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Lo mínimo que necesitas saber para ser un verdadero filósofo

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Este es un resumen del primer capítulo de Umbrales de La Filosofia: Cuatro Introducciones tomistas do Padre, Álvaro Calderón, publicado en 2011. Todo el crédito es para el autor original y cualquier desviación recae únicamente en mí. nombrada de la misma manera que la actividad más elevada de la vida animal: el conocimiento. Sin embargo, esta actividad también se llama inteligencia o intelecto, ya que es sustancialmente diferente.

saber que es

Se observa con asombro una transición gradual de la vida inanimada a la animada y de la vida vegetativa a la cognitiva, aunque un análisis más profundo revela saltos significativos entre estas formas de existencia. Entre los seres conocedores hay diferencias notables. Los animales más simples sólo tienen tacto y son inmóviles, mientras que los más complejos aprenden a través de la vista y el oído. La precisión en la forma de conocer mejora a medida que el objeto de conocimiento se vuelve más definido, lo que dificulta definir con precisión los objetos táctiles, como lo caliente y lo frío, o lo áspero y lo suave. Por otra parte, los objetos de la visión y del oído están más claramente definidos.

El hombre se destaca en la cúspide de los seres vivos y cognitivos, exhibiendo una forma de vida y conocimiento tan distintos que indican la existencia de una realidad maravillosa: el espíritu. La vida espiritual humana se manifiesta en una actividad denominada de manera similar a la actividad superior de la vida animal: el conocimiento. Sin embargo, esta actividad también se denomina inteligencia o intelecto, ya que es sustancialmente diferente.

El intelecto se puede medir por el objeto de su conocimiento. Mientras que la visión se ocupa del color y el oído del sonido, el conocimiento espiritual humano tiene como objeto exclusivo “lo que es”. A través de la inteligencia, el hombre comprende todas las cosas en sus modos específicos de “ser”. Lo que distingue al hombre es su capacidad de saber “lo que es”.

Sin embargo, persiste la insatisfacción porque existen diferentes maneras de conocer y, entre los hombres, algunos son llamados “sabios” o “filósofos”. Estos, aunque humanos, parecen trascender lo ordinario, investigando si esta forma sublime de conocer llega a otro objeto más allá de “lo que es”.

La quididad de las cosas

Veamos ahora el concepto de quiddity (o esencia) de las cosas, tanto naturales como artificiales, y cómo estas esencias pueden entenderse a través de la filosofía y la ciencia. Comienza con una reflexión sobre la quididad de las cosas artificiales, explicando que son creadas por el hombre siguiendo reglas del buen hacer. Sin embargo, su quididad no reside en las cosas mismas, sino en la mente del artesano. La mesa y la bicicleta sirven de ejemplo para demostrar que determinadas disposiciones son imprescindibles para que sean reconocidas como tales, aunque materiales como la madera y el metal se consideren incidentales a ellas. Evoluciona hacia una exploración más profunda de la quididad, destacando que la verdadera esencia de un objeto artificial, como una mesa, radica en la intención del creador o usuario, no en la disposición material de la cosa en sí. Este análisis concluye que la quiddidad de las cosas artificiales es una construcción mental, situada en la intención y finalidad con la que son creadas, no en sus características materiales. Esta reflexión allana el camino para una comprensión más amplia de la naturaleza de las cosas y de la distinción esencial entre los conceptos de esencia y existencia dentro de la filosofía.

Lo esencial y lo accidental

Abordemos ahora la diferencia entre los aspectos esenciales y accidentales de las cosas, un tema central en filosofía y lógica. Esta distinción se basa en la observación de que algunas características de un objeto o ser son necesarias para su existencia, mientras que otras pueden variar sin afectar su esencia. Por ejemplo, los aspectos esenciales de un objeto artificial, como una bicicleta (que tiene dos ruedas), contrastan con características incidentales, como su color. La capacidad de discernir entre lo esencial y lo accidental se considera una función de la inteligencia humana, que distingue a los humanos de otros animales.

La discusión avanza reflexionando sobre la naturaleza del problema de lo esencial y lo accidental, sugiriendo que, aunque ciertos aspectos parezcan accidentales porque no los comprendemos del todo, puede haber razones subyacentes que justifiquen su presencia. Esto lleva a una reflexión más profunda sobre la posibilidad de que todo lo considerado accidental pueda, de hecho, tener una razón de ser, desafiando nuestra comprensión de la distinción entre esencialidad y accidentalidad.

Si reflexionamos sobre el papel predominante de la accidentalidad en nuestra percepción del mundo, veremos cómo se manifiesta en tres niveles: en la apariencia de las cosas, en su esencia e incluso en su existencia. Este reconocimiento de la accidentalidad como elemento primario y omnipresente en el universo introduce una profunda pregunta filosófica sobre la naturaleza de la realidad y nuestra capacidad para comprenderla.

Sustancia y accidentes

Abordemos la distinción fundamental entre sustancia y accidentes. Es de destacar que, cuando cuestionamos los accidentes concretamente, no encontramos su quiddity (esencia o qué es algo), pero podemos hacerlo considerándolos de manera abstracta. Por ejemplo, al pensar en qué es la blancura o qué significa ser largo, buscamos la esencia de estas cualidades abstractas.

Sin embargo, incluso considerando los accidentes de forma abstracta, nos resulta difícil definir su quididad, ya que, para cualquier cualidad como el color, es imprescindible ser color de algo, es decir, de alguna sustancia. Entonces, cuando intentamos explicar la esencia de la blancura, por ejemplo, debemos decir que es un color en una sustancia, lo que no solo describe qué es la blancura, sino también dónde existe. Esto implica que los accidentes tienen esencia o quididad sólo cuando se los considera de manera abstracta, pues no sólo pertenecen esencialmente al ser algo, sino también a existir en una sustancia.

Similitudes y diferencias sustanciales

Exploremos cómo podemos distinguir sustancias entre sí a través de similitudes y diferencias sustanciales, introduciendo las nociones de distinción numérica y distinción específica. Este análisis revela que, si bien ciertas características pueden ser accidentales y variar entre miembros de una misma especie, otras son esenciales para la identidad de una sustancia. Dos sustancias de la misma especie son quinitariamente iguales en cierto sentido y sólo difieren en aspectos accidentales, pero son distintas porque una es una sustancia individual y la otra es otra. Así, las sustancias son simultáneamente iguales en su esencia o quididad y distintas en su individualidad o número.

Distinciones específicas

La distinción específica trata de cómo podemos distinguir clases o especies de sustancias que son esencialmente similares entre sí sólo en aspectos accidentales, pero que se distinguen esencialmente de otras. Esta distinción se hace evidente cuando observamos ciertas clases de sustancias que son similares en la conjunción de aspectos sensibles a través de los cuales se dan a conocer, como su apariencia externa, forma de actuar y evolucionar en el tiempo. Las diferencias que distinguen una sustancia de otra suelen ser secundarias y pueden incluir aspectos presentes en algunas sustancias de la misma clase y ausentes en otras. Este proceso permite establecer dos distinciones inteligibles: la distinción “numérica” y la distinción “específica” de sustancias, tanto esenciales como quiditativas, pero de naturalezas muy diferentes.

Distinciones genéricas

Las sustancias de diferentes especies pueden compartir similitudes no sólo en ser sustancias, sino también en ciertos aspectos o partes esenciales genéricas, aunque no tan generales como ser sustancias. Un ejemplo notable de esto es la característica de la "vida", que distingue las sustancias vivas de las no vivas en función de su capacidad para moverse por sí mismas. Esta capacidad se identifica como esencial y nos permite distinguir entre sustancias vivas y no vivas. Además, dentro de las sustancias vivas se observan diferencias generales entre modos de vida, como la vida animal, que destaca por su propio movimiento, y la vida vegetal, donde la vida es menos evidente. La distinción entre sustancias vivas y no vivas, así como entre diferentes formas de vida, refleja una profunda comprensión de las similitudes y diferencias sustanciales que subyacen a la clasificación de las sustancias.

La pregunta "Siéntate"

Ahora existe el desafío de determinar la existencia de quiddities específicas antes incluso de que cuestionemos “¿Quid est?” (¿Qué es?). Esta pregunta, conocida como “An sit”, pregunta si un conjunto de cosas comparte una quiddity común específica. Por ejemplo, si bien puede parecer que un perro tiene una esencia específica en común, no está claro si las diferencias entre razas como los perros de caza y los bulldogs son esenciales o si las diferencias entre perros y lobos son meramente accidentales. Por lo tanto, antes de responder “¿Quid est?”, es necesario preguntarse si realmente existe una quiddity común específica, indicando que la investigación de quiddities más generales no requiere esta pregunta, pues ya conocemos directamente “Quid sint”. Sin embargo, para quiddities más particulares, es apropiado preguntar primero “An sit” para determinar si las cosas conocidas bajo un nombre común comparten una quiddity común y específica.

La división y definición.

Ahora podemos avanzar en el conocimiento de qué son las cosas. Explica que, entendiendo lo esencial haciendo abstracción de las múltiples apariencias sensibles, conocemos primero los aspectos esenciales más generales y simples, y poco a poco aclaramos otros más particulares y complejos. Este proceso por el cual la inteligencia aclara su conocimiento de las esencias se llama “división”, y el fin de este proceso es “definición”.

La división se aplica correctamente a una quididad genérica cuando, entre las cosas que comparten este aspecto genérico esencial, unas lo poseen de una manera y otras de una manera esencialmente diferente. Por ejemplo, entre todas las sustancias (entidades que son sujetos que tienen accidentes), algunas se consideran vivas porque tienen sus accidentes de forma activa, mientras que otras son no vivas, teniendo sus accidentes de forma más pasiva. Esto permite la división de la sustancia en dos modos esenciales: vivo y no vivo. Posteriormente, los “vivos” pueden dividirse en “animales”, que tienen vida sensible, y “vegetales”, que no tienen vida de esta manera.

Es importante destacar que ninguna distinción esencial puede denominarse propiamente “división”. La división adecuada se produce cuando el género se divide en lo que lo constituye como tal. Si intentáramos dividir el género de sustancias que se caracterizan por tener pies, deberíamos dividirlas en función de los pies y no de ninguna otra característica. La división de las sustancias en vivas y no vivas se hacía según los modos de “substare” (estar bajo, en el sentido de ser la base de algo que está sobre o en ella). Este ejemplo muestra cómo una buena división debe considerar similitudes y diferencias esenciales que sean más genéricas que la característica en cuestión, evitando divisiones que no reflejen una comprensión clara de las esencias.

¿Son justos los accidentes?

Investiguemos la existencia de quiddities (esencias) en los accidentes. Inicialmente se afirma que, cuando abordamos los accidentes de manera concreta, no podemos encontrar su esencia. Sin embargo, al considerarlos de manera abstracta, podemos preguntarnos sobre su esencia, como por ejemplo “qué es la blancura” o “qué significa ser blanco”. Sin embargo, al intentar definir la quid de los accidentes de manera abstracta surgen complicaciones, ya que algo esencial a la blancura, o a cualquier color, es ser color de algo, es decir, de alguna sustancia.

Así, incluso cuando intentamos explicar la esencia de la blancura, nos vemos llevados a reconocer que es un color en una sustancia, lo que implica que estamos describiendo no sólo qué es la blancura, sino también dónde existe. Esto sugiere que los accidentes tienen quiddity o esencia sólo cuando se consideran de manera abstracta, ya que esencialmente pertenecen a algo y también existen en una sustancia.

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