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Sociedades y conspiraciones

Las Columnas del Templo – Tercera Columna

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Belleza

El masón busca revestirse de la característica de la belleza. Obviamente no es la física lo que importa. Porque esto no depende de ti, sino de la carga genética que te transmitieron tus antepasados. La belleza que el masón busca poseer es interna, resultante de la pureza de principios, la firmeza de carácter, la rectitud moral y la tolerancia hacia los demás que deben ser su prerrogativa.

Pureza de principios que constituye el trasfondo de todas las acciones humanas. Quien haya adquirido y viva como parte de su ser los principios básicos del respeto a los demás, que constituyen los fundamentos de la Civilización, no cometerá agresión contra el prójimo. El respeto a la vida, a la integridad, a la libertad, a la democracia, a la igualdad son meros y naturales corolarios de estos principios básicos, ¡tan naturales como la capacidad de respirar!

Firmeza de carácter para moldear su personalidad, combatiendo sus debilidades, pero también para afrontar las inevitables dificultades que la vida siempre plantea, sin jamás cuestionar ni incumplir los principios básicos que deben guiar su conducta.

El aplomo moral como herramienta para distinguir entre el Bien y el Mal, en todas sus manifestaciones y circunstancias, especialmente cuando uno u otro dificulta su distinción.

La tolerancia hacia los demás como contrapartida a la necesidad de que los demás vean toleradas nuestras propias imperfecciones.

Quien internalice estas reglas simples pero exigentes puede ser físicamente horrible, pero terminará siendo reconocido como Bello por todos aquellos que saben ver más allá de las meras y efímeras apariencias.

Pero el masón no busca sólo tener la Belleza en sí mismo, busca que sus obras estén dotadas de esta característica. Es decir, tus acciones, tus creaciones, tus obras, no basta con que sean sabias y fuertes, también deben ser hermosas. Es la belleza la que acerca a la perfección lo construido con Sabiduría y Fuerza, entre dos edificios, ambos igualmente perfectamente diseñados y construidos, con el uso de todos los conocimientos del arte de construir, firmes, fuertes y duraderos, cualquiera de nosotros. Preferirá lo que sea estéticamente bello, agradando a quienes no tienen esta característica.

Buscar dotar de Belleza a nuestras obras no es inútil. Es una búsqueda de la posible perfección en la actividad humana.

¡La belleza es divina!

El Templo de los Masones también se sostiene sobre esta tercera columna, la de la Belleza.

Y así, buscando equiparnos a nosotros mismos y a nuestras acciones con Sabiduría, Fuerza y ​​Belleza, nos acercamos lo más posible al Hombre a la Perfección Divina.

por Rui Bandeira

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