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Brujería y paganismo

Los hongos y la humanidad

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Pablo Stamets

Extracto de CULTIVO DE SETAS GOURMET Y MEDICINALES

El uso de hongos por parte de la humanidad se remonta al Paleolítico. Pocas personas –ni siquiera los antropólogos– entienden cómo los hongos han influido en el curso de la evolución humana. Los hongos desempeñaron un papel clave en la antigua Grecia, India y Mesoamérica. Fieles a su naturaleza seductora, los hongos siempre han provocado profundas respuestas emocionales: desde la adulación de quienes los entienden hasta el miedo absoluto de quienes no los entienden.

El registro histórico revela que los hongos se han utilizado con fines poco beneficiosos. Claudio II y el Papa Clemente VII fueron asesinados por enemigos que los envenenaron con la mortal Amanitas. Buda murió, según algunas versiones, a causa de un hongo que creció bajo tierra. Buda recibió el hongo de un campesino que creía que era un manjar. En los versos antiguos, al hongo se le dio el nombre de “pata de cerdo”, pero nunca fue identificado. (Aunque las trufas crecen bajo tierra y se utilizan cerdos para encontrarlas, todavía no se conocen especies venenosas mortales).

La evidencia arqueológica más antigua del uso de hongos descubierta hasta ahora es probablemente una imagen de Tassili (ver arriba) de una cueva que data de 3.500 años antes del nacimiento de Cristo. La intención del artista es clara. Se representan hongos con auras electrificadas que delinean a un chamán bailando. La interpretación espiritual de la imagen trasciende el tiempo y es obvia. No es de extrañar que la palabra "setas" haya evolucionado para reflejar el estado mental del devoto amante de las setas.

En el invierno de 1991, unos excursionistas en los Alpes italianos encontraron los restos bien conservados de un hombre que murió hace más de 5.300 años, aproximadamente 200 años después que el artista rupestre Tassili. Apodado "El hombre de hielo" por los medios, estaba bien equipado con una mochila, un hacha de pedernal, varios poliporos de abedul secos (Piptoporus betulinus) y otro hongo aún no identificado. Los poliporos se pueden utilizar como cebo para iniciar incendios y como medicamento para tratar heridas. Además, se puede preparar un rico té con propiedades inmunoestimulantes hirviendo estos hongos. Equipado para cruzar el desierto, este intrépido aventurero descubrió el valor de los nobles poliporos. Incluso hoy en día, este conocimiento puede salvar la vida de cualquier persona perdida en el desierto.

El miedo al envenenamiento por hongos impregna todas las culturas, llegando en ocasiones a extremos fóbicos. El término micofóbico describe a aquellos individuos y culturas donde los hongos son vistos con miedo y odio. Las culturas micofóbicas están personificadas por la inglesa y la irlandesa. Por el contrario, se pueden encontrar sociedades micofílicas en toda Asia y Europa del Este, especialmente entre los pueblos polaco, ruso e italiano. Estas sociedades disfrutaron de una larga historia de uso de hongos, con hasta cien nombres comunes para describir las variedades de hongos que adoraban.

El uso de hongos por parte de diversas culturas ha sido estudiado intensamente por un banquero de inversiones llamado R. Gordon Wasson. Sus estudios se centraron en el uso de hongos por parte de las culturas mesoamericana, rusa, inglesa e india. Con el micólogo francés Dr. Roger Heim, Wasson publicó una investigación sobre los hongos Psilocybe en Mesoamérica y sobre los hongos Amanita en Euro-Asia/Siberia. Los estudios de Wasson abarcaron toda una vida marcada por un amor apasionado por los hongos. Entre sus publicaciones se encuentran: Hongos, Rusia e Historia; El Hongo Maravilloso; Micolatria en Mesoamérica; María Sabina y su Velo de Hongos Mazatecos; y La búsqueda de Perséfone: los enteógenos y los orígenes de la religión. Más que cualquier otro individuo del siglo XX, Wasson llevó el interés por la etnomicología a su estado actual de intenso estudio. Wasson murió el día de Navidad de 20.

Uno de los descubrimientos más provocativos de Wasson se puede encontrar en Soma: Divine Mushroom of Immortality (1976), donde postuló que el misterioso SOMA de la literatura védica, un fruto rojo que conduce a la iluminación espontánea a quienes lo ingieren, era en realidad un hongo. El simbolismo védico disfrazó cuidadosamente su verdadera identidad: Amanita muscaria, el alucinógeno agárico de mosca. Muchas culturas retratan a la Amanita muscaria como el hongo arquetípico. Aunque algunos eruditos védicos no están de acuerdo con su interpretación, la investigación exhaustiva de Wasson aún permanece. (Ver Brough (1971) y Wasson (1972)).

Aristóteles, Platón y Sófocles participaron en ceremonias religiosas en Eleusis, donde un templo inusual honraba a Deméter, la Diosa de la Tierra. Durante más de dos milenios, miles de peregrinos han viajado catorce millas desde Atenas a Eleusis, pagando el equivalente a un mes de salario por el privilegio de asistir a la ceremonia anual. Los peregrinos continuaron su viaje ritual hacia el templo, aparentemente de buen humor.

Al llegar al templo, se reunieron en la sala de iniciación. Dentro del templo, los peregrinos se sentaban en filas que descendían escalonadas hasta una cámara central oculta, desde donde se servía una mezcla de hongos. Una característica extraña fue una serie de columnas, más allá de cualquier necesidad estructural aparente, cuyo propósito diseñado eludió a los arqueólogos. Los peregrinos pasan la noche juntos y supuestamente regresan cambiados para siempre. En este pabellón lleno de columnas se llevaban a cabo ceremonias conocidas por los historiadores como los Misterios de Eleusis. Ninguna revelación de los secretos de la ceremonia podría mencionarse bajo pena de prisión o muerte. Estas ceremonias continuaron hasta que fueron reprimidas en los primeros siglos de la era cristiana.

En 1977, en una conferencia sobre hongos en la Península Olímpica, R. Gordon Wasson, Albert Hoffman y Carl Ruck postularon por primera vez que los misterios de Eleusis se centraban en el uso de hongos psicoactivos. Sus obras fueron publicadas posteriormente en un libro titulado The Road the Eleusis: Unveiling the Secret of the Mysteries (1978). El hecho de que Aristóteles y otros fundadores de la filosofía occidental emprendieran tales aventuras intelectuales, y que esta ceremonia secreta durara casi 2.000 años, subraya el profundo impacto que los ritos fúngicos han tenido en la evolución de la conciencia occidental.

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