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Sociedades y conspiraciones

Propaganda de crímenes políticos – Protocolos de los Sabios de Sión

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SI NO permitimos que todos se ocupen directamente de la política, alentaremos, por otra parte, cada informe y cada petición que solicite al gobierno medidas para el bien del pueblo: esto nos permitirá ver los errores y fantasías de nuestros súbditos, a lo que responderemos ejecutando el proyecto en cuestión o con una negativa sensata, lo que demostrará la poca inteligencia de su autor.

Las facciones no son más que un cachorro ladrándole a un elefante. Para un gobierno bien organizado, no desde el punto de vista policial, sino social, el perrito ladra al elefante, porque no sabe su lugar ni su valor. Basta demostrar con un buen ejemplo (1) la importancia de uno y otro para que los perros dejen de ladrar y empiecen a festejar con la cola en cuanto ven al elefante.

Para quitarle el prestigio de la valentía al crimen político, lo pondremos en el mismo banquillo que el robo, el asesinato y todos los demás crímenes abominables y viles, y entonces la opinión pública confundirá, en su forma de pensar, esta categoría de crímenes con los ignominia de todos los demás, cubriéndola con el mismo desprecio. Nos propusimos, y espero haberlo conseguido, impedir que los cristianos luchen de esta manera contra las facciones políticas (2).

Para ello, a través de la prensa, en discursos públicos, en manuales de historia, hicimos propaganda del martirio, aparentemente aceptado por los faccionalistas para el bien común. Esta propaganda aumentó el número de liberales y atrajo a miles de cristianos a nuestro redil.

Notas y comentarios

(1) La fuerza, la violencia, la mano de hierro, impuesta por ese poder oculto que los ingleses llaman mano oculta, la mano secreta...

(2) Sin embargo, hoy el judaísmo, a través de su prensa, en todo el mundo apoya el crimen político y hace campaña a favor de los criminales políticos. No olvidemos el clamor en torno a Sacco y Vanzetti, la propaganda contra la condena de los asesinos comunistas en Asturias, el ruido que se hizo en Brasil a favor del pequeño aventurero judío Geny Gleizer. Todo este escenario encaja perfectamente con los Protocolos.

En las sociedades cristianas antiguas, el crimen político era abominable, especialmente el regicidio. Fue el espíritu judío el que transformó la opinión cristiana, para poder actuar a voluntad contra el trono y el altar.

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