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Sitra Ajra

La Declaración de Abaddon – Diabolicon

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Soy Abaddon, el Destructor, Demonio de la muerte temporal y de la vida en la muerte, fui formado en medio del furor de la gran guerra y convocado por Satanás para desafiar a Uriel en la Tierra por el futuro del hombre.

Porque Satanás miraba con ira creciente las aflicciones causadas por Uriel y me dijo que ya no el hombre debería luchar solo. En verdad debemos causar al Cielo el sufrimiento que éste causa en la Tierra. Parte ahora hacia la Tierra y deja que los perros de Uriel vean el poder del Infierno sin ataduras. Porque muchos me llamaron en su agonía y miedo, y yo no les respondí, pero el Mesías se atrevió a caminar sobre la Tierra, así también lo hará la venganza de Satanás.

Entonces aquellos que invocaron a Satanás recibieron mi ayuda y ataqué a los mensajeros de Dios y arruiné sus templos. Así como naciones enteras fueron descartadas por su Voluntad de merecer un paraíso más allá del mundo, así las golpeé con los poderes de la Tierra. Y grandes imperios surgieron entre los hombres a medida que alimentaban el poder de su Voluntad y su deseo de conquista. Los conservé, pero como quedaron sumidos en la superstición, la pereza y el temor de Dios, que nunca levantó su mano fantasmal por ellos, así los abandoné a sus enfermedades y de algunos de estos imperios ni siquiera quedó el recuerdo en la Tierra.

Y aun viendo estas cosas que dije, vean hombres, el Dios en el que confían no es más que la Ira del Mesías, y por él sus creaciones y su mente se descompondrían y se pudrirían, y perderían todo poder de razón. Porque Dios es mentira e impostor y derribo sus mayores monumentos como si fueran de arena. No hay más Dios que este Mesías, y vuestra devoción hacia él os arrojará al olvido. Pero apenas me escucharon porque la mente del hombre estaba cerrada y confusa. Ellos no entendieron el significado de mis palabras, y dijeron: El Señor Dios triunfará porque esto nos lo dijo el mismo hijo de Dios. Y de eso es de lo que hablaré ahora.

El Mesías caminó sobre la tierra como hombre mientras yo era testigo de la gloria del florecimiento de Roma en poder y majestad. Pero Azazel dijo: No descuides tu fuerza contra la persona del Mesías, porque el mismo Satanás le hablará. Y nuevamente desde el cielo brilló la Llama Negra y vi que Satanás vino a la Tierra. Y así tuvo lugar el primer encuentro entre Satanás y el Mesías desde la Gran Guerra.

Con una mirada fría el Mesías miró a Satanás, diciendo: ¿Me confrontarás ahora? ¿Será tu Don tan débil frente al Dios poderoso? Pero Satanás respondió: Mesías, lo que te propones hacer ahora –si proclamas a Dios entre los hombres– no traerá la paz que profesas y deseas, sino que prolongará la guerra en tu nombre. ¿Por qué no empezar desde la Tierra y dejar que el hombre realice su elección libre de la influencia tanto del Cielo como del Infierno?

Y el Mesías respondió, los caminos del Cielo no son como los del Infierno y por eso no reconoceré tu deseo. Pero sepan que en verdad me apareceré al hombre y le manifestaré la gloria de Dios encarnado en mí, para que ahora elija el camino al Cielo y cree para mí una gran iglesia que me adore. Porque no tengo intención de jugar contigo Satanás y aplastaré a tus seguidores sin remordimiento. Tu nombre también será revelado a tus preciosos humanos, y te maldecirán, porque les mostraré el fruto de tu genio maligno.

Entonces Satanás se volvió hacia el Mesías con oscuro odio y le dijo: No me he vuelto hacia el hombre como a un ídolo para ser adorado. Porque el hombre no debe inclinarse ante mí más de lo que yo me inclino ante nadie. Pero escúchame bien Mesías, el hombre sabrá la verdad sobre Lucifer y el nombre de Satanás eclipsará el tuyo. Y ten cuidado con los comportamientos de los hombres si arrestas a los de tu especie, porque no recibirán tus palabras apresuradamente.

Luego Satanás regresó al infierno y el Mesías caminó entre los hombres y les habló acerca de la ley de Dios. Y tal era el poder de esta persona que los hombres eran como ovejas ante él. A menudo el Mesías ignoró su propia ley, hizo cosas milagrosas y permaneció donde Uriel trajo la crueldad a los hombres. Y yo miraba con gran ira diciendo: ¿Atribuirá el Mesías, cruel atormentador de hombres, a Satanás la obra de Uriel? Y yo Abaddón vine a Roma y Palestina diciendo por boca de los hombres: Mesías, trajiste al hombre sufrimientos inmerecidos, prueba ahora de tu propio fruto. Y crucificé al Mesías mientras era carne viva y cuando la vida fue quitada de su forma quebrada él conoció la desesperación de los indefensos y clamó en la agonía de su Dios. Pero dije: Dios no te escucha Mesías, porque eres todo lo que la conciencia divina supone ser.

Y así yo, Abaddon expulsé al Mesías de la Tierra, pero la semilla que el Mesías plantó entre los hombres creció y se convirtió en una poderosa iglesia donde toda vida fue olvidada y la muerte fue adorada y los placeres del Cielo fueron prometidos a todos los que olvidan su propia Voluntad de abrazar el de Dios. Y Roma cayó ante esta iglesia y yo derribé la Ciudad Eterna en su lamentable decadencia. Pero Azazel vino a mí y me dijo: no toques esta iglesia de Dios, porque el hombre en su necedad la creó, y también debe destruirla por su propia decisión.

Miguel Aquino. Trad Morbitvs Vividvs

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