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Curso de John Reid sobre Alquimia Práctica - I. Capítulo 1.
La primera pregunta a la que nos enfrentamos y que sin duda deberíamos plantearnos al iniciar este camino es: ¿qué es la alquimia? Para muchas personas, la alquimia es una pseudociencia practicada por personas mayores en áticos mohosos. Utilizan ingredientes como ojo de salamandra, ala de murciélago, hígado de gato y similares para intentar producir un elixir universal que prolongue la vida indefinidamente, además de transmutar los metales básicos en oro.
La alquimia es mucho más que la búsqueda de estos sueños frívolos. ¡La alquimia es la búsqueda de la QUINTESENCIA! Se trata de encontrar la fuerza vital de la vida misma, aislándola para poder condensarla, purificarla y manipularla según la voluntad del artista. ¡La alquimia, en resumen, es el arte de la evolución! Se trata, en un sentido real, de elevar a todos los organismos al nivel más alto de perfección que puedan alcanzar –como lo ordenó originalmente Dios– mientras todavía están en esta tierra en forma material. Cuando se habla de organismos se hace referencia a todas las formas de materia que se encuentran en este planeta, sin importar si son orgánicas o inorgánicas, porque para el alquimista toda materia está viva, de lo contrario no podría continuar en la forma que ocupa y mantiene. Está claro que existen diferentes niveles de fuerza vital en todos los organismos. Algunos tienen suficiente fuerza vital para mantener su forma, o eso parece porque su descomposición es muy prolongada, como en el caso del metal oxidado. Mientras que otros tienen tal abundancia de vida que pueden reproducirse o incluso ayudar a vitalizar y estabilizar la fuerza vital en otros organismos que se han desequilibrado.
Para comprender mejor aquí lo que significa que la alquimia sea el arte de la evolución, debemos echar un vistazo a los cinco principios básicos de la alquimia, que son:
1) Que el universo entero es de origen divino. Por lo tanto, se debe buscar la Sabiduría y la Guía en la fuente de donde fluye toda la creación.
2) Que todos los organismos, por sutiles o burdos que sean, tienen en su interior la chispa divina de la vida y están interrelacionados entre sí. Por lo tanto, nuestra tarea es comprender este parentesco, de modo que podamos utilizar el conocimiento inspirado para ayudarnos a comprender cómo preparar la quintaesencia de nuestra materia.
3) Que todos los organismos están en constante evolución mientras continúan su síntesis hacia la perfección. Al alcanzar la comprensión del principio (2), comienza el verdadero trabajo, es decir, la asistencia de la naturaleza por el arte de la alquimia para alcanzar su punto más alto de perfección.
4) Que los humanos están separados del universo. Por tanto, son de origen divino y pueden afectar a todos los organismos en todas las esferas de la existencia mediante sus acciones o inacción.
5) Que los humanos, comprendiendo las leyes básicas que rigen su ser y a la inversa el universo entero, aprendan a reconocer la chispa divina de la energía vital en todos los organismos, la aíslen, la purifiquen y la manipulen para acelerar los procesos de evolución.
Estos cinco principios proponen que existe un sistema mediante el cual los humanos pueden aprender sobre el universo desde sus indicios más sutiles hasta sus manifestaciones más burdas. Dice que al conocerse a uno mismo, uno puede conocer el Uno, el Todo (o lo más cerca que la mente humana pueda llegar a reconocerlo) y, de hecho, provocar cambios y manifestaciones físicas mediante una aplicación legal de las reglas del sistema. Estas afirmaciones son ciertas, aunque el grado en que se manifiestan en cualquier vida depende enteramente del individuo que las aplica y de la cantidad de diligencia con la que aborda su tarea. Sin embargo, hay que empezar por algún punto de este camino. Así que empecemos juntos.
