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El culto a los yamins

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Por Susana de Osún.

Estas señoras conocidas como Yamins, es decir mi madre, son seres muy antiguos de la mitología africana. Según las leyendas, fue gracias a una ofrenda que les hizo la madre de Odé que logró matar con su única flecha al terrible pájaro que rondaba cierto reino.
Su forma más antigua y temida es Oxorongá, una antigua hechicera que, al igual que sus hermanas Abotô y Alá, tiene cabeza, pies y alas de pájaro y cuerpo de mujer. Viven en los rincones más profundos de los bosques, encima de los árboles. Nunca socializan, no pueden tolerar que los llamemos en vano, a menos que queramos pelear contra alguien.
Son madres de egum, y los Oxuns más antiguos que existen. Lo cierto es que no debemos pronunciar sus nombres sin una razón justa ni siquiera pronunciar sus Oriki, palabras litúrgicas, sagradas, que tienen el poder de invocarlos sin importar dónde estemos. Tampoco debemos pronunciar sus nombres, cercanos a algunos elementos de la naturaleza, como tierra roja, por ejemplo.

Otro factor importante es que antes de pedirles un favor debemos ser muy conscientes de lo que les estamos pidiendo, ya que luego no podremos arrepentirnos y volver a hacerlo. Algunos de los cuidadores más antiguos enseñaban que estos seres no debían ser adorados en hogares donde había niños. De hecho, muchos de ellos estaban aterrorizados incluso de decir sus nombres. Esto era tabú. Su culto siempre ha sido uno de los más secretos en el Candomblé y su ceremonia padê sólo es presenciada por los iniciados en la casa y aunque lleven cierto tiempo realizándola. Un abiã, (iniciador), un cliente, nunca presencia esta ceremonia.

Muchos creen que sin la preparación del Encantamiento Orixá en nuestra cabeza, pueden incluso matarnos. Son seres de inmenso poder y, una vez invocados, nada ni nadie podrá doblegarlos. En su ceremonia padê, generalmente son mujeres las que participan, dependiendo de la Calidad de su santo. Una persona de Oxalá, por ejemplo, participa en la ceremonia, pero sólo como observador y no como parte activa.

Primero se entregan sus ofrendas, y luego podemos complacer a las demás entidades, antes de iniciar las festividades en un terreiro de Candomblé. Hasta donde sabemos no tienen hijos, en otras palabras: no se afeita a una persona para Yamim, si por casualidad hay alguien que es su hijo, es necesario que el sacerdote recurra a Ifá, y consiga consejo sobre qué santo se debe encantar, dado que no es ningún otro santo el que se puede hacer en su lugar. Sólo algunas cualidades podrían sustituirlas.

Si necesitamos un favor de ellos debemos prepararnos con mucha antelación, al fin y al cabo son seres muy antiguos, no saben muchas cosas, sin embargo, conocen secretos que nunca podríamos imaginar que existen. Cuando se les provoca, causan terrores inimaginables en las vidas de quienes los causaron.

Según antiguos cuidadores, serían las Brujas del Candomblé, y como tales, con mucho conocimiento tanto para el bien como para el mal. Ante esto, estos antiguos sacerdotes siempre buscaron diferentes alternativas antes de invocar sus nombres y presencia. También nos enseñaron que: “una persona, sin la preparación y los conocimientos necesarios, nunca debe atreverse a invocar a estas poderosas hechiceras”.

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Revisión final: Ícaro Arón Soares.

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