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Sitra Ajra

Notas sobre el satanismo gótico

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1. Es importante no confundir sistemáticamente a Satán, otro nombre del diablo, espíritu del Mal, con Lucifer, que para la mayoría de los gnósticos es el maestro del conocimiento y para otros el adversario del Domiurgo (Dios o laldabaoth), creador de un mundo malvado. Aún hoy existen sectas luciferinas, que no tienen nada que ver con el satanismo. Esta es propiamente la alianza con el diablo. Nacido en la alta Edad Media, continúa hasta nuestros días, más o menos mezclado con la magia, la brujería y el ocultismo.

2. En el siglo VII, el concilio de Toledo prohibió el canto de misas de Réquiem, que no estaban destinadas a las ánimas del purgatorio, sino a los vivos, con la intención de provocarles la muerte, lo que prueba que había sacerdotes que se embarcaban en tales prácticas. En el vocabulario litúrgico, la misa de Réquiem fue llamada durante mucho tiempo misa negra; Esta es sin duda la razón por la que esta expresión acabó designando una ceremonia sacrílega. Un demonólogo moderno, Claude Seignolle, ha reunido una serie de documentos convincentes sobre el satanismo de los curas de los pueblos medievales. “Los campesinos”, escribe Albert-Marie Schmidt en el prefacio de uno de sus estudios, “nos ven menos como administradores de sacramentos y predicadores de la buena doctrina que como magos divinos que… no se limitan a leer el comienzo del Evangelio según a San Juan, por ejemplo, pero pronuncian maldiciones, dibujan signos al aire libre similares a los que usan las brujas para dar fe de sus poderes”.

3. Dentro de esta perspectiva mágica, una misa puede celebrarse con una intención piadosa o para obtener un resultado inmoral, la muerte de un enemigo o un éxito sexual. La “Forma de Honorio”, manual mágico del que sólo se conoce la edición impresa en el siglo XVI. pero que probablemente había estado circulando en forma manuscrita durante siglos, describe ritos que incluyen la celebración de una misa. Así, para obtener los servicios del diablo se debe comenzar diciendo una misa del Espíritu Santo, arrancando los ojos a un gallo vivo, recitando una evocación y cuando el diablo se materialice, arrojarle un ratón.

4. El satanismo responde a una necesidad psicológica. En él hay desafío, gusto y orgullo por el pecado: para adorar al diablo, primero hay que creer en Dios y afirmarse contra él. Es la motivación para la blasfemia y la fantasía erótica que disfraza a las prostitutas de monjas. Y, evidentemente, el satanismo justifica la negación de todas las prohibiciones de la moral religiosa. La orgía se mezcla con invocaciones místicas. Con Gilles de Rais, se convierte en asesina. Aunque la leyenda ha exagerado la cantidad de niños que eran sacrificados en el altar de las misas negras, lo cierto es que tales prácticas sí ocurrían. Hoy, al menos en Europa, la sangre ya no fluye, pero hay sectas ocultistas que practican la flagelación: en Suiza, hace unos años, la muerte de una niña llevó ante los tribunales a los propios padres de la víctima y a un sacerdote renegado.

Fuente:Charles-Henri Favrod, Lo oculto. Publicaciones Dom Quijote, Lisboa, 1977

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