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Vampirismo y licantropía

Más allá del mito del vampiro

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“Vislumbramos la realidad y vimos la verdad detrás del velo. Cerramos el círculo y redescubrimos al Diablo. Recuperamos nuestra herencia ancestral. Encontramos aquello a lo que le hemos dado tantos nombres: la fuente de nuestro terror mortal. Descubrimos al enemigo… y somos nosotros”.

– Tomado del libro: Vampiro: La Mascarada

Un día de estos, entre visitas a webs de vampirismo, me encontré intentando definir, en definitiva, qué es un vampiro. Pensé, indagué, reflexioné y la única verdad que encontré fue que, vampiro, en un sentido amplio, no se puede definir así, como una palabra en un diccionario. El vampirismo tiene varias corrientes, los vampiros tienen varios sentidos, lo que va mucho más allá del mito del monstruo de grandes dientes que chupa la sangre de las personas para saciar su sed y convertirlas en no-muertas. Podemos pensar en los vampiros como monstruos que vagan por la noche, criaturas nocturnas, atrapadas por su inmortalidad no humana, pero queriendo rescatar sus valores humanos, perdidos hace mucho tiempo, en el momento de su muerte. Monstruos que se revelan malvados cuando atacan a sus víctimas, dejando que la bestialidad se apodere de su cuerpo y mente y luego su remordimiento les advierte que con cada víctima, con cada toque cruel, su humanidad desaparece como la sangre que beben. Seres que aún se muestran humanos, cuando lloran por sus seres queridos, por recuerdos que nunca más se harán realidad, por sueños que ahora se han transformado en oscuridad y sangre. Este es el mito que ha fascinado a la humanidad durante siglos, que es retratado y venerado por los medios de comunicación y sus espectadores. Esta es la personificación del mal humano, el mal que el hombre tiene para ofrecer, el “canibalismo social” que existe en la sociedad, donde la competencia y el sistema te tragan, si no sigues exactamente lo que te ordenan. El mito del vampiro es, la conciencia del hombre por todos sus actos viles contra sí mismo, es el arrepentimiento, el remordimiento y al mismo tiempo, la agresividad, la bestialidad que cada persona tiene dentro de sí, el lado animal y humano. Pero también podemos mirar a los vampiros como una filosofía, una forma de pensar y actuar, un reflejo distorsionado del ser humano. Incluye, en definitiva, los sentimientos que más afectan a la mente humana, no sólo hoy, sino siempre. Odio y amor, placer y sufrimiento, crueldad y bondad. El bien y el mal luchan entre sí dentro de una sola persona, y éste intenta encontrar un equilibrio racional para la aflicción de su alma. Párate un momento y piensa como un vampiro... siente lo que siente. Piensa en una sed que hace que tu cuerpo hierva, que tu cabeza dé vueltas y vueltas cada vez más rápido, un impulso animal que te lleva y que sólo puede acabar si te alimentas de la sangre de un ser humano, de alguien que tenga los mismos sentimientos que los tuyos. , que amas, que eres amado, que tienes un pasado y sobre todo un futuro y que acabarás por tu sed animal. Detente un momento... Piensa... Siente... Ahora que lo mataste, piensa en la familia de esa persona, sus hijos, su esposa, ya no tendrán el consuelo y la seguridad de un padre y es tu culpa. Mataste para alimentarte, repasaste tu razón y tu humanidad para calmar el odio, la fiera que te consume. Remordimiento… Sentir… Ahora veamos otro ejemplo, más rápido, más práctico, real y cruel. Piensa en la absurda competencia que hay fuera de tu casa. Estudio, trabajo, dinero, dinero... Pasas por encima de las personas para poder vivir tu vida cómodamente, con tu familia, con tu dinero. Quieres el bien para ti y tus vecinos, y el resto al diablo. Pero no es porque quieras, es porque hay algo, siempre ha sido así, que te obliga a aplastar a tu competencia, sea quien sea y como suceda, para que tengas el poder. Este es el sistema, esta es nuestra sociedad. Piensa… Ahora compara los dos ejemplos. ¿Ves la similitud? ¿Ves la profundidad que tiene el mito del “vampiro”? ¿Ves nuestro reflejo en él? Somos vampiros, chupamos de los demás para “alimentarnos”.

por Hurlon

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