosis en toda su configuración. Por tanto, quien puede ver el Grial, lo ve en un nuevo estado de ser.

Así los Rosacruces nos conceden el conocimiento, el catarismo de la renuncia y el Grial de la Liberación.

La Octava Hora de Nuctemeron posee, como la antigua Puerta de Saturno; dos aspectos. Nos da un cuadro descriptivo de la naturaleza de la muerte, y también de la Vida Liberadora. Aquel que, con la fuerza del Santo Grial, logra cruzar la Puerta de Saturno, es capaz de percibir el nuevo Lenguaje Estelar, el Lenguaje del Mundo del estado de vida del Alma. La fuerza nuclear de la Luz allí también responde al anhelo, al anhelo ilimitado de la Rosa del corazón.

Así, todos seguimos, unidos por las corrientes del Amor Universal, hacia una Nueva, Universal y Eterna Armonía. Por eso queremos llegar a esta certeza. La Fuerza del Santo Grial nos ha guiado a todos hasta el punto en que comprendemos estos Sagrados Misterios. Esta fuerza no sólo quiere manifestarse en nosotros, sino también liberarse en nosotros como factor activo, al Servicio de toda la humanidad, este es, por tanto, el fin más esencial de una Fraternidad Gnóstica, precisamente, difundir en el tiempo , la Lengua Santa, en la que esta Lengua está invitada a ser factor activo.

Que este “Tiempo” esté presente para todos nosotros lo antes posible, para consuelo y bendición de quienes buscan la ayuda de la Gnosis.

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